|
De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 09/10/2014 14:32 |
Juan Heinsohn Huala Gouda, sábado 21 de agosto, 2004
El día sábado 21 de agosto se realizó en Gouda, Holanda, quizá el más sencillo, pequeño y triste de los homenaje que durante el presente año se realizan en torno al centenario del legendario poeta chileno, premio Nobel de Literatura 1971, Pablo Neruda. Este día un pequeño grupo de personas se congregó en el viejo cementerio de Gouda, junto a la recientemente descubierta tumba de Malva Marina Reyes, única hija de Pablo Neruda, buscando recuperar de esta manera una página poco conocida de la vida del celebre poeta.
Tras largos meses de búsqueda, dirigida por la traductora Gien Klaster-Oederek y en la cual participara activamente Antonio Reinaldos, exiliado chileno residente en Holanda, se logró ubicar en el viejo cementerio de Gouda la tumba de Malva Marina Reyes, hija de Pablo Neruda y de su primera mujer María Antonieta Hagenaar Vogelzang, de origen holandés.
Isabel Lipthay, escritora chilena residente en Alemania leyó un texto relativo al hallazgo de la tumba de Malva Marina e interpretó junto a Martin Firgau algunas canciones latinoamericanas, incluyendo una conmovedora canción de cuna, que fue coreada con emoción por los chilenos presentes. Representantes del Partido Comunista de Chile y de la Fundación Pablo Neruda de Ámsterdam se hicieron presentes con breves mensajes, poemas y flores. Al contrario de lo esperado, no hubo presencia de autoridades o representantes diplomáticos del estado chileno.
Antonio Reinaldos, convocador de este homenaje, dio lectura a un mensaje del poeta e investigador Bernardo Reyes, sobrino de Neruda, que desde Chile, se hacia participe de esta, para su familia, significativa jornada celebrada en el viejo cementerio de Gouda.
Con este sencillo homenaje de cantos, flores y poemas, verdadero acto de reparación frente al abandono y olvido, Malva Marina, única hija de Pablo Neruda, busca dejar constancia de su pequeña presencia en la historia personal de quien es celebrado este año como uno de los poetas más significativos del siglo veinte. El rostro de Malva Marina, que permaneciera desconocido durante 70 años, sonríe ahora desde las numerosas fotografías entregadas generosamente por Fred Julsing, su hermano adoptivo, y que han pasado a engrosar el historial de su breve y silencioso paso por este mundo.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 4 de 4
Siguiente
Último
|
|
VIENE ...
Cuando en agosto de 1934 nació su hija Malva Marina, Pablo Neruda no daba más de felicidad. La niña había llegado al mundo con dificultad, prematura y bajo peso, pero él estaba dichoso y su primera reacción fue mandar tarjetas anunciando la noticia a los cuatro vientos. La alegría le duró poco: a los días Malva Marina comenzó a evidenciar una enfermedad congénita irrecuperable y que la condenaba a un destino aciago. Al parecer, en un primer momento su padre no quiso darse cuenta de la situación, a pesar de que la hidrocefalia ya había hecho crecer su cabeza desmesuradamente. El la veía como una niña hermosa y orgulloso la presentaba a los amigos que venían a conocerla. Uno de ellos, el poeta español y también premio Nobel Vicente Aleixandre contó que Neruda, con una sonrisa que no le cabía en la cara, lo llamó para mostrarle a la criatura que reposaba en su cuna. La poco amable descripción de lo que vio entonces apareció después en su libro Comprendí, pero no explico: “Yo me acerqué del todo y entonces el hondón de los encajes ofreció lo que contenía. Una enorme cabeza, una implacable cabeza que hubiese devorado las facciones y fuese sólo eso: cabeza feroz, crecida sin piedad, sin interrupción, hasta perder su propio destino. Una criatura (¿lo era?) a la que no se podía mirar sin dolor. Un montón de materia en desorden”. Luego, al correr de los días, Neruda debió aceptar que su hija estaba enferma y que no era el ser perfecto que él creía. En un principio, aún tenía la esperanza de que la condición de la niña mejorara. Así, por lo menos, se deja entrever en una carta que le manda a su padre, donde describe a su hija como una linda muñequita con ojos azules. “Ha costado mucho que viva. La niña es muy chiquita, nació pesando sólo dos kilos cuatrocientos gramos. La lucha no ha terminado aún, pero creo que se ha ganado ya la mejor parte y que ahora adelantará en peso y se pondrá gordita pronto”. Luego, sólo dos meses después, las descripciones cambian radicalmente de epítetos. Malva Marina deja de ser una muñeca de lindas facciones para convertirse en “un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos”, como escribe Neruda en otra carta, esta vez enviada a su amiga argentina Sara Tornú.
La vida se le hizo pesada al poeta. Su matrimonio con la javanesa de origen holandés María Antonieta Hagenaar iba de mal en peor y ya estaba enamorado de Delia del Carril, a la que había introducido en su casa como pensionista con el pretexto de que ayudaría y acompañaría a la reciente madre. La llegada de la criatura enferma no hizo más que empeorar las cosas. La chica, según el propio Neruda, no dormía, no lloraba y había que alimentarla con sondas, cucharitas y jeringas. La pareja pasaba las noches sin dormir y durante el día solían correr llamando a médicos o acudiendo “a las abominables casas de ortopedia donde venden espantosos biberones”. Luego, “la niñita de Madrid”, como la bautizó Federico García Lorca, quien celebró su nacimiento con un poema, comenzó a crecer. Según el escritor Luis Enrique Délano era pálida, de cabellos y ojos oscuros. “La recuerdo en su cuna y en el cochecito en que su madre la llevaba al parque... No hablaba, solamente miraba con sus grandes y dulces ojos, como asustados”. María Antonieta, en una carta enviada a su suegra a Temuco, cuenta que aunque Malva Marina estaba un poco atrasada por su enfermedad, decía algunas palabras y cantaba. “Es mi ángel, siempre tan paciente, siempre de buen humor. No nos molesta nunca”. Neruda, en cambio, escribió en esa época “Enfermedades en mi casa”, el único poema que se cree dice relación con su hija: “Y por una sonrisa que no crece, por una boca dulce/ por unos dedos que el rosal quisiera/ escribo este poema que sólo es un lamento/ solamente un lamento”.
Los recuerdos de amigos de Neruda y las cartas de sus padres son algunas de las pocas referencias que se tenía de Malva Marina Trinidad Reyes Hagenaar. Datos concretos: sólo el día de su nacimiento, el 18 de agosto de 1934 en Madrid y luego el de su muerte, el 2 de marzo de 1943 en Gouda, Holanda. Esa pequeña de mirada melancólica que fue inspiración del poeta granadino y fue acunada por Miguel Hernández, entró en el túnel del olvido. Una amnesia forzada por quien prefirió no acordarse más de ella y hasta rompió sus fotografías. Sus amigos jamás preguntaron ni indagaron. --------------------------------------------------------------------------------
Neruda se separó de María Antonieta dos años después del nacimiento de Malva Marina. En plena guerra civil española las fue a dejar a ambas a Montecarlo. Ellas partieron a Holanda y él se quedó en España, donde se dedicó a vivir plenamente su romance con Delia del Carril. En su tierra de origen, Maruca –como la llamaba su marido– no tenía parientes directos que la apoyaran dada su condición de javanesa casi de tercera generación. Salvo por algunas cartas que envió a Neruda pidiéndole recursos para la mantención de Malva y relatándole sus pequeños avances, no dio muchas pistas de su vida. Se supo que vivía en precarias condiciones económicas, que tenía muchas dificultades para cobrar una pensión de cien dólares que Neruda le mandaba y que entregó a la niña a una familia que la cuidó hasta su muy temprana muerte. En una carta que Maruca mandó al poeta y que Inés María Cardone reproduce en su libro Los amores de Neruda, habla de su desmejorada situación y le pide ayuda: “Es realmente imperdonable tu negligencia hacia nosotras, especialmente hacia tu bebé. Hoy 18 del mes no he recibido tu dinero. El 1 de este mes tuve que pagar los gastos de alojamiento de Malva Marina por el mes de octubre. Con mi salario sólo pude pagar una parte de ello. Qué vergüenza realmente. Ellos son tan buenas personas... Nunca encontraré gente tan buena otra vez. Malva es muy apegada a ellos... ella ha progresado mucho mentalmente. Ahora ni siquiera puedo ir a verla porque no tengo un centavo. Mi último dinero será gastado en enviar esta carta”. Neruda estaba en México cuando recibió en 1943 el telegrama desde Suiza que le informaba que su hijita había muerto sin dolor. No se tiene registro de la reacción del poeta. No escribió nada, no dijo nada en público y no asistió al funeral. Eso último, quizá, porque Holanda estaba sufriendo los embates de la Segunda Guerra Mundial. En los siguientes años tampoco dijo nada, no relató anécdotas ni describió sus sentimientos respecto al tema, como si Malva Marina Trinidad nunca hubiese pasado por su vida. Viajó mucho pero nunca fue a Gouda a dejarle flores a su tumba. Aun cuando le dedicó odas a cosas tan terrenales como la cebolla y el caldillo de congrio, ni un poema le escribió a “la niñita de Madrid”. “Yo creo que el impacto que sufrió con la enfermedad de su hija fue tan grande que no lo soportó y lo hizo escapar, lo que es una actitud muy masculina”, dice José Miguel Varas defendiendo a su amigo poeta. Lo mismo hace Inés Figueroa, directora de la Fundación Neruda: “Pablo hablaba de todo, pero nunca dijo nada acerca de su hija. Yo creo que su dolor era tan insoportable que prefirió el silencio”, explica, a la vez que profiere gruesos adjetivos contra la obra de teatro de Flavia Radrigán, titulada Un ser perfectamente ridículo. En ella aparece Malva Marina enrostrándole el abandono a su padre. La dramaturga no se extraña de los improperios, ya que para los nerudianos el tema de la hija del poeta no es grato, ya que humaniza a un Neruda “endiosado”. Mientras que un amigo de Neruda aconsejó no escarbar más sobre el asunto “porque ya está agotado”, Bernardo Reyes, sobrino del escritor, no lo rehúye. Advierte sí que no se saquen conclusiones apresuradas y que se considere las circunstancias en que ocurrieron los hechos. “La conclusión más apresurada es que Neruda fue un infame, pero las cosas no fueron tan así. Hay miles de factores que hay que tomar en cuenta como la guerra, sus esfuerzos por mandar dinero, las persecuciones que sufrieron sus amigos, sus desplazamientos. Sin duda es un capítulo oscuro de su vida, que permite varias lecturas y que hay que investigar”. Las nubes se disipan Antonio Reynaldos, chileno que reside hace 18 años en Holanda, comenzó a investigar el destino de Maruca y Malva Marina. Averiguando pacientemente, pidiendo ayuda por medio de internet y en archivos municipales llegó a dar, hace algunos meses, con la tumba de la niña. En el cementerio de Gouda estaba su abandonada lápida llena de malezas y con letras casi ilegibles que decían en holandés: “Aquí descansa nuestra querida Malva Marina Rejes”.
Ese importante descubrimiento, que dio más bríos a las investigaciones en torno a su corta vida, se hizo posible gracias al tesón de Reynaldos y al hecho de que el antiguo cementerio había sido declarado monumento nacional. De lo contrario, y debido a que ya habían caducado los derechos de la tumba, los restos de Malva Marina hubiesen pasado a fosa común como sucedió en el cementerio de La Haya con los de su madre, fallecida en 1965, “Allí estaba la tumba de Malva, en un cementerio donde hace años ya no hay entierros. Cerca hay una fábrica ruidosa con grandes chimeneas. Fue una sensación muy rara. Le encargué al cuidador que reescribiera la lápida”, cuenta Reynaldos. Otro dato que este chileno averiguó fueron las direcciones registradas de Maruca en Holanda. Eran alrededor de cinco y casi todas correspondían a casonas de barrios residenciales, lo que hace pensar que subarrendaba piezas o vivía de allegada con familias amigas. También conoció los nombres de la familia custodia, la que cuidó a Malva Marina hasta el día de su muerte, cuando tenía algo más de ocho años. Se trataba del matrimonio holandés compuesto por Hendrik Julsing y Gerdina Sierks y sus hijos Heika, Geesje y Frederik. Aunque envió cartas a muchos Julsing que aparecían en la guía telefónica holandesa, no hubo respuesta; ni siquiera se presentaron parientes cercanos que dieran alguna pista. El mensaje que sí tuvo suerte fue un mail enviado por Fibra a un Julsing que aparecía en la red y que vivía en una ciudad cercana a La Haya. “¿Es usted Frederik Julsing, el hijo de Hendrik Julsing y Gerdina Sierks, padres adoptivos de Malva Marina Reyes?”, era la pregunta. A las horas, llegó la respuesta: “Sí, soy yo, pero poco puedo colaborar con datos acerca de Malva. Cuando ella fue parte de nuestra familia yo tenía pocos años, pero recuerdo su adorable cara y su hermosa sonrisa. Si a alguien hace feliz puedo enviar fotografías”. A los pocos días, Julsing cumplió: escaneó y envió a Chile las únicas fotografías que quizá existen en el mundo de Malva Marina Reyes. Esas imágenes corresponden al verano de 1939 y muestran a una niña de mirada melancólica. Con un moño en su pelo oscuro y un vestido de cuello de encajes paseaba con sus muy rubios hermanos cerca de lo que parece un lago. Ellos la llevaban en un carrito leñero, juguete habitual de los niños de esa época. Julsing también envió una fotografía de Malva con Maruca y de Malva sonriéndole a la cámara. Esas imágenes echan por tierra el mito del ser monstruoso, impresentable y “perfectamente ridículo” que se tejió en torno a su persona. Se le ve la cabeza algo desproporcionada al pequeño cuerpo y estrabismo en uno de sus ojos, pero sus facciones son suaves y delicadas, y su sonrisa coqueta. Da la impresión de que a pesar de la ausencia de su laureado padre y de su enfermedad, ella fue feliz e hizo felices a los que la rodearon. Frederik, que ahora se viene a enterar de que su hermanita era la hija de un premio Nobel de literatura, la recuerda con cariño y aún la trata de “nuestra Malva”.
Al hacer esfuerzos por recordar, menciona a la madre que los iba a visitar de cuando en cuando, y sobre todo la dulzura de la niña que no hablaba ni cantaba, pero sí sonreía. Para mí, Pablo Neruda era un poeta cercano. Lo había conocido de niño cuando mi padre, miembro de la plana media del Partido Comunista, fue al departamento de un amigo, donde estaba alojando Neruda, para que firmara un documento. Después de su siesta él firmó y me regaló una figura del Sputnik soviético. Cuando comenzó a hablarse del centenario de Neruda me quedó algo flotando: qué había pasado con su primera mujer, con quien se casó en Indonesia. Al comienzo también la confundía con la fogosa Jossie Bliss, la amante que tuvo en Birmania. Tenía la idea de que se habían casado y separado en Indonesia, y que su hija había muerto allí. Me puse a buscar, básicamente en internet. Entonces me enteré de que habían vuelto juntos a Chile, antes de seguir a Argentina y España. Hasta ese punto llegaron los testimonios de quienes conocieron a Malva en Madrid. Una vez que partió con su madre se perdían las pistas.
Avisos en revistas femeninas y fuentes de internet me dieron por fin un resultado: una persona del Archivo Regional de Gouda me escribió para contarme que, a raíz de un pedido similar, había investigado en los archivos locales y encontrado que Malva Marina estaba sepultada en el viejo cementerio de la ciudad. Basándose en esta información, la periodista chilena Isabel Lipthay escribió un artículo que salió publicado en Chile en Siete+7. Luego comenzaron a llegar reacciones de distintas personas. Una de ellas fue la de Alejandra Gajardo, colaboradora de Fibra, revista que hasta entonces yo desconocía. Me dijo estar interesada en el tema y me preguntó si había modo de encontrar a la familia adoptiva de la niña. Le expliqué que yo había escrito a una docena de Julsing de la guía de teléfonos holandesa y que una traductora que estaba abocada a la misma búsqueda le había mandado cartas a todos, sin conseguir que nadie siquiera los recordara como familia lejana. Le envié los pocos datos que tenía y a los dos días me llamó: “¡Encontré a Fred Julsing!”. Después de este inesperado descubrimiento, las cosas ocurrieron aceleradas: Alejandra le hizo algunas preguntas por mail y Fred las respondió en forma sucinta. Ella le consultó si yo podría a contactarlo, a lo que accedió sin problemas. Así, luego de un intercambio de mails, lo llamé para hacer una cita: “Cuando le parezca, cualquier día está bien”, me dijo.
Acordamos un sábado a las 2 pm. Ese día había un sol radiante a pesar de la semana lluviosa. Me encaminé en bus a su ciudad, no lejana de donde vivo. Es una típica ciudad dormitorio planificada al detalle. Salvo un mínimo centro histórico, el resto son amplias zonas residenciales, parques y carreteras. Subí hasta su departamento en una torre muy moderna y acomodada, cerca del centro. Salí del ascensor y allí me estaba esperando en el pasillo el tan buscado hermano de Malva Marina. Representaba mucho menos que sus 66 años. Un tanto macizo, frente muy entrada, grandes bigotes grises, jovial y entusiasta.
Autorretrato. http://www.vilmar.freeler.nl/nieuws.html
Entré en el departamento amoblado con sobriedad, me presentó a su esposa, en ese momento sentada al computador, y luego nos pusimos los tres a conversar. Sobre la mesa del living estaba el álbum de fotos familiar, abierto en las páginas donde estaban las únicas fotos conocidas de Malva Marina en el mundo. Se ve a Malva sonriendo junto a tres niños, sentada en un carrito en un parque al lado de un lago. “Esto fue el verano del 39. Yo tenía entonces dos años, mi hermana Geesje cuatro y Heika 8, fue el último verano antes de la guerra”, me dijo. En otra foto aparece junto a una mujer a la que no se le ve el rostro. Después de compararla con las fotos aparecidas en un artículo de la revista Cuadernos, no nos queda duda de que es Maruca quien la tiene en brazos. Fred insistió en que lo que él recordaba era casi nada: “Sólo su sonrisa, una sonrisa tan dulce, la tengo grabada en mi recuerdo”. Julsing señala estar sorprendido ante el interés por esta niña ya muerta hace tanto tiempo. Le cuento lo del centenario de Neruda y de cómo la existencia de la niña fue siempre ignorada. Neruda le suena vagamente, por lo que le explico un poco su importancia para los hispanohablantes y para la poesía en general. Me confirma entonces que nunca oyó hablar del padre de Malva, nunca se mencionó en su casa y es primera vez que se entera. De un comienzo me advirtió lo que ya le había dicho a Alejandra y a mí por mail: “Lo que recuerdo es casi nada y es muy poco lo que le puedo contar”. Le insistí que cosas que para él son obvias o evidentes, son de interés para quienes quieren saber más de la historia de su desdichada hermana adoptiva, muerta durante la guerra.
-–¿Su familia proviene de Groningen (ciudad al norte de Holanda)? –Mis padres, claro. Ellos se casaron en Groningen y en 1929 mi padre solicitó un puesto en la central eléctrica de Gouda y se mudaron allí. Todos, los seis hermanos nacieron en Gouda.
–¿Seis? Sólo sabíamos de tres.
–Sí, luego de la muerte de Malva nacieron otras tres hermanas. Yo soy el único varón en la familia. De las hermanas, la mayor vive en Austria junto a su hija y las otras nacieron después de la guerra. Una, la que me seguía en edad, ya murió y hay una de la que nunca más supimos porque una vez salió a ver al doctor y jamás volvió.
–¿Y sabe usted cómo Maruca tomó contacto con sus padres?
–No tengo idea, supongo que pudo haber sido a través de alguna institución de la Iglesia.
–¿No tenía ninguna relación de amistad previamente, no se habló nunca de ella en la familia?
–No, hablamos naturalmente de Malva, pero nunca de su madre.
–Fue una tarea pesada la que ellos tomaron, siendo una niña que requería tanto cuidado. ¿Por qué lo hicieron?
–Bueno, mis padres siempre fueron solidarios. Recuerdo que mi madre fue madre de leche de un niño de unos vecinos. Mantuvieron esa actitud toda la vida. Ciertamente Malva no podía caminar, como puede ver en las fotos.
–¿Ella tampoco hablaba?
–No, ella tampoco podía hablar.
–Pero dicen que cantaba...
–Eso dicen, pero yo no recuerdo nada, pero tenga en consideración que entonces yo era un niño y tal vez cantaba a su manera.
–¿Y ella murió debido a su enfermedad? –
Ciertamente, es una enfermedad con la que un niño no puede vivir mucho tiempo.
–¿Pero estuvo internada en un hospital?
–No, que yo sepa no estuvo en el hospital y debió morir en nuestra casa.
–¿Todo ese cuidado de esta niña enferma, no requería una gran dedicación?
–Seguramente debía ser llevada al doctor y cuidar mucho de ella, pero fue aceptada y tratada como una hija más de la familia.
–Esto sucedió en tiempos de guerra, periodo especialmente duro para todos, más para su familia con el cuidado de esta niña enferma.
–Sí que fueron años duros, sobre todo al final de la guerra. Había mucha hambre. Mi padre salía en su triciclo a conseguir comida al campo. También habían bombardeos aéreos y Gouda sufrió muchos. Hasta hoy, oír las sirenas me recuerda esos tiempos (en Holanda se ensayan las sirenas de alarma una vez al mes).
–¿Y cuál es su profesión?
–Al jubilar yo era asistente científico en defensa. Trabajé en electrónica y finalmente estaba ocupado en software para fines militares.
–Hay otra cosa que no se sabe. Los derechos de la tumba de Malva fueron renovados en 1971, cuando Maruca ya había muerto (en 1965). ¿Fueron quizá sus padres quienes los pagaron?
–No lo sé, lo dudo. Como le digo, se hablaba de tanto en tanto de Malva, pero nunca más allá de recordar lo dulce que era. Si es que lo hicieron, no se lo contaron a los niños.
Hace algunos días el diario local de Gouda publicó un artículo sobre Malva Marina. Su autora incluyó mi nombre y teléfono para quienes tuvieran información adicional y que pudiesen facilitarla. El mismo día alguien me llamó y me dijo: “Mi madre era la niñera de Malva”. Yo, que nunca oí hablar de niñeras (ya que en Holanda sólo eran empleadas por familias acomodadas), no salía de mi asombro. Además, con el encuentro con el señor Julsing había dado por cerrada toda nueva información en Gouda. La mujer me dio el teléfono de su madre y la llamé de inmediato. Y ella me confirmó. “Sí, yo estuve contratada por la familia Julsing para cuidar a la niña”. Hicimos una cita y en un lluvioso y gris domingo del verano holandés fui a su casa, un departamento en un edificio para personas mayores con un centro de servicios incluido. Me recibió afectuosa y entusiasta. Sus 85 años confesados no le han quitado ni una pizca de viveza y lucidez. En la mesa del departamento estaban los recortes de los dos diarios de Gouda con el artículo sobre Malva Marina y el de la periodista chilena radicada en Alemania Isabel Lipthay sobre el hallazgo de la tumba de la niña, que fue publicado en julio en un diario belga. Me señaló que tenía una foto junto a Malva Marina, pero que la perdió.
–¿Cómo llegó a trabajar con los Julsing?
–Bueno, apareció un aviso en el diario pidiendo una niñera, me presenté y me tomaron. Su casa estaba lejos de la mía, al otro lado de la vía férrea y cerca de la estación. Yo tendría unos veinte años cuando empecé, justo antes de la guerra. Estuve con ellos por año y medio hasta que conseguí otro empleo.
–¿Y qué debía hacer usted?
–Hacerme cargo de Malva: vestirla, lavarla, darle de comer, sacarla a pasear cuando el clima lo permitía. Claro que al pasear por la calle la gente la miraba ya que su cabeza era demasiado grande y sus bracitos y piernas delgados.
–¿Y cómo era ella?
–Oh, si me parece estar viéndola de nuevo: sus ojos castaños, su pelo oscuro, su sonrisa y su actitud alegre, cariñosa. Era tan, tan dulce.
–¿No podía caminar?
–No, ni hablar, ni siquiera tomar cosas, pero siempre estaba de buen ánimo y se alegraba al verme. Hacía ruiditos, con una entonación a su manera. Es decir, sabía quién era yo, que la cuidaba y acompañaba y me tenía cariño. Aunque no podía decirlo, lo veía en sus ojitos.
–¿Y su madre, la venía a ver?
–Cada mes. Ella traía el dinero que daba a la familia por cuidarla, y con ese dinero se pagaba mi salario. Era una mujer muy alta, buenamoza, de pelo oscuro. También conversaba conmigo y me agradecía que cuidara a su hijita. Una persona muy agradable, permanecía algunas horas y partía de nuevo.
–¿Sabe usted cómo tomó contacto con los Julsing en Gouda, siendo que ella vivía en La Haya?
–No lo sé, tal vez haya sido a través de grupos ligados a la religión de los Julsing: Christian Science. Nunca nadie me lo dijo, pero sí es cierto que ella la visitaba regularmente.
–¿Y cómo era su rutina? –Yo llegaba a las ocho de la mañana y me hacía cargo de la niña hasta después de la comida de la noche (a las 18 horas en Holanda). Ella comía lo mismo que el resto de la familia. Mientras dormía yo hacía algún trabajo doméstico liviano.
–¿Ella requería mucha atención médica?
–No recuerdo haber visto nunca a un doctor en casa, ni que estuviera en el hospital. La doctrina de la familia, basada en la Christian Science, era que la enfermedad y el dolor debían ser combatidos por la fuerza de voluntad. No creían mucho en doctores.
–¿Y luego de que dejó a los Julsing no supo más de ellos?
–No, sé que se mudaron a La Haya, pero no me enteré de la muerte de Malva. Hace unos 15 años tomé contacto con Fred Julsing, el dibujante, para saber algo de ellos, pero nunca llegué a hablar con él. (Fred Julsing, un renombrado dibujante holandés es primo de Fred Julsing, hermano adoptivo de Malva Marina). Me acuerdo muy bien de ellos, eran muy amables. El señor Julsing con su gorra de la compañía de electricidad y su particular manera de caminar. La señora Julsing sentada en la sala de la casa.
–¿Qué le parece que después de tantos años se vuelva a hablar de Malva, a quien usted cuidó?
–Me parece increíble que después de tantos años haya gente que aún se acuerde de ella. |
|
|
|
Mi querido cerdo[“Mi dear Pig” en el original],
Es realmente imperdonable tu negligencia hacia nosotras, especialmente para tu bebé. Hoy 18 del mes no he recibido tu dinero. El 1º de este mes tuve que pagar los gastos de alojamiento de Malva Marina por el mes de octubre. Con mi salario sólo pude pagar una parte de ello. Qué vergüenza realmente. Ellos son tan buenas personas... Nunca encontraré gente tan buena otra vez. Malva es muy apegada a ellos... ella ha progresado mucho mentalmente. Ahora ni siquiera puedo ir a verla porque no tengo un centavo. Mi último dinero será gastado en enviar esta carta. [...] La última vez me mandaste sólo $68 en vez de $70. Espero que puedas agregar los 2 a los próximos $70 y me envíes $72. Por favor, envíame el dinero lo antes posible [...] Debemos estar muy agradecidos hacia estas personas donde ella está, así es que por favor cumple tus deberes de padre [...] Bueno, chancho, querido, envíame pronto el dinero por favor [...] Malvita envía muchos besos a su papi y yo también, Tu chancha (“your Pig” en el original)
María Antonieta HAGENAAR
| |
|
|
|
|
Publicado: Vie Oct 15, 2004 05:11 Asunto: |
|
|
En 1929 Pablo Neruda asistió al Congreso Panhindú, en Calcuta, donde conoció a Gandhi. Posteriormente, en 1930, fue nombrado cónsul en Colombo, Ceilán. En esa época contrajo matrimonio con María Antonieta Hagenaar.
Pablo Neruda conoció a María Antonieta en Java (Batavia) era hija de holandeses, residía allí con su familia. Sin duda, en aquel tiempo, su joven novia le resultó buena compañía para conocer mejor la feraz isla.
"Había conocido una criolla, vale decir holandesa con unas gotas de sangre malaya, que me gustaba mucho. Era una mujer alta y suave, extraña totalmente al mundo de las artes y las letras", dice Neruda en Confieso que he Vivido.
El nombre María en holandés se dice Maryka y Neruda lo encontraba muy feo, por eso no tarda en transformarlo en uno muy chileno y, por cierto, con diminutivo. Es así como en la foto de recuerdo de la boda, se puede leer Maruca de Reyes. Se casaron el 6 de diciembre de 1930, en Batavia.
Pablo Neruda en su cargo de cónsul es trasladado a Singapur en 1931 y Maruca viaja donde él Pero la estancia de la señora Reyes fue breve, pues la crisis mundial obliga al gobierno chileno a suprimir ese cargo. Maruca llega a Chile en 1932, acompañando a su marido de regreso a su lejano país natal.
María Antonieta llega a Temuco donde sufre la fría recepción de la familia de su marido. No necesita mucho dominio del idioma ni demasiada sagacidad para notar entre esa gente el poco entusiasmo por la llegada de un joven sin oficio, sin recursos ni ahorros, sin expectativas económicas, poeta más encima, pero acompañado de una mujer sana, fuerte, de buen apetito, y, por si fuera poco, una extranjera que ni siquiera domina el castellano.
La pareja pronto parte a Santiago. Neruda se reincorpora enseguida a su ambiente que no ha variado mucho desde su partida a hacerse cargo del consulado. Se sabe que María Antonieta Hagenaar tampoco fue bien acogida por los amigos. Pero con una excepción: María Luisa Bombal, ve en Maruca a una "mujer alta y silenciosa, poco aficionada a las noches de bohemia".
Maruca y Pablo parten a Buenos Aires en agosto de 1933. Al mes siguiente, se les reúne María Luisa Bombal, con quien a esas alturas eran muy buenos amigos.
Volviendo al hogar nerudiano, Pablo y Maruca se empeñaron en disimular las discrepancias y éstas no se traslucían en el ámbito diplomático.
Los Neruda no permanecieron en Buenos Aires y partieron a España en 1934. Ansiedad, temor y alegría ante el nacimiento de su próxima hija, le darán a Maruca ánimos para enfrentar un nuevo arribo a otro mundo extraño. Y llegaron a Madrid donde su marido sucederá a Gabriela Mistral en el consulado.
Maruca tuvo una hija y le gustó el nombre elegido por el padre: Malva Marina.
Pero una lamentabla noticia arruinó la felicidad de la pereja. El médico les explica que la criatura tiene un defecto congénito y que no tiene remedio. Se agudizan todas las desavenencias, son inevitables los rencores, las sospechas, las suposiciones estériles y corrosivas. En "Maternidad" se percibe no sólo que para él no hay consuelo, sino también una reconvención amarga:
¿Por qué te precipitas a la maternidad y verificas tu ácido oscuro con gramos a menudo fatales?(...) Oh madre oscura, hiéreme con diez cuchillos en el corazón hacia ese lado, hacia ese tiempo claro, hacia esa primavera sin cenizas.
En otro poema Neruda expresa su paternidad herida:
Estoy cansado de una gota estoy herido en solamente un pétalo, y por un agujero de alfiler sube un río de sangre sin consuelo, y me ahogo en las aguas del rocío que se pudre en la sombra, y por una sonrisa que no crece, por una boca dulce, por unos dedos que el rosal quisiera escribo este poema que sólo es un lamento, solamente un lamento.
A partir de este momento, la pareja se aleja más y más hasta que Neruda encuentra refugio a su dolor, en los brazos de Delia del Carril, una belleza Argentina que le abre las puerta del mundo artístico europeo y argentino, donde forman parte de la Alianza de Intelectuales de España en los tiempos de la República, con otros intelectuales como Rafael Alberti, García Lorca y Vicente Aleixandre. | |
|
|
|
|
Publicado: Vie Oct 15, 2004 05:13 Asunto: |
|
|
Este poema de García Lorca vió la luz por vez primera en las páginas de abc en 1984
Versos en el nacimiento de Malva Marina
¡Malva Marina, quién pudiera verte delfín de amor sobre las viejas olas, cuando el vals de tu América destila veneno y sangre de mortal paloma!
Niñita de Madrid, Malva Marina, no quiero darte flor ni caracola; ramo de sal y amor, celeste lumbre, pongo pensando en ti sobre tu boca.
Federico GARCÍA LORCA | |
|
|
|
|
Publicado: Vie Oct 15, 2004 05:19 Asunto: |
|
|
Neruda reflejó su pena y desconcierto en diversos poemas como “Maternidad”, “Oda a un lamento” y “Enfermedades en mi casa”.
“Y por una sonrisa que no crece, por una boca dulce, por unos dedos que el rosal quisiera escribo este poema que sólo es un lamento, solamente un lamento”.
(Fragmento de Enfermedades en mi casa).
................................................................
Pablo en una carta le comentó a su amiga Sara Tornú de Rojas Paz, alias La Rubia, poetisa argentina:
“Federico, en Granada, desde donde ha mandado unos lindos versos para mi hija. Mi hija, o lo que yo denomino así, es un ser perfectamente ridículo, una especie punto y coma, una vampiresa de tres kilos [...]. La chica, me decían los médicos, se muere, y aquella cosa pequeñita sufría horriblemente, de una hemorragia que le había salido en el cerebro al nacer”. | |
|
|
|
|
Publicado: Vie Oct 15, 2004 05:22 Asunto: |
|
|
Antonio Skármeta.-
Sin duda se trata de un episodio bastante desafortunado, en la vida de Neruda. No solamente porque vivió un momento muy difícil cuando suceden las incidencias que usted menciona: era la guerra civil española, Europa estaba pasando por una crisis global con la gran ofensiva del fascismo. Neruda estaba ocupadísimo en salvar a muchos españoles, a los que logró llevar a Chile. Estaba fuertemente implicado en la vida política, y efectivamente en los versos de aquella época no hace alusión con nombre y apellido a su hija Malva Marina, como sí lo hizo su gran amigo, el poeta español Federico García Lorca, que escribió una especie de poema oración dedicado a la niña. Ahora, no es del todo efectivo que Neruda no haya escrito poemas dedicados a su hija. Hay dos poemas inmensamente doloridos, atormentados y bellísimos sobre ella: uno se titula "Enfermedades en la Familia" donde el tema es la niña Malva Marina. No obstante es efectivo que este episodio de su vida, que tuvo que ser muy difícil, Neruda lo neutralizó, lo quiso olvidar o desprenderse de él. Al mismo tiempo no hay que olvidar que Neruda, en aquella época, ha sufrido un proceso de desenamoramiento de Antonieta Hagenaar y ha iniciado una nueva relación, con la argentina Delia del Carril. Me imagino que habrá sido una época extremadamente complicada para Neruda. En Chile, el Teatro Nacional chileno, va a montar 5 obras por encargo, en torno a Pablo Neruda. Una de estas obras la está haciendo la dramaturga Flavia Radrigán, y su tema es justamente la relación misteriosa y aparentemente tan conflictiva de Neruda con su hija Malva Marina y su madre. | |
|
|
|
|
Publicado: Vie Oct 15, 2004 05:24 Asunto: |
|
|
OCHO FRAGMENTOS de la obra teatral “Un ser perfectamente ridículo” de la dramaturga FLAVIA RADRIGÁN
(FRAGMENTO 1) ........ Malva : Le hice una pregunta, señor Neruda. (Pausa) “No responde. La mayoría de los recién llegados se transforman rápidamente en estatuas que lloran, o en lobos incendiados por la cola que embisten despavoridos contra las sombras de personas o de palabras que pueblan este crepúsculo interminable. Él no, el señor se permite permanecer impávido frente a la desolación general... Pero no me trago que por ser quien es, su actitud de ausencia sea de origen laberíntico, que esté fuera de nuestra pobre comprensión de inferiores. No sé que vivirá aún en él, a quienes verá pasar por sus recuerdos. Solo sé que a mí no, que a mí no. Puedo atestiguar que morí cien veces frente a las puertas de su torre, sin que él se diera cuenta. Hijo de perra” (Se vuelve hacia él) Le hice una pregunta, señor Neruda.
(FRAGMENTO 2)
Jan : Primero el baldado tendrá que escucharme! (Lee la hoja que ha sacado) “Inscripción numero 450 del 1° de Agosto de 1904, en donde, según sentencia judicial ejecutoriada que se archiva en el legajo de nacimiento del presente año con el numero de esta inscripción, se deja constancia que el inscrito como Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto, llamárase de ahora en adelante Pablo Neruda”. ¡Con qué derecho! ¡Qué significa esto!
Pablo : Un homenaje.
Jan : (A Malva) ¿Escuchó? ¡Homenaje! ¡Robo, aprovechamiento, muerte civil, plagio, estafa! (Se acerca a él) ¡Si te querías hacer notar por qué no te pusiste Shakespeare, chuchas de tu madre, o Eurípides o Mallarmé o... Tapa de libro o Mantel de Turno, aprovechador de mierda!
Malva : Calma, calma, así no, señor Neruda, así no.
Jan : ¡Me robó lo que era más mío en la tierra, mi nombre, me robó el nombre!
(FRAGMENTO 3)
Un breve, incómodo silencio
Jan : Malva Marina ¡quién pudiera verte delfín de amor sobre las viejas olas cuando el vals de tu América destila veneno de sangre de mortal paloma! ¡Quién pudiera quebrar los pies oscuros de la noche que ladra por las rocas y detener al aire inmenso y triste que lleva dalias y devuelve sombras! (Los mira) ¿Por qué no reaccionan? Hay que centrar esto. ¡Malva, se lo escribió García Lorca! Recuérdelo. El elefante blanco está pensando Si te dará una espada o una rosa; Java, llamas de acero y mano verde, El mar de Chile, valses y coronas. Niñita de Madrid, Malva Marina, No quiero darte flor ni caracola; Ramo de sal y amor, celeste lumbre Pongo pensando en ti sobre tu boca.
Pablo : Escribí a todo lo que debía escribir. Mi verdadero tema fue el amor (Se acerca a ella, le toma las manos) Pero no podía abarcarlo en su totalidad, sólo me dieron una vida, y los enemigos del amor son demasiados.
(FRAGMENTO 4)
Malva :Que no era nada Que no era nadie Y que era todo lo que tenía Dios, haz un pronunciamiento Da un golpe Tómate el poder Pero haz que este hombre se calle Que me deje hablar Un pez, un pájaro, un grito No una niña. Nunca una niña
(FRAGMENTO 5)
Pablo : (Para sí) “Qué diálogo más banal, más estúpido. Me quieren arrastrar hacia algo obscuro, hacia algo siniestro, y están esperando el momento propicio; es como una enorme ola en suspenso, o como el presentimiento de que escucharemos un extraño crujido en la noche. Pero pierden su tiempo, la gloria que me envuelve es un escudo impenetrable, (Jan encuentra lo que busca, mira a Malva pidiéndole autorización, ésta asiente. Jan tira de la hoja sacándola) aún cuando lograran abrir una brecha, nada obtendrían; lo que prevalecerá por siempre es aquello que levanté sobre la tierra. Hombre providencial, labriego infinito, soy inmune, completamente inmune.”
Jan : ¿Por qué no se extrañó al escuchar mi nombre?
Pablo : ¿Eso es todo lo que quiere saber?
Jan : No.
Pablo : Entonces desnúdese de una buena vez. Terminemos con estas vueltas y revueltas; saltemos adentro, al corazón de su infierno.
Malva : Y del mío.
Pablo : Del nuestro.
(FRAGMENTO 6)
Pablo : Le hice una pregunta, niña, ¿qué significa Locustateología?
Malva : ¿Se burla de mí?
Jan : Yo creo que sí, que sí, que sí.
Pablo : No, desde luego que no. (Pausa breve) Que no, que no.
Malva : Locustateología quiere decir, Teología de las Langostas.
Pablo : ¿De las langostas? ¿Es decir, langostas buscando a Dios?
Malva : Sí. Y no a un Dios langosta. A Dios.
Pablo :¡Vaya, cuanta desesperación por encontrar a un Padre!
Malva : A Dios.
Jan : Fueron temas de Físicoteologías, señor Basoalto. Estuvieron muy en boga a fines del siglo XVII. Yo sí sé de eso.
Malva :¿De verdad no lo sabía?
Pablo : No, ya se lo dije. Esto me ha sorprendido
Jan : Fue una verdadera fiebre.
Malva : Ranateología, Petinoteología...
Pablo : ¿Los petisos buscando a Dios?
Jan : Qué vulgaridad, señor, que vulgaridad.
Malva : No. Los peces. Astroteología, Costoteología...
Pablo : ¿Los que sacan la cuenta sobre el costo de buscar a Dios?
Malva : No, aunque usted siga con su turbia costumbre de rechazar lo que no le sirve para exhibir, debe reconocer que lo feo existe. (Pausa breve) Para su información, costoteología es la teología de las hierbas...
Jan : Y harto que les costó llegar a ella.
Malva : ...Y la Brontoteología que es...
Pablo : Ah, claro, la teología de los brontosaurios.
Malva : No, la de la tormenta.
Pablo : (Harto) ¿Y no hubo nadie que escribiera sobre Mierdateología?
Jan : No, ni tampoco sobre el Dios de los padres abandonadores, así que aproveche de escribirle una oda.
Malva : ¿Hecesteología, quiere decir usted?
Pablo : No, hablo de alhorre, sirle, o deyección, lo que usted conoce probablemente como mierda, excremento, deposición, caca, plasta, boñiga o zurullo. Eso hubiera sido una búsqueda mucho más interesante, cálida, íntima y verdadera.
Malva : Sí, supongo que sí. ¿Pero de qué se extraña? Usted le escribió a los congrios, a las piedras y a las cebollas.
(
| | |
|
|
|
(FRAGMENTO 7)
Pablo : Lo siento, entiendo el lenguaje de los carretoneros pero no lo hablo,
Jan : (A Malva) ¿Escucho? ¡Me llamó carretonero, sigue menoscabándome, el odamaníaco!
Malva : Usted se expuso.
Jan : ¿Está con él?
Malva : ¡No, no, no, de ninguna manera!
Jan : Sí, está con él. Claro, es su padre.
Malva : Nunca tuve padre, nunca. Alguien se metió con mentiras en lo hondo de mi madre y me arrancó de sus tuétanos, para tirarme a la vida convertida en un engendro destinado sólo a gemir en la oscuridad. Decían que era un gran poeta, un incansable creador de mundos y de belleza. Pero yo sólo recuerdo su ausencia, mundo de horrible y desolada pobreza y los tarareos de una madre desesperada, que solo tenía su voz para darme de alimento.
Jan : (A Neruda) ¿Escuchó?
Pablo : Sí.
Jan : ¿Y qué tiene que decir?
Pablo : Nada. Podría repetir que uno se pasa la vida aprendiendo a vivir, y que cuando aprende, se muere. Pero no diré nada, creo que ni el desprecio ni el resentimiento bastan para sustentar una conversación.
Malva : Se equivoca, ésta no es una conversación.
(FRAGMENTO OCHO)
Monólogo final de Malva
Malva : Maldito hijo de perra puede morirse si quiere ¡Púdrase! Reviéntese comiendo y bebiendo. Siga aprovechándose de los que lo admiran. Todo esto se reduce a su muerte a su olvido. Vuelva a la concha de su madre (ríe) Estoy conmovida. La emoción me tiene paralizada. Estaba muerta antes de nacer. (ríe, entristece) Cómo puedo enterrarlo si lo único que deseaba era que llegara, para mirarlo, para escucharlo. Quería jugar. Tenía tantas ganas de jugar con él. Que me defendiera de las burlas, de las preguntas de los otros niños. Que llegara a buscarme con un dulce con un globo en la mano. Sólo quería que me escuchara cantar. Dios, no sabía qué hacer con esto Me negaba a actuar como él lo hizo conmigo. Porque yo era un ser perfectamente normal sabía bailar, leer. Yo sentía. Por eso estoy aquí. Por eso he crecido. Me bautizó Malva Marina para que conociera las virtudes de su signo, de sus océanos y el agua se me metió por la vida, llenó mi frente de olas y espuma, los peces me usaron de cebo . Y aún así, sobreviví. Necesaria e inútil como el sol entre los muertos. Sin rocío ni flores, envuelta en trozos de recuerdo, ligera y hermosa como nube de luciérnagas. Qué feroz la razón. Sé que no me quiere que no le importa escucharme. Que lo encuentra inútil, que sus amantes y celebraciones llenaron el espacio de mis juegos y mis canciones, que para mí no habrá respuestas. Pero aquí estoy. Ahora puedo hablar, aprendí a hacerlo para que los gritos no me rompieran la piel para que no me desgarraran el rostro, y no lo voy a dejar de hacer hasta vaciarme, hasta volcarme. Hasta que la niña vea cómo la mujer que soy, entierra al padre, cómo lo olvida. Porque a ese hombre inútil le dolieron mis facciones. Porque me dejó en el hocico de un perro Porque no me alimentó. Porque no puso flores en mi tumba. Porque me abandonó hasta en mi muerte. Gritaré. Lo haré como un centauro hembra un búfalo hidrocefálico, para los que no hubo odas ni poemas. Preguntaré, preguntaré al que no me mostró objetos que pudiera relacionar con mi tiempo. Al que me ocultó por dos años en una pieza oscura Por vergüenza, por miedo al monstruo que había engendrado. Porque así lo escribió. Así lo declaró públicamente “Mi hija, o lo que yo denomino así, es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma”. Maldito. Mil veces maldito. Inconsecuente y fascista. Hombre al que le dio miedo que mi saliva corriera por sus libros. Hijo de la desazón y la ceguera, de ausencias, de mala sangre, hijo del natre Hijo de perra, de la desdentada, de la afonía, hijo mudo... La sin caricia está viva, la hueca de tiempo y sonrisas ha vuelto con vellos en las piernas y axilas, con largos brazos para adormecer a la niña que fui. Me había matado, borrado, extirpado, comido como un Cronos a la hora del parto. Pero los músculos de mi cuello se hicieron firmes como roble, viejo alimentándose de la rabia y el desamparo. Él comía, él bebía en grandes mesas rodeado de amigos con apellidos que de una u otra forma saldrían en las fotos de su afable colección de personas, él dormía en camas con sábanas, él jugaba, comía, reía y comía, los niños siempre tenemos hambre, queremos un dulce, un pan. Hijo de perra, grandísimo hijo de perra. ¿Recuerda a mi madre? ¿Pregúnteme por ella? Usted la usó, usted la necesitó. Usted la fatalizó. La grandota holandesa que comía demasiado y que no salía, no compartía, no existía, que deambulaba por la casa a la espera de una atención. Pero usted llevó a su amante a vivir con ella. Para que no se sienta sola, dijo, para que la grandota converse con alguien. Mi madre se puso triste, hijo de alguien. Después que salía de la cama de su amante se metía con ella, y María Antonieta bailó al ritmo lacerante de su magnánima verga. Dos para hacer un hijo, dos para una hija. Y llegué yo. El desperdicio. La que recibiría hiel por alimento. El water lleno de su propia mierda. La bazofia que reflejaría al maldito que escondía debajo del poncho. La que nació escoltada por los cuarto jinetes. La que lo haría recitar Farewell, muy bajo, para no despertar los recuerdos que debían dormir. Hijo de la guadaña, de la navaja, del cuchillo, hijo de alguien... Hizo que el olvido pintara mi rostro de caracola, de sexo, de mujeres , de botellas, de impávidos mascarones . Hijo de perra, hijo de alguien, hijo ilustre, siempre un ilustre acogido... precisamente eso, nos tiene aquí. Ya dije, he vuelto. He vuelto libre, bella No me interesa su paternidad Me daría vergüenza. Repugnancia. Míreme, véame. No soy María Celeste. No soy un mascarón de proa. Soy Malva Marina. Soy una mujer bella. Hermosa. Soy una mujer hermosa.
..............................
Datos de la Autora:
Dramaturga y cuentista. Nacida el año 1964 en Santiago de Chile. Su obra ha sido reconocida en los Juegos Literarios Gabriela Mistral en dos oportunidades y con el Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura por obra inédita. Ha ejercido la crítica teatral en diversos medios. Sus cuentos han sido antologados en Chile y el extranjero. Su obra teatral “Un ser perfectamente ridículo” fue estrenada el 24 de julio de 2004 en el Teatro Nacional Chileno, en el contexto del natalicio de Pablo Neruda. | |
|
|
|
|
Publicado: Vie Oct 15, 2004 05:26 Asunto: |
|
|
Tumba de Malva Marina en Gouda.
"sube sangre de niña hacia las hojas manchadas por la luna/ y hay un planeta de terribles dientes/ envenenando el agua en que caen los niños,/ cuando es de noche, y no hay sino la muerte,/ solamente la muerte y nada más que llanto".
...........................
"Oh niña entre las rosas, oh presión de palomas,/ oh presidio de peces y rosales,/ tu alma es una botella llena de sal sedienta/ y una campana llena de uvas es tu piel". (...) "...hay el agua que cae en mi cabeza,/ mientras crece mi pelo,/ un agua como el tiempo,/un agua negra/ desencadenada..." | |
|
|
|
|
Publicado: Vie Oct 15, 2004 05:29 Asunto: |
|
|
Lorca
(...) "El Elefante blanco está pensando/ si te dará una espada o una rosa;/ Java, llamas de acero y mano verde,/ el mar de Chile, valses y coronas.
Niñita de Madrid, Malva Marina,/ no quiero darte flor ni caracola;/ ramo de sal y amor, celeste lumbre/ pongo pensando en tí sobre tu boca". | | |
|
|
Primer
Anterior
2 a 4 de 4
Siguiente
Último
|