Lograr un vientre plano y duro como una roca no es encontrar sangre de unicornio pero casi. Porque no se trata solo de adelgazar, sino de no hincharse. O de deshincharse. Una pesadilla incluso mayor que la de dar esquinazo al sobrepeso. Ya no se trata de quemar las grasas sobrantes, sino de hacerle la cobra a los gases, no retener líquidos, comer fibra sin pasarse y visitar el baño con regularidad. Ahí es nada. Por eso muchas personas en su peso ideal lucen cierta curvita y no precisamente de felicidad. Esa línea redondeada de perímetro variable, que hace que hoy estés más gorda que ayer pero quizás menos que mañana, puede convertirse en una recta con algo de esfuerzo. Los expertos nos dan algunas claves para lograrlo. Ánimo, nada es imposible.
1. Adiós a las burbujas
Desde los refrescos carbonatados a la cerveza. Son gas y siguen siéndolo en el intestino. Y, además de ser incómodos, provocan hinchazón visible. “También debemos evitar beber con pajita, porque siempre se ingiere algo de aire”, recomienda Liliana Velásquez, nutricionista en los centros de medicina estética Cristina Álvarez.
2. Reducir la sal
“Este mineral realza el sabor de los alimentos pero el precio es alto: favorece la retención de líquidos. Tampoco se trata de comer soso. Hay que reeducar el paladar y aprende a sustituir la sal por especias”, apunta la doctora Paula Rosso, especialista en medicina corporal en Clínica Lajo Plaza.
3. Ojo con las fibras
Esta es la parte más peliaguda del asunto: para favorecer el tránsito intestinal hay que ingerir más fibra. Pero, en exceso, complica el proceso digestivo y causa inflamación. “Para ejemplo, las legumbres. Son alimentos muy ricos en fibra pero también contienen polisacáridos difíciles de digerir y poco asimilables por el organismo. Cuando a nuestro estómago se le dificulta su trabajo, genera una inflamación que se traduce en hinchazón abdominal”, advierte Velásquez. Para solucionarlo, lo ideal es consumir las legumbres bien cocidas, incluso, sin piel o en puré.
4. Arguiñano tenía razón
Hay especias que suavizan la digestión. Toma nota para la lista de la compra: comino, cardamomo, anís o perejil.
5. Beber (mucho)
Sobre todo en verano. Sin ponernos escabrosos, las heces necesitan un nivel de hidratación para transitar con fluidez por el intestino. Cuando escasea el agua, el organismo la extrae de allá donde puede y el material intestinal encabeza la lista de depósitos de donde agenciarse el líquido elemento en momentos de carencia. Las consecuencias son fáciles de imaginar: los desechos digestivos se resecan y endurecen, se eterniza su paso por el intestino y su excreción se torna en un valle de lágrimas. Para no llegar a esa situación, hay que ingerir mucho agua, zumos o caldos.
6. A la rica infusión
Son estupendas para facilitar la digestión y aportan sabores más entretenidos que el agua. ¿La mejor? El té verde. ¿Y si usted tiene alma de sibarita? Una infusión de rodajas de jengibre con una cucharadita de canela en rama. Perfecto como ‘gin tonic’ y mucho más saludable antes de irse a la cama.
7. Controla las grasas
Y no solo porque engorden, que también. “Los alimentos ricos en grasas saturadas (carnes grasas, mantequillas…) y los ácidos grasos poliinsaturados (como el pescado azul o el aceite de girasol, buenos para el corazón pero complicados de digerir) conllevan digestiones pesadas. En ese proceso se generan muchos gases e hinchazón abdominal”, advierte Velásquez.
8. Leche, con cautela
El 15% de la población mediterránea tiene intolerancia a la lactosa. En esos casos el estómago desarrolla una inflamación que puede llegar a ser crónica, incluso ingiriendo poca cantidad de lácteo. Para no renunciar a los nutrientes de la leche los expertos sugieren tantear los lácteos sin lactosa e incluso las leches vegetales. Ojo, la lactosa es un tipo de azúcar presente también embutidos, panes, patatas fritas y hasta en medicamentos.
9. Coles, pocas
No hace falta hacer un master en medicina para concluir que las coles, el repollo, la coliflor y el brócoli tienen ventosos efectos secundarios. La responsable es la rafinosa, un polisacárido difícil de digerir que se fermenta en el intestino por acción bacteriana. “Esto sumado a la cantidad de fibra que poseen, genera hinchazón abdominal”, recuerda Velásquez. ¿Los retiramos entonces de la dieta? Tampoco. “Lo ideal es cocerlos bien, consumirlos con moderación y combinarlos con otros alimentos que reduzcan su efecto en el organismo”.
10. Fórmula tropical
Apunta este nombre: bromelina. “Es una enzima que aligera las digestiones. Se encuentra en la piña natural. La papaína de la papaya tiene un efecto parecido. En este caso debes buscarla en la papaya”, señala Rosso. Las alcachofas, los espárragos y los arándanos son otros saludables aceleradores de la digestión.
11. Masticar con calma
Engullir no es bueno para nada. “Solemos olvidar que la digestión empieza en la boca. No hacerlo correctamente sobrecarga al estómago”, advierte la doctora Mar Mira de la Clínica Mira & Cueto. Rosso completa el cuadro recordando que “al comer atropelladamente también tragamos aire”. Sugiere incluso hablar poco en la mesa. Ya se sabe, en boca cerrada no entran moscas. Ni burbujas de aire.
12. Hacerle la cobra a la regla
Los días previos a la menstruación se retienen más líquidos. “Hay un antídoto natural: el magnesio, que mantiene a raya los cambios hormonales. Búscalo en los frutos secos, las verduras verdes y los cereales integrales”, revela la doctora Rosso.
13. Endurecer el abdominal
Con la edad esos músculos tienden a la laxitud. El entrenador Mariano Aicardi, de Carioli Health Club Madrid, recomienda fortalecerlos “para que ellos, a su vez, retengan los órganos internos sin crear esa curva tan fea. En el caso de las mujeres, lo más aconsejable son los hipopresivos para no dañar el suelo pélvico”.
14. Caminar
O correr. O hacer algún tipo de ejercicio físico. Favorece la motricidad intestinal. Cuanto más se mueva el aparato digestivo, mejor irá todo lo de dentro.