Quién pudiera morderte lentamente como a una fruta amarga en la corteza. Quien pudiera dormir en tu aspereza como el día en la sierra de poniente.
Quién pudiera rendir la hastiada fente contra el duro confin de tu belleza, y arrostrar sonriendo la tristeza, rota la paz y el paso indiferente.
Quien pudiera,mi amor, la alborotada resistencia del alma distraida conducir a tu pava apaciguada.
Quien pudiera ostentar, como una brida, el arco iris sin par de tu mirada desde tu luz a mi negror caída.
autor: Antonio Gala
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