Una serie de TV explora este rasgo de la personalidad.
Lava su ropa mientras se baña en la ducha. Hace ocho años no compra una prenda de vestir. Sus medias están raídas y sus camisas, rotas. No utiliza papel higiénico, pues le parece absurdo pagar por algo que va a parar en una caneca. Los desodorantes, cepillos de dientes y hasta los tampones que usa son muestras gratis que almacena en una caja de cartón. No gasta dinero en comida, así que lo que come lo busca en la basura.
Su nombre es Kate Hashiomoto y es contadora pública en Nueva York –una de las ciudades más caras del mundo–, donde ella se las arregla para vivir con 200 dólares al mes (cerca de 359.000 pesos). No es que no tenga dinero; ahorra un promedio de 4.000 dólares al mes y siempre trata de gastar la menor cantidad posible.
Ella es uno de los casos de Tacaños extremos, un programa que hasta esta semana se emitió por Travel & Living Channel (TLC), de la cadena Discovery. En cada uno de sus seis capítulos, se siguió a personas que ahorran de maneras exageradas, hasta el punto, incluso, de poner en peligro sus relaciones con familiares y amigos.
¿Hasta qué punto puede la tacañería considerarse una enfermedad? De acuerdo con especialistas, este rasgo de personalidad comparte características con algunas patologías, como el trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo (TPOC) o trastorno paranoide de la personalidad.
“Son individuos rígidos estructuralmente, poco flexibles y muy calculadores”, señala el psiquiatra Mario Danilo Parra, quien aclara que la tacañería no es un trastorno, mientras no afecte el trabajo ni las relaciones sociales.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que las personas que son excesivamente ahorrativas, también pueden llegar a serlo con sus sentimientos y suele costarles trabajo entablar relaciones: “La tacañería es una condición integral, que se ve en eventos cotidianos, como en el manejo del dinero –asegura el psiquiatra Carlos Climent–. Pero el tacaño también lo es con sus expresiones afectivas, con sus parejas y sus amistades”.
Aunque no hay respuestas absolutas sobre las razones por las cuales las personas son tacañas, la psiquiatría y el psicoanálisis aportan algunas teorías. La primera tiene que ver con situaciones restrictivas durante la infancia. “Se habla de que son hijos de padres que fueron muy estrictos con el control de esfínteres, lo que provoca en ellos un estreñimiento físico y emocional que se agrava con los años”, asegura Climent.
Otra de las hipótesis habla de relaciones en las que los padres no brindaron a sus hijos suficiente afecto. “Crecen con inseguridades y baja autoestima –explica Parra–; creen que el dinero les va a dar la seguridad y el afecto que no recibieron”.
Pero el de Kate no es un caso común. Su situación sí puede indicar la existencia de una patología. “La tacañería llevada a ese límite es una idea delirante, que para ellos es irrefutable y no les permite saber que tienen un problema”, asegura Parra.
Testimonio
‘Mi novio me cobró la rumba’
Laura Gual tiene 21 años y es estudiante de derecho. Hace unos meses salió con un tacaño y cuenta que es una de las peores experiencias que ha tenido.
“Siempre que nos invitaban a algún lado decía que no podía ir porque no tenía con qué pagar. Al principio, yo, de boba, lo invitaba a todo. Pero después me enteré de que en su familia le daban dinero, solamente que no le gustaba gastarlo”.
Cuenta que todos los planes que le proponía su novio eran los que no implicaban pagar nada. “Siempre me decía que fuera a la casa y que hiciéramos visita”. Pero el peor episodio ocurrió durante una salida a bailar.
Laura fue al baño y cuando llegó a la mesa, él había pagado la cuenta. Ella se sorprendió de que lo hiciera, pues nunca sacaba un peso de su bolsillo. Sin embargo, al otro día fue a su casa con la factura y le cobró.
Es muy difícil cambiar
Los especialistas coinciden en que es difícil que una persona deje de ser tacaña, pues tiende a considerar que sus prácticas de ahorro restrictivas son normales y que los demás malgastan el dinero.
El psiquiatra Carlos Climent explica que en estos casos los sacrificados suelen ser los allegados al tacaño, como su pareja o amigos. “La tacañería es algo estructural del carácter y es muy difícil cambiarlo. Puede que a veces se moderen, por no perder una relación. Pero es muy difícil”.
Tener una relación afectiva con ellos es complicado, pues suelen prestarles atención a los objetos y al dinero, y dejan a un lado los sentimientos.
El psiquiatra Mario Danilo Parra comenta que, para cambiar, “se necesita un trabajo fuerte y profundo y que la persona tenga la intención de mejorar