Del latín euphemismus, un eufemismo es una manifestación decorosa cuya expresión más directa y franca sería muy dura o sonaría mal. Se trata de un término que es políticamente correcto y se utiliza en reemplazo de otro más ofensivo, vulgar o hasta tabú.
El eufemismo también puede utilizarse para sustituir un nombre secreto o con una intención cómica. El objetivo del eufemismo es dar a entender una realidad pero maquillando los aspectos más conflictivos de la misma.
La política es el ámbito donde los eufemismos son más habituales. Al hacer uso de un eufemismo, un político puede ocultar una decisión que sería poco popular y presentar sus propuestas como algo más tolerable por la sociedad. Por ejemplo: “Para garantizar el crecimiento es necesario realizar un ajuste impositivo” es un eufemismo que puede decirse en lugar de “Vamos a aumentar los impuestos ante la crisis”.
Otro ejemplo de eufemismos en la política aparece en las relaciones internacionales cuando existen conflictos bélicos. La frase “daños colaterales” enmascara las muertes de inocentes que se producen por una guerra. La sociedad es más tolerante ante la idea de que un bombardeo causó “importantes daños colaterales” en lugar de escuchar que dicho ataque “generó la muerte de 200 civiles”. “Operación” en lugar de “invasión” es otro eufemismo en el entorno bélico.
Los eufemismos también son habituales en el lenguaje cotidiano. Con frecuencia se utiliza la noción de “adulto mayor” en lugar de “anciano” o “viejo”. Mientras que “viejo” es ofensivo, la idea de “adulto mayor” sugiere una edad avanzada de manera más sutil que “anciano”