IMAGINA, IMAGINA, IMAGINA... NO DEJES DE IMAGINAR.
Me sentí muy triste cuando escuché a un adolescente decir que no se atrevía a soñar. Y pensé ¡Dios!… ¡qué hemos hecho mal!, que tipo de sociedad ha podido condicionar de este modo tan insano a un niño- adolescente a decir tal barbaridad y a sentir de este modo…, qué cuerpo del dolor ha generado en sí mismo, qué pánico a la decepción le han inoculado para negarse a imaginar.
El pragmatismo materialista se ha infiltrado haciendo ver a nuestros jóvenes que imaginar conduce al dolor, al sufrimiento, a la decepción y que imaginado no se consigue nada, y por eso hay que evitar dar rienda suelta a la imaginación porque imaginar es crear castillos en el aire… ¡Qué pena!, y qué poquito que han debido jugar de niños los que se niegan a imaginar.
Habría que comenzar a decirles a todos aquellos que no quieren perder el tiempo imaginando que ahí, justo ahí, en lo que consideran pérdida de tiempo, en la imaginación, reside uno de nuestros dones, nuestro poder. De la imaginación surge el verdadero cambio y es una de las herramientas más poderosas que puede utilizarse en el proceso de materializar cualquier objetivo.
Leonardo Da Vinci reconocía esto:
“He encontrado en mi propia experiencia que no es pequeño el beneficio de imaginar y recrear en la mente, una vez que estoy acostado, todo aquello que quiero crear. Es ciertamente algo muy valioso para que la mente se ponga a trabajar en esa dirección.”