Son miles los orangutanes que mueren cada año en los incendios provocados de Borneo, pero la mayoría son expulsados al talar la selva, y asesinados cuando se les ve cerca de las plantaciones de palma aceitera. La extinción es inminente, según estimaciones para el 2020 no quedará ni uno solo en libertad, pero, al ritmo al que vamos, bien podría ocurrir mucho antes. Vivimos en una sociedad donde la divulgación científica que más llega a la gente es la de los titulares exagerados, aquella en la que se tergiversa la información para hacerla atractiva, aunque carezca de un análisis profundo. El círculo moral para la mayoría de las personas es muy pequeño, y lo es porque sus mundos son igualmente pequeños. De todos modos hay esperanza, cada vez más gente tiene acceso a la información y conoce que la cultura es un camino lleno de satisfacciones, aunque es un proceso costoso y lento. Hoy somos nosotros los que sufrimos por los orangutanes, cuando sea nuestra especie la que peligre será muy tarde para mirar hacia atrás; lo que no evitamos, lo que no denunciamos, lo que no hicimos… |