Corrí al supermercado para comprar unos regalitos, que no había podido comprar antes.
Cuando vi tanta gente en el supermercado, comencé a hacerme reclamos a mi misma, esto iba a demorar un horror, y yo todavía tenía tantas cosas por hacer y otros lugares a donde ir.
Como me gustaría poder pensar sola, dormir y sólo despertar después que haya pasado todo esto.
Sin darme cuenta, fui andando hasta la sección de
, y ahí comencé a ver los precios, imaginando si los niños realmente juegan con esos tan caros.
Mientras yo recorría la sección de, noté que un niño de más o menos 5 años presionaba una muñeca contra su pecho.
El acariciaba el cabello de la muñeca y se veía tan triste, me quedé tratando de imaginar para quien sería aquella muñeca que él tanto apretaba.
El niño se dio la vuelta hacia una señora que estaba cerca de él y le dijo: tú estás segura que no tengo suficiente dinero como para comprar esta muñeca?
La señora respondió: Tú sabes que tu dinero no es suficiente, querido mío!
Y le dijo al niño que él podía quedarse mirando los por 5 minutos más mientras ella iba a ver otras cosas.
El pequeño apretaba la muñeca entre sus manos.
Finalmente yo empecé a andar en dirección al niño y le pregunté para quién quería esa muñeca!
El me respondió:
Esta es la muñeca que mi hermana adoraba y que quería que la regalaran. Ella estaba tan segura de que Papá le regalaría esta muñeca en este año.
Yo le dije:
No te preocupes tanto, yo estoy segura que él le dará esa muñeca a tu hermana.
Pero él muy triste me dijo:
No, Papá no podrá llevar la muñeca a donde ella está ahora.
Yo tengo que darle esta muñeca a mi Mamá, así ella podrá entregar la muñeca a mi hermana cuando ella vaya para allá.
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras él decía:
Mi hermana tuvo que irse para siempre. Mi Papá me dijo que mi Mamá también se irá para estar junto a ella dentro de poco. Entonces yo pensé que Mamá podría llevar la muñeca con ella para entregarla a mi hermana.
Mi corazón dejó de latir.
Aquel niñito me quedó mirando y me dijo: “Yo le pedí a Papá que le diga a Mamá que no se vaya todavía.
Y le pedí a él que esperara hasta que yo vuelva del supermercado.
Después él me mostró una foto muy bonita de él riendo, y me dijo:
“Yo también quiero que Mamá lleve esta foto, así ella también no se olvidará de mi.
Yo amo a mi Mamá y quisiera que ella no tuviera que partir ahora, pero mi Papá dice que ella tiene que irse para acompañar a mi hermanita.
Ahí él se quedó mirando a la muñeca con sus ojos muy tristes y muy quietito.
Yo rápidamente saqué mi cartera y tomé unos billetes y le dije al niñito: “Y si contáramos de nuevo tu dinero, sólo para tener la seguridad de que tienes suficiente dinero como para comprar la muñeca?
Coloqué mis billetes junto a su dinero, sin que él se diera cuenta, y comenzamos a contar el dinero.
Después de que lo contamos, el dinero alcanzaba para comprar la muñeca y hasta sobraba un poco.
Entonces el niñito dijo: “Gracias Señor por atender mi pedido y darme el suficiente dinero para comprar la muñeca.
Ahí él me miró y me dijo: “Anoche antes de ir a dormir le pedí a Dios que hiciera que yo tuviera el suficiente dinero para comprar la muñeca, así mi Mamá podría llevar la muñeca.
El me oyó... es que yo también quería un poco más de dinero para comprar una rosa para mi Mamá, pero yo no osaba pedir más nada a Dios, pero él me dio lo suficiente para poder comprar la muñeca y la rosa.
Sabe Ud., mi Mamá adora las rosas blancas. Unos minutos después, la señora regresó y yo me fui sin que nadie se diera cuenta.
Terminé mis compras en un estado totalmente diferente al que había comenzado.
Mientras tanto yo no conseguía sacar a aquel niñito de mi pensamiento.
Entonces me acordé de una noticia en el periódico local de hace dos días, cuando mencionaban que un hombre borracho en una camioneta chocó contra otro, y que en el otro estaban una señora joven con una niñita.
La niñita había fallecido en ese mismo momento y la madre estaba en estado grave en la Unidad de Cuidados Intensivos y que la familia había decidido desconectar las máquinas, en vista de que la joven no saldría del estado de coma.
Yo pensé, será que esta era la familia de aquel niñito?
Dos días después me encontré con el niñito, yo leí en el periódico que la joven señora había fallecido.
Yo no me pude contener y salí a comprar rosas blancas, fui al velorio de aquella joven...
Ella estaba sujetando una linda rosa en sus manos, junto con la foto del niñito y con la muñeca en su pecho.
Yo salí de ahí llorando, sintiendo que mi vida había cambiado para siempre.
El amor de aquel niñito por su Madre y hermana continúa grabado en mi memoria hasta hoy.
Es difícil creer e imaginar que en una fracción de segundos, un borracho había acabado con todo lo que tenía este niño.