Bobby era el terrier de un policía de la ciudad de Edimburgo llamado John Gray. Ambos eran inseparables y ya era famosa en la zona la cantidad de trucos que Bobby sabía realizar. Desafortunadamente, Gray moriría repentinamente de tuberculosis. Durante el funeral Bobby permanecería siempre presente, y seguiría al cortejo hasta el cementerio, donde descansarían los restos de John y donde además, en un acto de fidelidad extrema, Bobby pasaría el resto de los 14 años que le quedaban de vida, montando guardia sobre la tumba de su fallecido amo. En un principio todos pensaban que Bobby permanecería solamente unos días. Así, pasaron los años e incluso los crudos inviernos de Escocia y Bobby permanecería fiel en su guardia. Solo se retiraba de vez en cuando para beber y conseguir comida, o cuando la nieve le impedía permanecer en el lugar. Con los años Bobby se fue transformando en una leyenda local y personas que admiraban su fidelidad comenzaron a alimentarlo y a suministrarle un refugio en el invierno. Bobby moriría sobre la tumba de su amo en 1872, y al no poder ser enterrado en el cementerio, la gente del lugar se reunió para hacerle una fuente con una estatua en su honor, no muy lejos del cementerio. Estatua que, curiosamente, fue construida mirando hacia la tumba de John Gray. |