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Nadie puede negar los méritos de Sarmiento con respecto a la enseñanza. Pero no hay que disimular sus arranques racistas contra el indio y el gaucho y su crueldad con respecto a la guerra al Paraguay y a la siembra del odio entre los argentinos durante las guerras internas de facciones. Y su enseñanza sólo para el “progreso”, ese progreso que fue para pocos y para la explotación del hombre y la naturaleza.
No hay que olvidar nunca ese lema de Sarmiento: “No ahorrar sangre de gauchos”. Ese, su odio ancestral hacia lo autóctono. Su fervor por lo norteamericano. Ya lo escribió Juan Bautista Alberdi, citado por Arturo Sala en su profunda obra de investigación “La razón maligna en la Argentina” –obra por editarse–, que “En la moral de Sarmiento el asesinato y el robo no son crímenes cuando son hechos en su servicio y en su provecho”. Aclaremos que tal vez “en su servicio y en su provecho” quería decir que en pos de sus ideas, Sarmiento creía en el verdadero progreso. Pero en el caso de la Ética, que debería ser el fundamento principal de la política, tiene el mismo significado. También el “progreso” que nos trajo Roca costó la vida y la esclavitud de miles de seres. Todo lo contrario de lo que ansiaban los hombres de Mayo.
Es el mismo Alberdi el que va a denunciar la extrema crueldad de Sarmiento en el asesinato del Chacho Peñaloza, allí dice: “Con todos los recursos del gobierno de San Juan y del gobierno nacional, Sarmiento no pudo vencer al héroe popular de La Rioja, cuyo poder consistía únicamente en la adhesión libre de su pueblo. Sarmiento lo hizo asesinar. Sarmiento se ha jactado de esa hazaña y ha hecho ascender de su grado militar al asesino. Para justificar ese crimen, Sarmiento ha calumniado al Chacho, hasta presentarlo como un simple bandido calamitoso”. Sarmiento confirma su crueldad en una carta que le escribe a Mitre el 18/11/1863: “He aplaudido la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses”.
En su libro, el profesor Sala describe minuciosamente el profundo racismo vigente en la Argentina, en forma abierta, con Roca y Sarmiento y tal vez algo solapado hasta el presente. Sarmiento, quien podría ser citado miles de veces, tenía un punto de vista bastante particular para diferenciar a la América del Norte de Latinoamérica: “Mientras los ingleses tuvieron en Norteamérica hembras anglosajonas, conservando pura su psicología al conservar la pureza de su sangre, los españoles se cruzaron con mujeres indígenas, combinando sus taras psicológicas con las de la raza inferior. Los yanquis son europeos puros, los hispanoamericanos están mestizados con indígenas y africanos, guardando la apariencia de europeos por simple preponderancia de la raza más fuerte”.
Sarmiento contrató a maestras norteamericanas para que nos enseñaran esa civilización que terminó con los sioux y los pieles rojas con el fusil Remington. Igual que nosotros, ya que Roca prefirió también el Remington para su “conquista del desierto”. Y ahora hay un proyecto para que los argentinos levantemos un monumento a las maestras norteamericanas que contrató Sarmiento. Esto no es justo, ya que esas damas vinieron contratadas y bien pagadas. Y que el monumento tendría que ser para nuestras maestritas rurales, aquellas que les enseñaron y les siguen enseñando a nuestros queridos niños a leer y escribir. Hurí Portela, que enseñó casi toda su vida en Los Antiguos. Sí, ahí, en el extremo sur argentino. Y que no sólo enseñó a leer y escribir a los niños, allá en ese paisaje, sino también les enseñó a plantar flores, verduras, árboles y el trigo. Hurí Portela fue detenida durante la dictadura de la desaparición de personas, por supuesto, por sospechosa de enseñar tanto. Esas maestras trajeron el progreso que no puede ser otro que el ansia del saber y el cuidado de esa maravillosa presencia que es la naturaleza que nos rodea. Macri quiere que nuestros niños canten en los colegios: “Gloria y loor, para el grande entre los grandes. Sarmiento inmortal”. Al mismo tiempo, Macri le brindó la avenida 9 de Julio a Luis Palau, el evangélico pentecostal, amigo personal de Bush, para que nos hable de su dios.
Yendo al subtítulo del Facundo de Sarmiento: “Civilización y Barbarie”. Nos preguntamos ahora: ¿Barbarie y Civilización? ¿O Civilización y Barbarie? Empezamos hace un siglo y medio con la civilización de Sarmiento y terminaremos en la civilización de Luis Palau? ¿Y si quedamos, al fin, en la barbarie, pensando en Bush?
Osvaldo Bayer
“De Sarmiento a Luis Palau”
Fuente: Página/12
Probablemente a muchos oyentes desprevenidos, y con escaso conocimiento de la verdadera historia argentina, le resulten chocantes o inverosímiles algunas frases que mencionaremos en este programa. Aún así, en Otras alternativas creemos que es hoy una tarea realmente necesaria revisar falsos conceptos -metidos a la fuerza y sin posibilidad de ser discutidos, en la edad infantil- sobre algunos personajes que han sido elevados a la categoría de próceres, que movidos exclusivamente por intereses económicos se asociaron a extranjeros para humillar o, en el peor de los casos, vender nuestra Patria, sin que esto les provoque ni la menor vergüenza. Uno de ellos… Domingo Faustino Sarmiento.
Sarmiento era absolutamente antinacional. Sentía un gran desprecio por San Martín (ya que este había tomado partido a favor de Rosas y se había opuesto a los liberales unitarios). Era ciegamente antirrosista, tenía fobia y sentía un gran desprecio por todo lo criollo. Era profundamente racista y un mitómano confieso. Era ateo y despreciaba a la religión católica (como buen Masón).
Según sus propias palabras, recogidas en distintas épocas por los diarios “El Progreso”, “La Crónica” y “El Nacional”, Sarmiento tenía un pensamiento muy particular acerca de la “Patria”: "Los argentinos residentes en Chile pierden desde hoy su nacionalidad. Chile es nuestra Patria querida. Para Chile debemos vivir. En esta nueva afección deben ahogarse todas las antiguas afecciones nacionales" (El Progreso, 11/10/1843). Este pensamiento no cambió en Sarmiento ya que 40 años más tarde, en una entrevista realizada por el mismo diario, dijo: "Fui chileno, señores, os consta a todos" (5/4/1884).
La Patagonia también fue objeto de su desprecio; Según estas frases que le pertenecen: "He contribuido con mis escritos aconsejando con tesón al gobierno chileno a dar aquel paso... El gobierno argentino, engañado por una falsa gloria, provoca una cuestión ociosa que no merece cambiar dos notas, Para Buenos Aires tal posesión es inútil. Magallanes pertenece a Chile y quizá toda la Patagonia... No se me ocurre después de mis demostraciones, como se atreve el gobierno de Buenos Aires a sostener ni mentar siquiera sus derechos. Ni sombra ni pretexto de controversia les queda". (El Progreso 11 al 28 de Nov. 1842 y La Crónica 11/3 y 4/8/1849). Para Sarmiento, defender la Patagonia "Es una guerra desértica, frígida e inútil. No vale la pena gastar un barril de pólvora en su defensa. ¿Por qué obstinarse en llevar adelante una ocupación nominal?" (1868; 30/5/1881 y El Nacional, 19/7/1878)
Supo referirse en su momento a la “Marina Nacional” diciendo: "El día que Buenos Aires vendió su Escuadra hizo un acto de inteligencia que le honra. Las costas del Sur no valdrán nunca la pena de crear para ellas una Marina. Líbrenos Dios de ello y guardémonos nosotros de intentarlo". (El Nacional, 12/12/1857 y 7/6/1879).
Según sus propias palabras, Sarmiento propiciaría siempre la instauración de colonias extranjeras en territorio argentino: "La Inglaterra se estaciona en las Malvinas. Seamos francos: esta invasión es útil a la civilización y al progreso" (El Progreso, 28/11/1842). "Propicio una colonia yanqui en San Juan y otra en el Chaco hasta convertirse en colonias norteamericanas de habla inglesa (años 1866 y 1868) porque Estados Unidos es el único país culto que existe sobre la tierra. España, en cambio, es inculta y bárbara. En trescientos años no ha habido en ella un hombre que piense... Europa ha concluido su misión en la historia de la humanidad".
Su desprecio étnico no tuvo precedentes. Esto quedó demostrado cuando el 20 de Septiembre de 1861 le escribió una carta a Bartolomé Mitre diciendo: "Se nos habla de gauchos...La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos".
Quienes hoy en día aún encuentran escollos en la lucha por la igualdad de las clases, deberían recordar estas palabras de Domingo Sarmiento ante el Senado, en Buenos Aires, 13 de Septiembre de 1859: "Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestras Cámaras de Diputados y Senadores ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir, patriota" Interesante apreciación de Sarmiento, quien fuera descendiente de negros, por parte materna y nacido pobre en San Juan.
Resulta sumamente difícil aceptar que una persona pública, por más vil que sea, se refiera de esta manera a los huérfanos e indigentes: "Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer".
Las masas populares también fueros blanco de los hirientes conceptos de Sarmiento: "Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad? El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas". Estos párrafos también pertenecen a una carta dirigida a Mitre y fechada el 24 de Septiembre 1861.
En cierta ocasión, Sarmiento también reflexionó acerca de los Indios americanos: "¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado". (El Progreso, 27/9/1844; y unos años más tarde, las reprodujo El Nacional, 25/11/1876)
“Facundo: Civilización y barbarie”
En cierto diálogo que supo mantener con Ramos Mejía, Sarmiento se refirió así a su obra: "Jovencito: no tome como oro de buena ley todo lo que he escrito contra Rosas"."Los muchos errores que contiene son una de las causas de su popularidad. "Está lleno de inexactitudes, a designio a veces". "Cada página revela la precipitación con que ha sido escrito; sin documentos a la mano y ejecutado con propósitos de acción inmediata.
La verdadera historia nos cuenta que Domingo Sarmiento no fue, precisamente, un estudiante ejemplar. Su boletín de calificaciones –que en aquella época se llamaba “plana escolar”- tenía observaciones acerca de su conducta deficiente, de sus llegadas tarde y de sus faltas sin permiso. Además, habría que revisar eso de “padre del aula” ya que en Buenos Aires logró fundar sólo dos escuelas.
En Chile tuvo a su cargo la dirección de la Escuela de Preceptores. Hacia 1852 fueron expulsados 28 de los 30 jóvenes que estudiaban en ese establecimiento.
Según un informe del propio Sarmiento fechado en 1878, En la única escuela normal de varones el 95% son ineptos; el 30% debió ser expulsado, y el resto solo concurre por el aliciente del viático con que se premia su asistencia a clase. De las dos escuelas normales de mujeres se debió suprimir una.
El “padre del aula” tenía cierta inquina con los estudiantes universitarios. Esto se deduce de sus palabras ante el Senado de la Nación pronunciadas el 27 de Julio de 1878: "Si algo habría de hacer por el interés publico sería tratar de contener el desarrollo de las universidades... En las ciudades argentinas se han acumulado jóvenes que salen de las universidades y se han visto en todas las perturbaciones electorales... Son jóvenes que necesitan coligarse en algo porque se han inutilizado para el comercio y la industria. La apelación de “Doctor” contribuye a pervertirles el juicio... El proyecto de anexar colegios nacionales a la universidad es ruinoso y malo, pues contribuirá a perturbar las cabezas de los estudiantes secundarios e inutilizarlas para la vida real que no es la de las universidades ni la de los doctores. La educación universitaria no interesa a la Nación ni interesa a la comunidad del país... Generalmente en todo el mundo las universidades son realmente libres. Nada tiene que ver ni el estado ni nadie con las Universidades".
Masacre patriótica
En el año 1861, Sarmiento supo decir: "Necesitamos entrar por la fuerza en la nación, la guerra si es necesario". "Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier numero que sean". "Es preciso emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los jacobinos de la época de Robespierre" hacia 1840. "A los que no reconozcan a Paz debiera mandarlos ahorcar y no fusilar o degollar. Este es el medio de imponer en los ánimos mayor idea de la autoridad". Por su parte, Bartolomé Mitre también aportó lo suyo el 1852: "Hemos jurado con Sarmiento que ni uno solo ha de quedar vivo”.
La muerte del gobernador Benavides, según Sarmiento "es acción santa sobre un notorio malvado. !Dios sea loado" (El Nacional, 23/10/1858) y en una de las tantas cartas enviadas a su amigo Mitre le contó: "Acabé con el Chacho(el General Peñaloza). He aplaudido la medida precisamente por la forma. Sin cortarle la cabeza a ese pícaro, las chusmas no se habrían aquietado".
En otra carta, dirigida a Arreondo el 12/4/1873, Domingo Faustino le daba instrucciones precisas: “Córteles la cabeza y déjelas de muestra en el camino". "Si el coronel Sandes mata gente en las provincias cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición (esos provincianos que defienden sus autonomías) que no se que se obtenga con tratarlos mejor". En 1863 le informa a Mitre sobre un fusilamiento en masa de un batallón correntino en estos términos: "brillante conducta". Luego fueron fusilados los sublevados enterrianos en 1868, también por orden de Sarmiento quien dijo: "Proceda a diezmarlos, pasando por las armas a los que le toque en suerte". Luego vinieron el degüello de Santa Coloma, el asesinato del gobernador Virasoro que Sarmiento instigó desde Buenos Aires, aprobando también el asesinato en masa en Villamayor el 2/2/1856 y como presidente ofreció $100.000 por la cabeza de López Jordán y entre las cabezas valuadas a 1000 patacones estaba la de José Hernández, que acababa de publicar el "Martín Fierro", y era un ferviente antirrosista.
Socialismo
Sarmiento declaró: "Las huelgas son invenciones de los ociosos que buscan motivos de alarmar. El socialismo las uso como instrumento de perturbación; pero el socialismo es una necedad en América". (El Nacional, 14/9/1878).
Libertad de sufragio
Domingo Sarmiento supo decir en 1872, siendo presidente de los argentinos: "Después de la caída de Rosas, Buenos Aires fue educada en la practicas de la libertad por demagogos. El fraude, la falsificación de las urnas electorales vienen de 1852 por los comicios organizados por Mitre. Después de veinte años de este sistema Mitre se ha quedado solo en la República con sus paniaguados. En Buenos aires hay tal libertad de sufragios que ni a palos harán que el pueblo concurra a elecciones".
Sarmiento se refirió varias veces de esta manera: "Aquí en América la palabra libertad es un sainete ridículo; riquísima comedia que no manifiesta tener fin" (14/11/1841). "Esta demostrado que no puede haber mas política que la del garrote y la macana" (año 1880). "A quien no quiere pagar lo soplo a la cárcel. En materia de contribución directa hago peor, pues les rasco el bolsillo" (Gobernado de San Juan en carta a Mitre, 1862).
"Una Constitución pública no es una regla de conducta para todos los hombres. La Constitución de las masas populares son las leyes ordinarias, los jueces que las aplican y la policía de seguridad. No queremos exigir a la democracia más igualdad que la que consienten la diferencia de raza y posiciones sociales”.
El Congreso de Tucumán “estuvo Formado en su mayoría por curas de aldea, ignorantes de la historia contemporánea. Era un niño que declara la independencia; pues no se necesita inteligencia ni ciencia para emanciparse y constituirse una fracción de pueblo independiente de otra".
Las provincias “son pobres satélites que esperan saber quién ha triunfado para aplaudir. La Rioja, Santiago del Estero y San Luis son piltrafas políticas, provincias que no tienen ni ciudad, ni hombres, ni cosa que valga. Son las entidades mas pobres que existen en la tierra" (El Nacional, 9/10/1857).
Las elecciones de 1857 fueron las mas libres y ordenadas de América.. (El Nacional, 13/10/1857). Para ganarlas, la base de las operaciones de campaña de Sarmiento consistió en la audacia y el terror, que empleados hábilmente dieron ese resultado (de las elecciones del 29 de marzo). Los gauchos que se resistieron a votar por los candidatos de Sarmiento fueron puestos en el cepo o enviados a las fronteras con los indios y quemados sus ranchos. Bandas de soldados armados recorrían las calles acuchillando y persiguiendo a los opositores. Tal fue el terror que sembraron entre toda esa gente, que el día 29 de Marzo de 1857 triunfaron sin oposición. “El miedo es una enfermedad endémica de este pueblo. Esta es la palanca con que siempre se gobernara a los porteños, que son unos necios, fatuos y tontos". (Carta de Sarmiento a Dáz Oro 17/6/1857).
Domingo Faustino Sarmiento no ahorró adjetivos a la hora de referirse a otros “ilustres” contemporáneos a él. Siempre según sus dichos…
Juan Bautista Alberdi era un "baboso de envidia hipócrita y ambición rastrera; cínico, mentiroso, malvado, traidor, alma torcida, detractor de oficio, charlatán mal criado y pillo, saltimbanqui, raquítico y jorobado, conejo, bellaco, botarate insignificante".
Bernardo de Irigoyen: "un energúmeno";
Carlos Guido y Spano: "un burro";
Mariano Moreno: "el Danton de 1810";
Juan María Gutiérrez: "el hombre mas ignorante que haya conocido jamás";
Bartolomé Mitre: "un charlatán, tres veces borracho, autor, factor y sostenedor del fraude electoral desde 1852 hasta la fecha, pigmeo indigno y especulador patriotero" (26/6/1869; La Tribuna, 7/10/1874).
Castro Barros: "un majadero fanático, ambicioso, insano e hipócrita" (Rec. de Pcia.);
Del Carril: "Miserable, mocito petulante antes, viejo decrépito después, doctor maula, vicepresidente pantalla, necio testarudo, doctor de embustes" . (Tomo 17. OO.CC.);
Navarro Viola: "pajarraco, oprobio de la literatura argentina, estafador, basura sucia y hedionda y cloaca de inmundicias"; y los demás católicos como Estrada, Goyena, Lamarca, Avellaneda, Adolfo van Gelderen, Achával, etc., eran para Sarmiento "charlatanes adocenados, malvados, traidores a la constitución, engañados por Satanás"; (El Nacional, 20/4/1882).
Las mayores barbaridades las dijo contra los caudillos: Rosas, Güemes, Bustos, Ramírez, López Jordán, Facundo Quiroga, Oribe; y en modo especial contra el uruguayo Artigas : "Artigas es un bandido, un tártaro terrorista, jefe de bandoleros, salteador, contrabandista, endurecido en la rapiña, incivil, extraño a todo sentimiento de patriotismo, famoso vándalo, ignorante, rudo, monstruo, sediento de pillaje, sucio y sangriento ídolo con chiripá. Este salvaje criminal que enchalecaba hombres con cuero fresco lleva por séquito inseparable el degüello y la devastación". (Tomo 17, p. 87 y 92; T. 15, p. 349; T. 38, p. 280).
Sarmiento no se guardó ningún epíteto y disparó para todos lados. Sobre Paraguay dijo: "Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de razón. En ellos se perpetúa la barbarie primitiva y colonial. Son unos perros ignorantes de los cuales ya han muerto ciento cincuenta mil. Su avance, capitaneados por descendientes degenerados de españoles, traería la detención de todo progreso y un retroceso a la barbarie... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que le obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrescencia humana: raza perdida de cuyo contagio hay que librarse."Estas palabras están contenidas en una carta a Mitre que data de 1872).
En Febrero de 1882, Sarmiento desperdigó insultos hacia representantes religiosos. Después de manifestar su incredulidad con respecto a varios dogmas y hablar contra el Papa, los jesuitas y los católicos dijo sobre las congregaciones docentes: "Los frailes y monjas se apoderaron de la educación para embrutecer a nuestros niños... Ignorantes por principios, fanáticos que matan la civilización; emigrantes confabulados y recua de mujeres: basura de Europa, son la filoxera y el cardo negro de la pampa, hierba dañina que es preciso extirpar".
Duro?... No, estremecedor.
Resulta sumamente increíble que las bases, los cimientos, los principios de lo que somos como Nación, hayan estado en las manos y en las ideas de gente como Domingo Faustino Sarmiento.
"¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”.