Un cisne vive hasta 35 años, que es estancia prolongada para un miembro de la familia de los Anátidos. El león, por ejemplo, a pesar de su rudeza, vive 30. Pero también la existencia del ave se puede apagar en un relámpago de tiempo, pues, como cualquiera, resulta vulnerable a la contaminación del agua, el aire, el suelo o los alimentos.
En general, somos, todos nosotros, metabolismos especializados para subsistir en el entorno que está dejando de ser el planeta Tierra.
La prensa, trajo hace tiempo la noticia catastrófica de que tres mil cisnes murieron casi de un golpe. Para colmo, encontraron la defunción en su lago de una reserva natural en la ciudad de Valdivia, en Chile, mientras pescaban tranquilamente el sustento y proseguían con la vida cotidiana.
Los líricos o los sensibles, miran al cielo, y yo con ellos, y suspiran o se persignan, o maldicen. Se trata de un multitudinario y fatídico canto de cisne. Los indiferentes apenas conceden valor a la palabra CANTO y menos a la palabra CISNE.
Canto de cisne significa que algo o alguien sucumbe, pero antes, como aviso o despedida, exhala una hermosa queja melódica, precisa el Diccionario Universal de la Mitología. El crepúsculo, digamos, es canto de cisne del día que se apaga. Es figura o valor simbólico, puesto que el cisne, desde hace milenios, está consagrado al mítico Apolo como dios de la Música.
La noticia agregó entonces que tres mil era la mitad de todos los cisnes de la reserva. Que la catástrofe fue provocada por residuales letales de la Planta de Celulosa Arauco y Constitución, del grupo económico Angelini.
También que varios grupos ecologistas advirtieron del riesgo con anticipación suficiente, sin que fueran escuchados por las autoridades gubernamentales y menos por los de Angelini. Así lo denuncia el Instituto de Ecología Política de ese país austral.
En la Tierra habitan siete especies de cisnes. Por su belleza y distinción cada cisne carga con sus propios simbolismos, creados por la cultura humana desde épocas remotas.
El cisne blanco encarna a la desnudez permitida de la mujer, es el ave de Venus: así consta en el Diccionario de Símbolos de Cirlot. El cisne rojo es un símbolo solar, según L´Eau et les Réves, editado en Paris en 1921. Otro cisne es el ave que tira de la barca del dios Sol durante la noche.
En otros pasajes mitológicos, el ave aparece como cabalgadura mortuoria y se encuentra ahí, quizás, una relación con el misterio y la leyenda del canto del cisne moribundo.
Todas esas exquisitas y ancestrales conquistas de la imaginación humana en su relación con los seres vivos que cohabitan el planeta, por supuesto que le son indiferentes a ciertos propietarios o administradores de industrias, tanto en Chile como en cualquier otra locación geográfica, del Sur o del Norte.
Sabiamente, estos señores no mezclan el negocio con tales delicadezas del conocimiento, la emblemática y la historia. Los residuos, vamos, se echan a las aguas, los humos al aire. El resto es cuento de camino.
Si el cisne exhala su último canto, otro refinamiento artístico, ellos atienden preferentemente a las sirenas que anuncian el comienzo de las jornadas productivas.
Si son, como en este caso, tres mil cantos de cisnes, coral de la extinción, aviso masivo del mundo que se vislumbra y es ya hoy, sus orejas continúan enfiladas en el rumbo correcto: más productividad, menos costos de producción, mayores ganancias.