Entre sollozos, ella le explica:
fue el farmacéutico, me insultó horriblemente esta mañana por teléfono.
Tuve que llamarlo muchas veces antes de que contestara y cuando lo hizo, me trató de tal forma que no me atrevo a repetirlo.
Inmediatamente y sin mediar más palabras el furioso marido subió a su auto y se dirigió a la farmacia para confrontar al ofensor de su humillada esposa.
Cuando estuvo frente al farmacéutico, con gesto rabioso, le exigió una explicación.
El farmacéutico le dijo: espere un minuto.
Escuche mi versión de la historia.
Esta mañana mi despertador no sonó y me levanté tarde.
Ni siquiera pude desayunar y salí corriendo para subirme al auto y justo en ese momento me di cuenta de que había cerrado la puerta de mi casa y había dejado dentro tanto las llaves del auto como las de la casa.
Tuve que romper una ventana para poder entrar a sacarlas.
Con las llaves en la mano, me subí a la carrera en mi auto y, como iba a toda velocidad, me paró un policía y me puso una multa de mil pesos.
Estaba finalmente a 3 calles de mi farmacia y se me pincha una cubierta.
Cuando por fin llegue a la farmacia, había una cola de gente esperándome en la puerta, la abrí y los hice pasar para atenderlos.
Al entrar, el teléfono no paraba de sonar y yo no podía contestarlo.
Tuve que golpear un rollo de monedas contra el cajón de la caja registradora para dar vuelto y se cayeron todas.
Me tiré al piso para recogerlas y el teléfono seguía sonando.
Cuando me levante del piso, golpee mi cabeza contra el cajón abierto de la registradora y se me hizo una herida que me dio hasta mareos, perdí el equilibrio y choque contra el estante de los perfumes, que se vino abajo rompiéndose unos perfumes carísimos.
Y mientras todo esto pasaba, el teléfono seguía sonando sin parar y decidí contestarlo por temor a enloquecer.
Era ... su esposa.
Ella quería saber cómo se usaba un termómetro rectal...
......Y le juro por Dios que lo único que hice fue decirle cómo hacerlo!