NARANJAS
Una joven en sus veinte se dedicaba a la prostitución y, por obvias razones, lo mantenía escondido de su abuela. Un día, la policía hizo una redada en un burdel clandestino y arrestó a un grupo de prostitutas entre las que se encontraba la joven.
La policía les ordenó a las prostitutas que se alinearan contra la pared, una al lado de la otra.
Desafortunadamente, en ese mismo momento, la abuela de la joven se encontraba paseando por el vecindario. Al verla pasar, la muchacha entró en un estado de desesperación y comenzó a pensar en la excusa para darle a su pobre abuela.
Con sus lentes infalibles, la anciana vio a su nieta parada contra la pared y le preguntó: ¿Para qué es esta fila, querida?” Para no revelar su secreto, la muchacha le dijo que en ese edificio estaban dando naranjas gratis, y que estaba en la fila esperando su turno.
“Fantástico,” dijo la abuela, “creo que yo también me llevaré algunas,” y se dirigió al final de la fila a esperar su turno. Luego de cuestionar a todas las prostitutas, un oficial llegó al final de la fila y, para su sorpresa, se encontró con la abuela.
“¿No es un poco grande para esto, señora? ¿Cómo puede hacerlo a esta edad?” le preguntó el oficial a la abuela.
Con una sonrisa, ella le respondió: “Oh... es muy sencillo querido. Primero la pelo, luego me saco la dentadura y abro bien la boca.”