El famoso «séptimo continente»,
la gran isla de basura del Pacífico, uno de los más repugnantes ejemplos de la
huella humana en el planeta, crece de forma imparable. Según una investigación
dada a conocer por el Instituto Scripps de Oceanografía en la Universidad de
California (San Diego, EE.UU.), el gran parche de millones de toneladas de
plástico situado a unos 1.000 kilómetros de Hawai se ha incrementado cien veces
durante los últimos cuarenta años. Este fuerte aumento de los desechos está
alterando los hábitats del ecosistema marino, ya que algunos insectos, atraídos
en masa por la porquería, los están utilizando como un inmenso «nido»
artificial donde poner sus huevos. Un panorama nauseabundo.
Conocido también como la «gran
sopa de plástico», este vertedero marítimo se forma en un remolino gigante
provocado por la fuerza de la corriente en vórtice del Pacífico Norte, que gira
en sentido de las agujas el reloj. Esto, con la ayuda de los vientos que actúan
en la zona, impide que los desechos se dispersen hacia las costas. Los
escombros quedan en el centro de la espiral. Según las últimas estimaciones del
Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) de Francia, el parche ocupa 3,4
millones de km cuadrados, el equivalente a siete Españas.
Un paraíso para los insectos
En 2009, los investigadores del Instituto
Scipps iniciaron una expedición al «séptimo continente» y detectaron una
alarmante cantidad de basura generada por el hombre, en su mayoría desglosada
en trozos de plástico del tamaño de una uña flotando a través de miles de
kilómetros de mar abierto. La porquería proviene de todo lo imaginable:
botellas de plástico, cepillos de dientes, redes de pesca, objetos
procedentes de alcantarillas…
En ese momento, los investigadores
no tenían una idea clara de cómo la basura podía impactar en el medio ambiente
marino, pero un nuevo estudio publicado en la revista Biology Letters revela
que los desechos de plástico en la zona se ha incrementado cien veces en los
últimos 40 años, dando lugar a cambios en el hábitat natural de insectos
marinos como los patinadores de agua (Halobates sericeus). Estos patinadores,
parientes de los zapateros de los estanques, habitan sobre la superficie del
agua y ponen sus huevos en objetos flotantes
como conchas marinas, plumas de aves, alquitrán o piedra pómez. Ahora, estas
criaturas han encontrado en la basura de plástico un inmenso paraíso artificial
para sus huevos, hasta el punto que las densidades de huevos de este insecto
han aumentado de forma considerable.
Consecuencias inesperadas
Tal aumento, documentado por
primera vez en un invertebrado marino en el océano abierto, puede tener
consecuencias para los animales a través de la red trófica marina. Para los
cangrejos que se alimentan de ellos y sus huevos puede resultar un suculento e
inesperado plato fuerte.
El nuevo estudio sigue a un
informe publicado el año pasado por los investigadores de Scripps que muestra
que el 9% de los peces recogidos durante su expedición contenían residuos de
plástico en sus estómagos. Dicho estudio estima que los peces en las
profundidades oceánicas intermedias del Océano Pacífico Norte ingieren plástico
a una velocidad de unos 12.000 a 24.000 toneladas por año.
El uso del plástico se
generalizó a finales de los 40 y principios de los 50, pero ahora todo el mundo
lo usa y en un intervalo de 40 años hemos visto un aumento impresionante en el
plástico del océano», dice Miriam Goldstein, una de las investigadoras. «Hasta
ahora no hemos sido capaces de detener el plástico en su entrada al océano pero
espero que en un futuro lo hagamos mejor».