Federico García Lorca, el poeta español más reconocido internacionalmente, símbolo de la mejor época de la poesía española, fue asesinado en Granada en agosto de 1936. Su delito: ser republicano, homosexual y, sobre todo, una voz prodigiosa erigida en contra de las tradiciones más injustas.
La luna vino a la fragua con su polisón de nardos. El niño la mira mira. El niño la está mirando.
En el aire conmovido mueve la luna sus brazos y enseña, lúbrica y pura, sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna. Si vinieran los gitanos, harían con tu corazón collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile. Cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. Niño déjame, no pises, mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba tocando el tambor del llano. Dentro de la fragua el niño, tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían, bronce y sueño, los gitanos. Las cabezas levantadas y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya, ay como canta en el árbol! Por el cielo va la luna con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos. El aire la vela, vela. el aire la está velando