El Salto Ángel, la catarata más alta del mundo, que quiebra el curso del río Gauja (o Kerep) con una caída segmentada de casi un kilómetro (979 m) en la Gran Sábana del sudoriental estado venezolano de Bolívar, no debe su nombre, como podría suponerse, a uno de esos seres alados que nos lega la tradición religiosa judeocristiana, sino al aviador estadounidense Jimmie Angel, el primero en corroborar desde el aire su ubicación exacta y en dar a conocer su prodigiosa fisonomía.
Se da por sentado que los nativos de la región habían conocido el salto desde tiempo inmemorial, y varias fuentes le atribuyen su “descubrimiento” a diferentes individuos. Algunos historiadores dicen que el gobernador español (de fines del siglo XVI y principios del XVII) Fernando de Berrío fue el primero en mencionarlo; otros sostienen que el explorador Ernesto Sánchez La Cruz había dado cuenta de este descubrimiento en 1910; otros arguyen que al capitán de la Armada venezolana Félix Cardona y al explorador Mundó Freixas se les agradece el hallazgo y la localización del salto (en 1927) y que sus aportes fueron los que despertaron el interés del aviador norteamericano. Sin embargo, lo cierto es que el salto permaneció desconocido para el mundo hasta que Angel lo descubriera desde el aire en 1933.
En 1934, Angel conoció a Durand A. Hall y a L.R. Dennison en Nueva York y aceptó servirles de piloto y guía en una expedición exploratoria de la Gran Sabana auspiciada por la firma Case, Pomeroy y Co. Hall y Dennison serían los primeros individuos en corroborar la existencia del salto cuando Angel los llevó en su avión al Cañón del Diablo en marzo de 1935. Para entonces, él había estado contando su historia durante muchos meses sin que nadie se la creyera, pues en los mapas de la región no aparecía ninguna meseta tan alta como el Auyántepui. En una fecha posterior, F.I. Martin, un geólogo norteamericano amigo de Angel, tomaría fotos del salto para verificar su existencia.
Entre 1935 y 1937, Jimmie y su esposa Marie hicieron varios viajes entre Estados Unidos y Venezuela. Fue en esta época que él adquirió la avioneta a la que le puso el nombre de “El Río Caroni”, por un río de la Gran Sabana que era su principal punto de orientación visual cuando sobrevolaba la región. Fue con esa avioneta que quiso aterrizar en el Auyántepui, en septiembre de 1937, experiencia que terminó en un accidente con el aparato enterrado en el lodo y él y sus compañeros obligados a caminar durante muchos días en medio de la selva. La avioneta permaneció más de treinta años en ese lugar, hasta que la Fuerza Aérea venezolana la rescató y hoy se exhibe como pieza de museo en Ciudad Bolívar.
Según un testigo, el nombre de Salto Ángel surgió durante una reunión de amigos y exploradores en Caracas en 1937, en la que hablaban sobre la catarata y, cuando Martin y Angel no encontraban cómo llamarla, otro de los presentes sugirió “Salto Ángel”, valiéndose del apellido de Jimmie, por ser este el que lo había dado a conocer al mundo. Su sobrina, Karen Angel apunta al respecto algo muy significativo: “Es muy improbable que el nombre de la catarata hubiera resistido la prueba del tiempo si el apellido de Jimmie hubiera sido Smith. Salto Ángel es un nombre líricamente descriptivo para la gigantesca ala de agua que fluye desde el Auyántepui”.
Luego de nueve meses de hospitalización a raíz de un accidente aéreo, Jimmie Angel falleció en un hospital de la Zona del Canal (Panamá) el 8 de diciembre de 1956. Más de tres años después, en julio de 1960, su viuda y sus hijos, cumpliendo sus últimos deseos, llevaron a esparcir sus cenizas, desde el aire, en el hermoso salto de agua que lo inmortalizó.
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