LA EDUCACION EMPIEZA POR CASA. - Amigos en crisis se ayudan

Se celebraron esta semana el Día Internacional de la Familia y el Día del Maestro, y pasaron sin ser abordados en profundidad, pese a la importancia que tiene para el desarrollo del ser humano la enseñanza, tanto del maestro de clase, como de los responsables de nuestra crianza en casa.

El modelo de familia cambió y las uniones entre personas ya no obligan a pasar por el altar, aunque muchos prefieran casarse por moda, por los regalos, la luna de miel, para al fin ajuiciarse y sentar cabeza, lograr huir de la casa de los padres, entre otras oscuras e inconscientes razones.

Cada vez menos personas se casan y cada vez más casados se divorcian.

Yo me casé para toda la vida, pero mi esposa un día se cansó, empacó y me dejó. No la culpo pues no soy perita en dulce, pero tampoco soy un patán o un degenerado; la convivencia y la aceptación del otro sin imponerse es difícil.

Y ahí quedó nuestro hijo, llevando del bulto y sin la posibilidad de vivir en compañía de sus padres. Jamás será lo mismo, así padre y madre se "desbaraten" por el muchachito y se lleven con respeto.

Es en el seno del hogar donde encontramos nuestros primeros maestros, llámense papá, mamá, abuela, tía, hermanos mayores, y hasta empleada doméstica; es la familia la unidad más común de un sistema social y pese a su simpleza, la mayoría de nuestros defectos de personalidad, los hemos desarrollado producto de nuestra experiencia y relación con nuestros familiares y personas más cercanas.

Lo cierto es que la familia como institución social, como escenario donde se fortalecen las creencias y las costumbres, está en deuda frente a la construcción de un tejido social humano y responsable.

El famoso dicho "La educación empieza por casa" se convirtió en cliché. Estamos delegando la educación de nuestros hijos a terceros, con altos costos sociales, morales, afectivos, emocionales, en fin.

Los espejos con los que muchos niños crecen en el interior de sus familias, en vez de favorecer los procesos formativos, están generando comportamientos completamente deplorables y dañinos para la vida en comunidad.

Prostitución, drogadicción, alcoholismo, violencia y vagabundería, son el pan de cada día de muchas familias.

Peor se vuelve el panorama cuando encontramos que al salir de casa, nuestros hijos se relacionan con los mismos problemas, bien sea en el colegio o en su círculo social.

Fuera de casa las dinámicas de relacionamiento son influenciadas por la cultura "traqueta": menor esfuerzo, consumo, dinero fácil, apariencias, poder y aceptación a toda costa.

Vigilantes de los comportamientos de los hijos, lo aprendido en casa se puede desaprender a la vuelta de la esquina. Muchos hijos engañan con aterradora facilidad. Santos en casa y demonios en la calle.

Ante la incapacidad de formar personas honorables porque estamos muy ocupados en nuestros asuntos de adultos y de padres "responsables", culpamos de los males de nuestros hijos a esos mismos terceros: Estado, colegio, amigos, bandidos del barrio, videojuegos, internet, televisión, o incluso, otros miembros de la familia.

¿Y nuestra responsabilidad qué?

El mejor legado de un padre es dar diariamente un poco de tiempo de calidad a sus hijos. Por ahí empieza todo, simple. Pero ahí fallamos muchos.