Recuerdos del Hotel de Puente del Inca
Provincia de Mendoza
- por Alfredo Del Giusti -
Leyendo de casualidad vuestro portal (CCAM) me entero de la muerte de Rosario Alejandro Cassis Bresciani (Biografía escrita por Jose Herminio Hernandez), lo que me ha conmocionado pues aún lo recuerdo, yo tengo 73 años, fue mi compañero de tareas por los años 53 al 55 en el hotel termal de puente del Inca, en el que yo trabajaba como adicionista, en mis recuerdos escribí estas líneas.
Ubicación de Puente del Inca, Mendoza, Argentina
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El hotel termal de Puente del Inca fue construido en la época de los ferrocarriles ingleses y destruido por un alud en 1965.-Hace pocos días se ha anunciado el acuerdo argentino-chileno para rehabilitar el ferrocarril trasandino mediante costosas obras que demandarán varios años.-Del antiguo ferrocarril, en Puente del Inca quedan aún los restos de la estación.
De jovencito yo trabajaba como adicionista en ese hotel (hace más de 50 años).Pertenecía a la entonces Fundación Eva Perón, a la que luego el gobierno militar de 1955 le cambió el nombre por el de Instituto de Ayuda Social. Como solían llegar pasajeros que no se animaban a cruzar la cordillera en automóvil de noche, tocaban el timbre y se alojaban allí. Con un amigo, Oscar Vitullo, nos turnábamos para hacer la guardia nocturna. Dormitábamos en un sillón de cuero, muy antiguo, que había en la recepción. Y si venía alguien, lo atendíamos y alojábamos.
El Hotel de Puente del Inca en la decada del 30
Muchos años después, en 1965, bajó un alud desde el cerro Banderita sur, pasó milagrosamente por sobre la iglesia que aún existe y de la cual solamente le sacó una partecita de la cruz superior y se abatió sobre el hotel, destruyéndolo totalmente. Vitullo estaba en el sillón de siempre. La nieve lo arrastró sentado en ese sillón sin sacarlo de él, como si estuviese pegado, lo llevó por el túnel que unía al hotel con los hoy abandonados baños termales y lo sepultó bajo más de 7 metros de nieve, en el fondo del río Las Cuevas. Soldados de la Compañía de Esquiadores de Alta Montaña “Teniente Primero Ibáñez” acudieron de inmediato pero nada pudieron hacer con sus pequeñas palas “lineman” para abrirse camino hacia el cuerpo de Vitullo, la única víctima que dejó ese alud. Como dato curioso, sólo conozco un antecedente similar en Austria. Hay en las montañas de ese país una iglesia que ha sufrido en su entorno varios aludes importantes, pero el templo sigue milagrosamente intacto. El hecho me recuerda algunas anécdotas vinculadas con la zona.
Los inicios del Hotel de Puente del Inca por 1920
Desde Buenos Aires a Puente del Inca
El desaparecido hotel de Puente del Inca, por la bondad de sus aguas termales, el tranquilo entorno, la pureza del aire y la belleza de la montaña, era un verdadero atractivo para las clases altas de Buenos Aires. Viajaban en el tren trasandino y ni siquiera descendían en la escala de Mendoza. Iban directamente a Puente del Inca. Allí descendían con sus largos vestidos y sus baúles de ropa para lucir durante su prolongada estancia ,muchas veces de un mes. El personal del hotel, pese a la puna que a la hora de la llegada del tren se hacía sentir más en ese sitio a 2.720 metros de altura, trasladaba a pie trabajosamente ese equipaje hasta el hotel, ubicando a los pasajeros en sus habitaciones. El llamado "pabellón del río" era el más pedido, por su maravillosa vista hacia el valle.
Solo hacia el Aconcagua
Varias de esas noches de vigilia, un verano, de madrugada, salía un operario del hotel con una mochila. Le pregunté intrigado adonde iba y me contestó: “Al Aconcagua”. Se llamaba Alejandro Cassis, modesto obrero encargado de mantenimiento y apasionado montañista que había guiado a una expedición brasileña a la cumbre de un cerro virgen de nuestra cordillera, que desde entonces se llama precisamente “Brasil”. Me explicó Cassis que se proponía subir solo al Aconcagua en invierno y que esas salidas fuera de su horario de trabajo, eran para llevar provisiones que enterraba a lo largo de la ruta por la que pensaba hacer cumbre, a fin de no tener que transportarlas cuando hiciera la travesía final. Cassis logró finalmente ser el primer andinista que hizo cumbre en el Aconcagua en invierno., según entiendo, pero últimamente me han comentado que no fue el primero. Tiempo después fue contratado para ir a la Antártida. Permaneció allí un año y cuando regresó, con el dinero de los sueldos y viáticos ahorrados cumplió otro de sus más preciados sueños: comprarle una casa a su anciana madre que vivía en Buenos Aires. No volví a saber de él, hasta hace poco tiempo, en que me enteré que falleció en Rosario.
El hotel de Puente del Inca en su apogeo
Un dibujante de historietas
En esa época era habitual que parte de la temporada de verano se alojara en el antiguo hotel un dibujante, Lázaro Cozzi, autor de la historieta “Tucho, de canillita a campeón”, que publicaba la revista Patoruzito. Yo lo llevaba diariamente en mula a la cumbre del cerro Banderita norte, donde permanecía toda la jornada trabajando en su historieta. Mientras, la esposa y una hija de 16 años, paseaban por la zona, se daban baños termales y aprendían a andar a caballo por las morenas de la laguna de Horcones.
Puente del Inca fue un mar
En uno de esos ascensos encontré pequeños amonites petrificados, que demostraban – conservo algunos en casa – que hace millones de años la zona estaba cubierta por las aguas y luego se formó la cordillera, quedando esos ejemplares en la cumbre de los cerros.-
Compañía de Cazadores de Montaña 8 y el Hotel detrás
Leyenda que origino el nombre
El doctor Tomás González Funes, un querido abogado y atildado personaje de nuestras calles, que siempre recorría las mismas con impecable traje, sombrero, bastón y camisa de “plastron”, en una visita a la biblioteca nacional de Lima, encontró una leyenda que tuvo la gentileza de fotocopiar, ampliar y enmarcar y donó al hotel que entonces había en Puente del Inca y que luego destruyó un alud.
En el imperio inca, una de las princesas enfermó y ninguno de los “curacas” daba con el origen del mal y de su posible cura. En un momento dado, apareció uno de los vasallos, y le sugirió que lo que la princesa tenía era “mal de amores” y que la única forma de que se curase, era enviarla hacia el lejano sur, allende la cordillera y acostarla tres días y tres noches a la vera de una fuente rumorosa que fluía en el lugar.(Las termas). El emperador armó una importante comitiva con sus mejores hombres, puso a su frente a uno de sus más leales guardias y organizó la propuesta caravana trayendo a la princesa hacia donde hoy se halla el puente, maravilla de la naturaleza. La princesa permaneció tres días con sus noches a la vera del manantial y sorpresivamente se curó. Cuando iban a regresar al Tahuantisuyu, según la leyenda, vino un enorme aluvión por el río Las Cuevas, lo que les impedía cruzar para retornar a su país. Los leales indígenas que la custodiaban, formaron entonces un puente sobre el río con sus cuerpos entrelazados y quedaron “petrificados”. La princesa, el fornido jefe de la guardia y el resto de los indígenas pudieron así emprender el camino de regreso. Cuenta la leyenda que al llegar a su destino, la princesa contrajo enlace con el apuesto custodio que la había retornado al hogar sana y salva. Y colorín colorado…
El señor Giusti, padre. Detrás el Hotel
El turismo
Debo recordar que el primer folleto turístico de Puente del Inca tuve la suerte de diseñarlo y editarlo. Fue impreso en color sepia y en el margen dice: “Textos AADG” (Mis iniciales). Es posible que allí, halla comenzado mi vinculación con el turismo que persiste hasta hoy, más de 55 años después. En aquella época los micros de excursión llevaban 20 pasajeros y me dieron entre otras la misión de contar cada día cuántos pasaban raudamente por el hotel rumbo al Cristo Redentor. Multiplicábamos los micros por 20 pasajeros y le dábamos la cifra al gerente, don Carlos Lanati. Este dividía el resultado por 2 y ordenaba a la cocina preparar tantos cubiertos. Llegaron a servirse 500 almuerzos diarios, lo que obligó a ampliar el salón comedor con una estructura acristalada que por supuesto el alud también abatió.
El mejor vino francés
Mientras escribo estas líneas viene a mi memoria el recuerdo de los famosos vinos franceses que había en la"gambuza" del hotel, con más de 30 años de antigüedad. De noche nos introducíamos en ella y sacábamos una botella. Como llevaba tanto tiempo estibada, tenía borra o sedimento. Con una servilleta de seda blanca puesta sobre la boca de una jarra, volcábamos el vino. Una vez así "destilado", lo probábamos. Si no estaba malo, lo consumíamos. Si no, lo descartábamos...y tomábamos otra botella con el mismo procedimiento...Cosas de muchachos irresponsables...y curiosos.
El señor Giusti, padre. En Puente del Inca
"Un señor Perón"
En los años 50, la única bomba de nafta de la zona estaba junto al hotel, en el estacionamiento. Era manejada con una palanca bombeadora por un italiano de apellido Batista, cuya esposa era también empleada del hotel. Batista llevaba muchos años en Puente del Inca y había conocido a un oficial llamado Perón, mientras éste practicaba esquí en la entonces Compañía de Esquiadores de Alta Montaña. Nació entre ambos una profunda amistad, que se prolongó muchísimos años. Cuando ese oficial Perón llegó a ser nada menos que presidente de la nación, siguió carteándose con Batista y éste se regodeaba mostrándole a sus compañeros de trabajo y a los turistas las cartas que recibía de la Presidencia de la nación, firmadas nada menos que por el general Juan Domingo Perón.
Una ascensión “de mentirita”
Una expedición del Club Alpino Francés, fue la primera en ascender la pared sur del Aconcagua, con un saldo de dos internados en el Hospital Militar de Mendoza por congelamiento.
A su frente se hallaba René Ferlet, quien al regresar a su país escribió un libro sobre su presunta escalada.
Hotel de Puente del Inca 1934
La verdad es que Ferlet nunca subió a la cima. Como venía en viaje de luna de miel, recién casado con una bellísima profesora de castellano que conoció en Francia, permaneció todo el tiempo en el campamento base de Plaza Francia, adonde se le llevaban las provisiones desde el hotel.-
Una piqueta con el escudo en plata del CAF le fué obsequiada al empleado del hotel que le enseñara a la bella francesa a andar en mula por las morenas de Horcones y engalana una de las vidrieras de la Escuela Superior Internacional Islas Malvinas de Mendoza, a la que fue donada.
El amor todo lo puede...
Historia de una obsesión
Cuando advino la revolución de 1955, el gobierno entrante designó interventor a un marino capitán de navío. Profundamente enemigo de Perón y del peronismo, era obsesivo. Se trasladó a Las Cuevas - flamante villa que formaba parte de su jurisdicción - e hizo sacar de la hostería toda la vajilla y amontonarla en la plaza. El personalmente, con un martillo, rompió uno a uno cada plato, cada jarra y cada taza, porque llevaban impreso un escudito con el retrato de María Eva Duarte. (Parecido al que hoy aparece en los letreros con la figura de nuestra actual presidenta). Por supuesto hubo que reponer toda la vajilla de la hostería. Cómo sería su posición ideológica que, caminando por la estación ferroviaria vio apilados muchos cajones de huevos vacíos pero con su maples, que llevaban la inscripción "P.P.".Estaban allí esperando ser transportados de regreso a Mendoza,. Creyendo que P.P. quería decir Partido Peronista, los hizo quemar sin atender razón alguna. Como consecuencia de su desatino quienes le sucedieron tuvieron que indemnizar al verdadero dueño de los cajones: Pascual Palmada...(Por eso llevaban la inscripción P.P.).
Hotel de Puente del Inca 1939
De interés para filatelistas
Cuando se inauguró la villa Eva Perón - hoy Las Cuevas - el correo argentino había decidido emitir sellos postales con la efigie de la primera dama, en distintos valores.
El día de la inauguración, en la correspondencia despachada desde esa estafeta postal al país y al exterior se estampó un matasellos alusivo "día de emisión ", que hoy es una valiosa pieza de interés para filatelistas.
Solo alcauciles en lata y Hesperidina
Las Cuevas estuvo un año 90 días completamente aislada por las nevadas , en los años 50, cuando todos sus edificios (hostería, policlínico, correo, aduana, ferrocarril, migraciones, gendarmería, proveeduría, etc.) estaban ocupados por el personal de esos organismos y sus familias y por turistas que habían quedado allí aislados. Fue tanta la nieve que cayó ese año, que era necesario salir por la buhardilla del tercer piso de la hostería, caminar en la nieve por sobre la plaza --calcúlese la altura -- y entrar al policlínico que estaba enfrente, también por la buhardilla, para descender entonces hacia la planta baja. El largo bloqueo impidió durante ese tiempo la llegada de víveres, por lo que la población estable consumió todas las reservas, excepto dos: Hesperidina y alcauciles en lata. Ese llegó a ser el menú de las comidas al fin del bloqueo.
Tren llegando a Puente del Inca 1950
La fama de las aguas termales
También es interesante saber por qué la fama de las aguas termales de Puente del Inca, que hoy se pierden sin razón en el lecho del río Las Cuevas. Conocí entre otros, dos casos puntuales: el de un famoso neurocirujano cuyo nombre y apellido lleva una calle de Buenos Aires y el de la esposa de un famoso bodeguero de Mendoza, ambos ya fallecidos. Como disponían de posibilidades económicas, habían recorrido las mejores fuentes termales de Europa (Baden Baden, Vicchy, etc) pero en ninguna habían encontrado remedio a sus enfermedades. El neurocirujano padecía desde la primavera una impresionante soriasis en las manos que le impedía lógicamente ejercer su profesión. Llegaba en septiembre con guantes de lana para ocultar su mal y después de 15 días sumergiendo sus manos en las aguas sulfurosas de Puente del Inca, las manos recuperaban su aspecto normal. Por eso volvía año a año, cada primavera. Lo mismo pasaba con la señora del bodeguero. Tenía en su cuerpo enormes manchas como frutillas (rojas y ásperas) y después de un mes de baños termales y jornadas de sol en las orillas del río, las manchas desaparecían hasta el próximo verano.
Una experiencia desaprovechada
Cuando invitados por el gobierno de Francia fuimos a ese país y recorrimos las mejores fuentes termales de todo el territorio francés, tanto en el interior como sobre el Mediterráneo y el Atlántico y hasta Andorra, formaba parte del grupo el actual gobernador, Celso Jaque, a la sazón intendente de Malargüe y hoy gobernador de Mendoza. Pudo comprobar "de visu" la importancia del recurso termal no solamente en la medicina sino también como atractivo turístico y su impulso en la economía.- Hoy en Mendoza hay 136 fuentes termales oportunamente analizadas por la desaparecida Oficina Química Nacional, pero solamente tenemos dos en explotación real. Cacheuta y Los Molles. Puente del Inca sigue derramando sus aguas en el río...Un recurso médico y turístico que se pierde irremisiblemente minuto a minuto....año tras año.
Hotel de Puente del Inca, Mendoza
Un final anunciado
Al Puente del Inca, un verdadero atractivo turístico, no le espera una larga vida. Año a año se va deteriorando más y nunca se hicieron los trabajos de refuerzo aconsejados desde los años 50 por la entonces Dirección Nacional de Arquitectura, casi simultáneamente con la construcción de la Villa Las Cuevas.
Es el mismo desinterés que se advierte desde hace años en el mantenimiento del camino desde Las Cuevas al Cristo Redentor o, más acá, desde Villavicencio a Uspallata.- Son íconos del turismo mendocino por los cuales nada se hace.....
Espero que quienes nos sigan vean concretados tantos anhelos.
Alfredo Del Giusti
Propaganda de Andinismo en Puente del Inca