El término “boludo” fue incluido como uno de los términos más autóctonos de Argentina, para conformar el Atlas Sonoro que se elabora en el marco del VI Congreso Internacional de la Lengua Española que finaliza mañana en Panamá.
"Es un término muy popular y dueño de una gran ambivalencia hoy. Entraña la referencia a una persona tonta, estúpida o idiota; pero no siempre implica esa connotación de insulto o despectiva. En los últimos años me ha sorprendido la acepción o su empleo entre amigos, casi como un comodín de complicidad. Ha venido perdiendo el sentido insultante. Ha mutado a un lado más desenfadado, pero sin perder su origen", argumentó el autor de Cólera Buey y ganador de los premios Cervantes y Juan Rulfo.
La elección de Gelman trajo a la memoria la disertación del escritor y dibujante Roberto Fontanarrosa, que en 2004, cuando la cumbre del idioma español se realizó en Rosario, expuso sobre las malas palabras y su entonación. Aquella vez, "boludo" no estuvo en el repertorio, tal vez porque ya no era una "mala palabra".¿Qué palabra identifica más fielmente a un país? ¿Cuál es la expresión que remite a una nación con tan sólo pronunciarla? Por iniciativa de un diario español, 20 escritores latinoamericanos se pusieron a averiguarlo. Y el poeta Juan Gelman fue el encargado de elegir el argentinismo más argentino: “boludo”.
La misma surgió como “homenaje” a la “diversidad” del español, “una lengua polifónica, policéntrica y en expansión” sobre cuya riqueza y preocupaciones disertaban unos 200 expertos en Panamá, señaló el periódico español, que convocó a narradores, poetas y ensayistas para que elijan el vocablo que mejor refleja a su país.
La convocatoria se realizó en coincidencia con la presentación de la edición digital del Diccionario de Americanismos publicado por la RAE y la Asociación de las 22 Academias de la Lengua, el cual reúne más de 70.000 entradas y 120.000 acepciones, sinónimos y variantes que pueden consultarse en la web.
“Vaina” en Colombia, “comodín universal que para todo sirve” en palabras de Laura Restrepo; “sinvergüenza” en Panamá, “sustantivo de la infinitud y, en consecuencia, de la libertad absoluta” para Carlos Wynter Melo; o “pinche” en México José Emilio Pacheco, “epíteto derogatorio” que “degrada todo”, “normaliza y vuelve aceptable una furia sin límites contra algo que nos ofende y humilla pero no podemos cambiar”, puede ser “un empleado, la suerte, un policía” o “lo que a usted se le ocurra”.
El Atlas se completa con acepciones como la “yapa” en Ecuador, “algo adicional, un regalo” según Gabriela Alemán; o “pija” en Honduras, adjetivo, verbo y sustantivo que define al órgano sexual y “se ha convertido en una palabra pijuda, es decir muy buena, porque con ella expresamos desde entusiasmo a la indiferencia, pasando por el enojo y estados alterados de conciencia”, señala María Eugenia Ramos.