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Enredadera
Seré benéfica y mínima Como la flor de la salvia Si tú me dejas seguirte Y estar contigo en tu casa.
Cuando tú quieras silencio Seré silencio yo misma Haré más lentos mis pulsos, Haré callada la risa, ¡Y he de ser como una sombra Que a tu costado se ovilla!
Cuando vuelvas de la calle Hastiado, amargo, sediento, Como agua clara del río Será para ti mi cuerpo.
Y almohada de trébol nuevo, Mi brazo, para tu nuca. Sobre tu sienes ardientes, Frescas, mis manos desnudas.
Deja que sea a tu lado Como una sombra ligera, Una sombra que tuviese Fragancia de madreselva.
¡Sueno ceñirme a tu vida igual que una enredadera!
Juana de Ibarbourou |
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