¡Alerta! Mentira a la vista
Mentimos. Con más o menos intención, pero la mentira suele ser un recurso que utilizamos con frecuencia. Podemos ponerle el disfraz que nos apetezca, el de piadosa, intencionada o compulsiva, pero el objetivo que persigue siempre es el mismo engañar a nuestro interlocutor o, incluso, a veces a nosotros mismos. La mentira está presente en nuestro día a día. En nuestra vida pública y privada. Aldous Huxley decía que “una verdad sin interés puede ser eclipsada por una falsedad emocionante”.
Razones para mentir, seguro que todos tenemos alguna, pero los estudios demuestran que los engaños más frecuentes suelen centrarse en evitar dañar nuestras relaciones cotidianas, un castigo o en intentar aparentar algo que no somos. Las mentiras son también artimañas que utilizan las personas ambiciosas para obtener beneficios económicos con prácticas alejadas de la legalidad.
La mentira puede ser espontánea o maquinada. Estudios recientes demuestran que nuestra capacidad para evitar decir mentiras disminuye conforme avanza el día, es decir, que por las tardes y las noches somos más vulnerables y propensos a engañar. El estudio que llevó a cabo la Universidad de Harvard confirma que nos levantamos con un espíritu más honesto, que con el que nos acostamos. Los científicos lo atribuyen al desgaste físico y mental que vamos acumulando durante la jornada, algo que desgasta nuestra capacidad de controlar nuestras mentiras.
LAS CLAVES PARA DESENMASCARAR AL MENTIROSO
El refranero dice que “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo” y, como casi todos los dichos populares, no le falta razón. Cuando mentimos, de manera inconsciente emitimos una serie de señales que pueden delatarnos si nuestro interlocutor está atento a nuestro lenguaje corporal. No se trata de que ahora nos dediquemos a estudiar exhaustivamente cada uno de los movimientos de nuestro interlocutor, pero si tienes en cuenta los tics que acompañan siempre a una historia inventada, tal vez pueda ayudarnos a descubrir la falta de sinceridad en otra persona.
Muchos son los expertos que se han dedicado a examinar comportamientos para descifrar cuáles son los indicios claves que manifiesta un mentiroso. Algunos a tener en cuenta son las siguientes:
• El lenguaje no verbal: alguien que miente tiene una respiración agitada, suda, se sonroja, tartamudea o muestra signos de nerviosismo o inseguridad como rascarse frecuentemente la nariz, por ejemplo.
• La mirada nos delata: quien mira directamente a los ojos no tiene nada que esconder, sin embargo, una mirada huidiza o un pestañeo frecuente, suele ser una característica asociada al mentiroso.
• Los silencios: si estamos inmersos en el proceso de averiguar si quien tenemos delante es sincero o no con nosotros, un recurso eficaz es hacerle preguntas inesperadas. Los silencios muy prolongados o los rodeos son una señal de que, probablemente, esté inventando una nueva excusa para evitar decirnos la verdad.
• Atentos a las contradicciones: Se dice que el mentiroso tiene que tener buena memoria. Por eso, cuando sospechamos que alguien nos está engañando hay que estar atentos a las contradicciones que surgirán durante la conversación.
• Expresiones que dicen lo contrario. Existen una serie de expresiones que, cuando un mentiroso utiliza reiterativamente, suelen ser un síntoma inequívoco de que su conciencia no le deja tranquilo. Si insistentemente utiliza frases como “yo nunca te mentiría”, “¿confías en mi verdad?”, “es cierto, es cierto lo que te digo”, lo más probable es que delaten todo lo contrario de lo que literalmente dicen.
Tal vez estas claves puedan ayudarte a desenmascarar a alguien que no está siendo del todo honesto contigo. Como decía Sócrates “la mentira nunca vive hasta llegar a vieja”.
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