La nueva y aplastante derrota sufrida por el régimen norteamericano ante Cuba en la ONU por su política de bloqueo contra la isla caribeña ratificó que el régimen norteamericano se autoaisla cada vez más a causa de su obstinada conducta contraria a la comunidad internacional.
Este martes en la 69 sesión de la Asamblea General de la ONU (AGNU) fue adoptada por vigésima tercera ocasión consecutiva una Resolución que condenó el frustrado cerco económico, financiero y comercial que aplica Washington a la mayor de las Antillas desde hace más de 50 años.
El dictamen fue aprobado por 188 países, de los 193 que integran la ONU, y solo Estados Unidos y su conocido aliado de crímenes, Israel, votaron en contra, mientras tres se abstuvieron, como casi siempre ocurre.
Todas las organizaciones regionales del mundo, incluida la Unión Europea (UE), volvieron a demandarle a la Casa Blanca que levante definitivamente el fracasado bloqueo a Cuba, en cada una de las intervenciones de sus representantes en el debate en la sede de la AGNU.
Sin embargo, el delegado de Washington en Nueva York, ya conocido por su repetido triste papel, en vez de callar tuvo el cinismo de justificar con identificas incongruencias y falacias de años anteriores la política genocida de su administración hacia el pueblo de la nación caribeña.
El diplomático norteamericano cortó y pegó su discurso de 2013, y con la desfachatez que caracteriza al imperio decadente y sus funcionarios, expresó que su gobierno es “amigo” de los cubanos.
Su insolencia rompió el más sofisticado detector de mentiras al reiterar además que la nación caribeña justifica sus problemas económicos con el bloqueo, algo que ni Washington se cree, porque Cuba le ha demostrado desde el mismo triunfo de su Revolución, en 1959, que es capaz de resistir y avanzar, y además ser uno de los países más solidarios del planeta tierra.
Otra vez Estados Unidos se quedó solitario en la ONU, y se vio obligado a escuchar que la comunidad internacional desaprueba su postura hostil hacia la denominada Isla Bonita, reconocida por ser un ejemplo en la medicina, la educación y por los ingentes esfuerzos que realiza en beneficio de sus habitantes y los de otros muchos pueblos, a pesar de la guerra que le impone su vecino cercano del norte.
El régimen de Obama, como el de sus predecesores, no escarmienta, continua con su autoaislamiento no solo ante el caso de Cuba, sino con otros Estados en diferentes regiones, y especialmente en América Latina y el Caribe.
En poco más de un mes Washington ha recibido duros sopapos de la Patria Grande, como las victorias recientes del presidente Evo Morales, en Bolivia, y su similar brasileña Dilma Rousseff, en Brasil, en las elecciones celebradas en ambos países.
Similares reveses le fueron asestados a la Casa Blanca por Venezuela con su entrada como Miembro No Permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, al ser apoyada por la inmensa mayoría de la comunidad internacional, que de igual forma respaldó a Argentina en su lucha frente a los parásitos Fondos Buitre “Made in USA”.
A pesar de su poderío militar, sus continuas agresiones e invasiones castrenses, su accionar subversivo y su desvergonzado espionaje, Washington se ha convertido en los últimos años en el mayor receptor de guantazos políticos de aquellos que ha considerado sus “adversarios”.