La creatividad divina fluye por medio de mí ahora.
Utilizamos el poder de la imaginación para visualizar, conceptualizar y crear. Cada día tengo la oportunidad de crear algo nuevo. Puede que utilice mi imaginación para diseñar o escribir, componer o inventar; para traer a la luz las ideas divinas. Soy un artista espiritual que utiliza la imaginación para crear mi mundo. Mis pensamientos, palabras y acciones son los medios a través de los cuales manifiesto experiencias y oportunidades ricas.
En meditación silenciosa, presto atención al silbo apacible y delicado en mí. Al crear partiendo de pensamientos inspirados por Dios, hago surgir experiencias de amor, gozo y paz. Mi vida es una expresión creativa de Dios.
Yo hice la tierra y creé sobre ella al ser humano. Yo, mis manos, desplegaron los cielos y pongo en orden todo su ejército.—Isaías 45:12
Centrado en el Espíritu, vivo en armonía y balance con toda la creación.
Los bailarines pueden dar vueltas rápidamente sin perder el balance. Esto se debe a que saben cómo centrar sus cuerpos y “fijarse” en un punto específico al girar. A pesar de la conmoción de la vida moderna, yo también puedo mantener mi balance, centrar mi atención y “fijarme” en un punto específico.
Comienzo centrando mi atención en lo espiritual. Dejo ir cualquier pensamiento de discordia, alineo mi pensar con el orden divino y me doy cuenta de que la Mente Única es la fuente de todo lo creado. Al proseguir con mis actividades diarias, “fijo” mi atención en el Espíritu divino. Mi conciencia de Dios guía cada uno de mis pasos, manteniéndome en balance todo el día.
Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.—Salmo 143:10
He sido creado para el éxito, porque Dios me ha dado un espíritu de poder, amor y autodisciplina. Cada objetivo que me fijo me ofrece plenas oportunidades para crecer y aprender. Si cometo un error, ajusto mi rumbo. Reconozco que los retos son parte integral del viaje.
Progreso según los supero. Aprendo a medida que hago uso de la sabiduría, la imaginación, la fe y la fortaleza sagradas. Para darme ánimo, recuerdo mis logros pasados y los de los demás. El triunfo suscita gozo y un sentimiento de satisfacción en mí. Reconozco y celebro mis éxitos, grandes y pequeños. Doy gracias por la ayuda divina que he recibido a lo largo del camino.
Gracias a tu ayuda, es grande su poder; le has dado honor y dignidad. Lo has bendecido para siempre; con tu presencia lo llenas de alegría.—Salmo 21:5-6