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General: Mujeres libertadoras ...las policarpas de la independencia
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 19/11/2014 03:53

         PRESENTACIÓN DEL LIBRO:

         

             MUJERES LIBERTADORAS

   LAS POLICARPAS DE LA INDEPENDENCIA

          DE ENRIQUE SANTOS MOLANO

         

Rocío Pineda-García

“…nosotras las mujeres marchemos adelante:
presentemos nuestros pechos al cañon:
que la metralla descargue sobre nosotras:
y los hombres que nos siguen, y a quienes hemos salvado de la primera descarga,
pasen sobre nuestros cadáveres:
que se apoderen de la artillería y libren la Patria”.
Bárbara Forero. Heroína criolla.

En primer lugar, mis agradecimientos al Programa de Egresados de la Universidad de Antioquia, por darme el privilegio de participar en la presentación del libro: “MUJERES LIBERTADORAS. Las policarpas de la independencia”. Y gracias a su autor por permitirlo.
Un hermoso escrito lleno de palabras nobles sobre las mujeres; un libro de gran actualidad, en momentos en que el tema del Bicentenario provoca e incita nuevas preguntas, nuevas búsquedas, nuevos acercamientos y, por supuesto nuevas reflexiones, acerca de los años que precedieron la conformación del Estado Colombiano, un preludio de nuestra democracia, todavía por democratizar.
Este acto es para mí motivo de doble satisfacción. De una parte, porque ha sido una ambición de tiempo atrás, saber donde estaban, que hacían, que pensaban, como actuaban las mujeres en tiempos de la independencia. Este libro es para mí, el mejor abrebocas a dichos interrogantes. En segundo lugar, porque se me hacía sospechosa el ocultamiento del papel de las mujeres en la independencia, propiciado por la historia oficial.
En “Inés del Alma Mía”, novela histórica de Isabel Allende sobre la conquista de Chile, la protagonista anuncia: “supongo que pondrán estatuas de mi persona en las plazas y habrá calles y ciudades con mi nombre, como las habrá de Pedro Valdivia y otros conquistadores, pero cientos de esforzadas mujeres que fundaron los pueblos, mientras sus hombres peleaban, serán olvidadas”. Fue una premonición cumplida a cabalidad.
Solo de manera reciente, historiadoras e historiadores, muestran un interés creciente en mirar con lupa la “ausencia” de las mujeres, en las gestas emancipadoras del yugo colonial. Empiezan a reconocer que su participación fue imprescindible; que tal “ausencia” fue posible gracias a la invisibilidad que la historia oficial y el orden de género predominante, han hecho de las mujeres.
Hoy en día, al ver las imágenes de las mujeres activas en calles y plazas del norte de África, que suman sus voces a los gritos de libertad y democracia, sabemos que las féminas nunca han estado ausentes de los acontecimientos históricos libertarios e infortunadamente tampoco de las componendas dictatoriales.
Así se demuestra en este apetitoso bocado histórico, que encontramos en el libro: “MUJERES LIBERTARIAS: Las policarpas de la independencia”. Mujeres “CRIOLLAS”, palabra nunca o poco usada en el argot histórico-político, que ahora gracias a don Enrique Santos Molano, sabemos designaba a las hijas de españoles, nacidas en territorio americano, quienes desde casi niñas, asumieron la identidad americana, tal como ocurrió con la llamada “jerezana” Rafaela Isazi, que aunque nacida en territorio español, pronto asumió los ideales de las “criollas”. Independentistas todas ellas, con un ideario propio, se jugaron la vida, la familia y las riquezas en pos de un ideal libertario, para la nación americana.
Es apasionante, sentir la convicción con que actuaron, su coraje, su pasión por las ideas libertarias, su interés cotidiano por los acontecimientos de la Europa y la América de aquel entonces, que podrían estar relacionados con la independencia de la corona española.
El rol de esposas de las mayores (muy jóvenes también) y de hijas para las más jóvenes, predominante en la época, nunca fue obstáculo para mellar su decisión y su compromiso por la causa de la independencia. Tal como ocurrió, con Magdalena Ortega, quien desde niña se enamoró de la causa independentista y más tarde de Antonio Nariño. Nunca se amedrentó ante las persecuciones, las privaciones, la pérdida de la libertad, la vigilancia y la intimidación de que fue objeto. Mientras daba a luz, atendía y educaba su prole en las ausencias de su marido, se comprometía de lleno en las tareas de la independencia, convencida que muy pronto llegarían tiempos mejores. De él nos lo han dicho casi todo, de ella casi nada.
Ella, igual que él, fue partícipe activa en todos aquellos acontecimientos, que culminaron con la independencia de la España Colonial. Con otras ilustres mujeres, a quienes vale la pena mencionar, solo para mostrar lo desconocidas que nos son: Josefa Baraya, Eusebia Caicedo, Petronila Lozano, Gabriela Barriga de Villavicencio, Carmen Rodríguez Gaitán, María Acuña, Juana Robledo y Joaquina Olaya, apoyadas por la joven Pola, se convirtieron en las “CHISPERAS”; otro hermoso y significativo apodo desconocido por la historia, que las llamaba así, por su dedicación a “organizar a las mujeres de los artesanos, las vivanderas, las placeras, grupos de respaldo al levantamiento que debería producirse de un momento a otro”. Eran la chispa que incendiaría la pradera.
Fueron ellas quienes se tomaron la Plaza Mayor de Santafé, resueltas a ponerle el pecho al peligro, aquel famoso 20 de Julio de 1810, tal como lo describe don Enrique Santos Molano, quien afirma: “El sexo delicado olvido su debilidad y su blandura cuando se trataba de la Salud de la Patria”. Al igual que las floristas, las lavanderas, los grupos de trabajadoras, de artistas y muchas otras mujeres durante la revolución francesa a mediados del Siglo XVIII, estas criollas también marcharon en primera fila.
Dejo a ustedes la provocación de acercarse a cada una de sus historias en las que el testimonio de la inteligencia, el valor, el estudio, la iniciativa y el activismo libertario, no deja lugar a dudas acerca de lo imprescindible que fueron en aquellos tiempos.
Es imposible olvidar el símil entre estas americanas nacidas en los tiempos en que aquellas francesas ya enarbolaban las banderas de la revolución. Muchas de éstas, al igual que otras tantas de aquéllas, fueron ejecutadas y fusiladas para escarmiento de mujeres y hombres. Pero, más que amedrentarse, se enardecían con los castigos y despropósitos de las autoridades virreinales y, por el contrario, se afirmaban en sus convicciones y aguzaban la sagacidad para continuar con la tarea emprendida, convencidas que en algún momento, el colonialismo sería expulsado de América.
Fundaron tertulias académicas, lugares de encuentro, de estudio, de circulación de información clandestina; fueron artífices de redes de comunicación y de espionaje, preparaban y ayudaban a la fuga de los patriotas presos y perseguidos, hicieron de mensajeras entre los bandos patrióticos ubicados en distintos lugares; recolectaban recursos “uniformes, mantas, alimentos, dinero” para los bandos patriotas, ocultaban y protegían a los perseguidos por el régimen colonial. En fin cumplían tareas indispensables para el triunfo de la independencia .
Sus cualidades morales e intelectuales, su interés por la causas colectivas, sus convicciones independentistas trasmitidas a su descendencia y a estudiantes (algunas enseñaban las letras), su silencio cómplice aún a costa de la vida, constituyen un legado invaluable de riqueza moral, de compromiso político y de dignidad femenina. La historia oficial nos dio a conocer la gesta libertadora a través de las armas y las batallas campales, olvidó que las revoluciones se construyen en la vida cotidiana, tejiendo innumerables actividades indispensables en el día a día.
También nos privó, a las generaciones posteriores del conocimiento y reconocimiento que merecían estas heroínas, dignas de emular en otros momentos de la historia del país. Por ellas conocemos ahora otras caras de los tiempos de las luchas por la independencia. Ellas nos muestras los caminos sinuosos entre el orden establecido y la capacidad transgresora de las mujeres, al tomar conciencia de las injusticias y oprobios que pesaban sobre ellas y la colectividad, tal como ocurría en aquella época, con los realistas defensores del rey y los mandatos de la colonia.
Gracias a don Enrique Santos Molano, por brindarnos en primera página otra historia de las luchas por la independencia, protagonizadas por inteligentes y valientes mujeres, que entregaron su vida, su pasión y sus convicciones para que las generaciones futuras pudiésemos vivir en libertad.
A las mujeres de hoy, nos corresponde otras transgresiones: los cánones y mandatos culturales, que devalúan la dignidad de la mujer y se empeñan en sobrevalorar, el aspecto físico, más que su inteligencia, su conocimiento y sus aportes al desarrollo de la sociedad. Así desvían su atención e interés sobre asuntos trascendentales para sus vidas y el país, al llevarlas incluso a perder la vida en salas quirúrgicas, en búsqueda de un ideal de belleza, imposible de alcanzar.
A dos siglos de la gesta independentista, esta república colombiana, todavía requiere profundizar la democracia y transformar las costumbres políticas. Esta es una tarea de la democracia que también nos corresponde a nosotras.
Es hora de romper otras cadenas, tal vez menos visibles, pero tan poderosas como aquéllas; cadenas que nos subyugan y devalúan, bajo el manto de una libertad sin dignidad. Es hora de comprender que la corrupción que campea en las relaciones entre el Estado y algunos sectores de la sociedad, la violencia armada que cunde por campos y ciudades, que destierra, viola y humilla a las mujeres; la pobreza y la indigencia de tantos seres humanos, la discriminación de las mujeres, requieren de ciudadanas y ciudadanos con inteligencia y entereza moral, comprometidos con gestar un país más justo en lo social, más democrático en lo político y más equitativo en lo económico, capaz de reconocer en sus mujeres, las pares que somos en esta magna empresa que se llama Colombia. Ustedes saben a qué me refiero.
Para terminar, es preciso anotar que a manera de epílogo, Don Enrique nos entrega los nombres de 62 mujeres independentistas ejecutadas por el régimen de la colonia, lo cual da cuenta del valor de aquellas heroínas y de su compromiso con la causa libertadora. Todas ellas merecen nuestro reconocimiento. Valga entonces este acto, como un homenaje a su valor y osadía, ahora cuando se cumplen 100 años de la primera conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Y para despedirme, acudo a las palabras de “la Pola”, digna representante de aquellas heroínas, quien antes de su ejecución respondía a sus consejeros: “observaré los consejos de ustedes en todo menos en perdonar a los godos : no es posible que yo perdone a nuestros implacables opresores; si una palabra de perdón saliese de mis labios seria dictada por la hipocresía y no por mi corazón. ¿Yo perdonarlos? Al contrario los detesto más, conjuro a cuantos me oyen a la venganza. ¡Venganza compatriotas y muerte a los tiranos! …Miserable pueblo. Yo os compadezco, algún día tendréis más dignidad” .
Muchas gracias don Enrique por contribuir al conocimiento y el reconocimiento del valor de las mujeres que nos precedieron en las luchas por la libertad y la dignidad humanas.

Rocío Pineda-García
Ex Secretaria de las Mujeres
Paraninfo Universidad de Antioquia.
Medellín-Marzo 11 de 2011



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: LuchoG Enviado: 19/11/2014 12:48
Sin ser libertadora, mi admiración y reconocimiento a María Cano.

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 29/11/2014 10:27
Comparto Lucho tu opinión sobre María Cano .... nuestra FLOR DEL TRABAJO SOCIALISTA .... la más grande luchadora por los humildes sobretodo  en  los tiempos más aciagos de las tinieblas cavernícolas de nuestra Patria .-


 
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