Los perros de terapia logran que los niños con
autismo sonrían, interactúen con su entorno y
mejoren su rendimiento escolar.
Los niños autistas se relacionan mejor con el mundo
exterior en la compañía de un perro, dicho de otra
forma el perro se convierte en los ojos del niño, y le
ayuda a relacionarse con el entorno que tanto le
asusta.
El perro tranquiliza a los escolares con autismo y
reduce el estrés que sienten en las aulas. Es decir, la
compañía de sus peludos amigos sirve a los
escolares con tendencia al aislamiento a seguir
mejor las lecciones y a relacionarse con sus
compañeros.