Si a pesar de que te cepillas después de cada comida, cuando visitas a tu odontólogo te dice que tienes sarro, seguramente se debe a que estás descuidando algunas zonas de tu dentadura cuando pasas el cepillo y a que quizá no usas adecuadamente el hilo dental.
El sarro es la placa dentobacterina endurecida y produce gingivitis, que es la inflamación de las encías, y puede derivar en problemas más graves y hasta pérdida de piezas dentales; el problema es que la placa, también llamada biofilm oral, no se identifica fácilmente, debido a que es transparente, así que es bastante común que se acumule y que las personas se percaten de ella hasta que ha formado sarro, visible por su color amarillo o marrón y, en este punto, solo el odontólogo puede retirarla.
Si quieres asegurarte de que no estás dejando placa después del cepillado, la forma más usual de detectarla es usando reveladores, que son agentes que tiñen la placa y sirven para evaluar las áreas donde es necesaria una limpieza más exhaustiva con el cepillo.
Las sustancias más usadas –y que pueden conseguirse en cualquier farmacia– son la eritrosina, la fucsina y el colorante verde malaquita y vienen en presentación de gotas o tabletas, algunos tiñen toda placa bacteriana por igual y otros pintan de azul la placa más antigua y de rosa la más reciente. Al utilizarlos, se debe solo masticar o pasar la sustancia por toda la dentadura durante aproximadamente un minuto y luego escupirla sin tragar.
Alternativa casera
Si no tienes a la mano alguno de estos reveladores, hay una opción natural, apta para todos, incluso para los niños; y es la remolacha o betabel, su raíz tiene unos potentes pigmentos (betacianina y betaxantina), incluso se extraen y se obtiene el colorante E162, que se usa para teñir muchos alimentos, ya que no son tóxicos.
Mastica un trozo de remolacha cruda , sus pigmentos lograrán el mismo efecto que los reveladores comerciales y podrás ver en un espejo las áreas donde se está acumulando placa, ahora coloreada de rosa; las zonas bien cepilladas no se pigmentan, ya que el esmalte no lo permite.
Vuelve a cepillarte muy bien, con énfasis en esas zonas –recuerda que la remolacha es alta en azúcares y no querrás dejar ningún resto de alimento en los dientes– y no olvides limpiar también la lengua y las mejillas.