Los jueces, sorprendidos, también ansiosos, se quedaron mirando a la puerta. Transcurrieron dos largos minutos y nada sucedió.
El abogado, entonces, finalizó diciendo:
-Realmente, dije eso y todos ustedes miraron hacia la puerta con la expectativa de ver a la supuesta víctima.
Por lo tanto, quedó claro que todos tienen dudas en este caso, de que alguien realmente haya sido asesinado. Por eso insisto para que ustedes consideren a mi cliente inocente". (In dubio pro reo).
Los jurados, visiblemente sorprendidos, se retiraron para la decisión final.
Algunos minutos después, el jurado volvió y pronunció su veredicto: - ¡Culpable!
-¿Pero cómo? -preguntó el abogado- yo vi a todos ustedes mirar fijamente hacia la puerta ¡Es para concluir que estaban con dudas! ¿Cómo condenan con duda?
Y el juez aclaró:
-Sí, todos nosotros miramos hacia la puerta, menos su cliente.
MORALEJA:
NO SIRVE DE NADA SER UN BUEN ABOGADO SI EL CLIENTE ES UN PELOTUDO.