Pocas situaciones nos hacen dudar tanto de la justicia Divina como estar frente a un niño enfermo. Ahora, conocer a uno con cáncer le resta toda lógica a la existencia.

Cuando los padres reciben una radiografía con una "manchita sospechosa", es incómodo. Luego, viene la cirugía con sus preocupaciones. Y ni qué decir si en Patología se demoran con el resultado de la biopsia…

En ese instante comienza la sensación de aturdimiento, la cartera se desliza lentamente por el brazo, y las lágrimas impiden distinguir quién atraviesa el umbral de la puerta del laboratorio.

Las rodillas tiemblan, mientras alguien de bata blanca traduce el dictamen. Un eco interno, agitado por la náusea, se libera en un lamento: "¿Por qué a mi niño?".

La culpa, hermana de la desesperación, viste la toga del juez: "¿qué comí durante el embarazo?", "¿a qué fuente de radiación me expuse?", "¿qué le hice a mi hijo?".

Sigue la lógica de la impotencia: visitar santuarios, encomendarse al poder de una camándula; acudir a quienes hablan con ángeles; visitar el médico tradicional, el no convencional. Lo esotérico, lo Divino, lo profano, lo científico… ¡lo que sea, pero que salve a mi hijo…

Un niño de siete años protege la piel de su cabeza con una gorra de los New York Yankees (no permite que la laven, es su seguridad). Inquieto, tiene la energía de una hidroeléctrica, pese a estar enfermo hasta el tuétano. No juega al aire libre ni va a la escuela porque las bajas defensas, resultado de la quimioterapia, lo sobreexponen.

Su madre (convertida en institutriz casera) le juega, lo obliga a estudiar, lo acompaña… lo regaña. Aunque la mate el remordimiento, persiste en la firmeza materna como ejercicio de la esperanza.

"Los soldaditos buenos me van a aliviar, mami", murmura él, hipnotizado por el fluido anaranjado que desciende de un catéter conectado a su cuerpo.

Cada año en Colombia se diagnostican alrededor de 2.200 nuevos casos de cáncer infantil.

En países desarrollados, el 80 % se cura; en el nuestro, cerca del 50 %. De acuerdo con el Observatorio Interinstitucional de Cáncer Infantil, el 93 % de las familias de estos niños deben apelar a acciones legales para obtener un tratamiento (78 %: derecho de petición, 15 %: tutela).

¡Es urgente reglamentar la totalidad de la Ley de Cáncer Infantil…

Mi reverencia ante los niños que han salido adelante, los que ya despertaron de la pesadilla.

Y me arrodillo por aquellos que lucharon sin tregua hasta quedar sumidos en un sueño eterno, los que siguen vivos… solo en la memoria de sus seres queridos.

As bajo la manga: ¿Sabe usted si puede donar plaquetas? ¡en su sangre podría estar la salvación de un niño con cáncer….

PATRIC QUERIDA... este, como cualquier sufrimiento que tenemos en esta vida, es normal, asi es la naturaleza de la vida y la inconciencia que sentimos, de creer que vinimos a ser felices, que todo estara bien siempre, que se puede vivir para siempre...que nadie nacera enfermo, que la genetica, que el aire contaminado y los alimentos, que el dolor de vivir mal..

Amiga, ves porque yo no creo que se trate como creen otros y vos misma lo decis situaciones nos hacen dudar tanto de la justicia Divina.

Yo no dudo de la justicia divina...porque creo que el dolor es natural, y la naturaleza toda esta en batalla todo el tiempo, si miras la vida en un bosque por ejemplo es batalla y batalla y el que nace defectuoso no sobrevive, y eso mejora la especie, y el que enferma en general no sobrevive y eso es lo normal en un arreglo perfecto de subsistencia de la materia...¿porque le agregamos lo emocional?...porque creemos que debe ser distinto?...porque no aceptamos la muerte como algo normal?, digo la muerte de la materia, que es un vestido solo del alma. Al fin, ¿no es mejor creer lo que creo yo? ...lo otro es una utopia, lo que pasa que para creer esto, hay que tener una actitud diferente a la que nos enseñaron.

Por supuesto cada uno es libre, yo sufro mucho cuando veo a alguin sufrir, o en desamparo, pero esto no me hace dudar de Dios, sus leyes son perfectas.

Qué tema tan tremendo!

Me trae a la "predestinación".

Tu pregunta es lógica: "Por qué a mi hijo"?

No creo que sea la voluntad divina quien escoge a quién.

Simplemente, se dio la creación y el hombre dentro de su libre alvedrío, ha ido creciendo, evolucionando, retrocediendo, inventando, haciendo bien, haciendo mal... y creo que todo es consecuencia de su proceder.

Dios todo lo hizo perfecto, lo regaló al ser humano y éste ha modificado para bien y para mal, muchas cosas y actitudes.

Las deformaciones, malformaciones y defectos de la naturaleza exiten en animales y plantas.

cuando un animal nace mal fomado o defectuoso el mismo medio se encarga e despenarlo y el problema se resuelve asi. Ahora, una pregunta ¿Por que nos afecta tanto este problema en el ser humano y no nos extremece en los animales o plantas? ¿No son seres que sufren igualmente que el hombre? Nuestro egoismo y las religiones nos han hecho creer que somos distintos y que merecemos un destino de infinita felicidad. Esto es a todas luces mentira, falacia. No existe tal cosa. Existe a todas luces una ley de causa y efecto que es eterna e inconmobible, creada con algun proposito por el Dios bendito. No sabemos nada de la razon de estas leyes, pero si sabemos que existen y son inalterable. Esto no es un consuelo para nadie es una realidad que nos golpea.