Nada más aterrizar en el aeropuerto de Quito, el papa Francisco ofreció al presidente de Ecuador, Rafael Correa, “el compromiso y la colaboración” de la Iglesia católica para que “los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos”. El Pontífice, que durante los próximos ocho días visitará Ecuador, Bolivia y Paraguay, pidió a Correa que ponga “especial atención” en los “hermanos más frágiles”. “Los pobres son la deuda que aún tiene toda América Latina”, dijo.
El presidente ecuatoriano recibió a Jorge Mario Bergoglio con un fuerte abrazo, un discurso de marcado carácter político en el que destacó los logros de su Gobierno y un agradecimiento por la encíclica papal sobre la ecología. “Si alguien intenta acallar sus palabras”, le dijo el presidente Correa a Francisco, “las piedras las gritarán”.
La primera etapa del viaje del Pontífice —aunque circunscrita al recibimiento en el aeropuerto— ya dejó constancia de las líneas por las que transitarán unas jornadas que se esperan con máxima expectación. Es la primera vez que Bergoglio visita como Papa la América de lengua española, donde se fraguó la opción preferencial por los pobres que ahora quiere servir de guía a toda la Iglesia. “Francisco”, subrayó el jesuita Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, “tendrá además la oportunidad de expresarse en su propio idioma, lo que con toda seguridad lo llevará a improvisar sobre las intervenciones ya previstas”. El tercer aspecto que con toda seguridad marcará la diferencia será el calor del recibimiento al primer papa latinoamericano.
En su discurso ante el presidente Correa, quien en las últimas semanas ha sufrido una gran contestación social a sus reformas, el Papa aseguró que en el Evangelio se pueden encontrar “las claves para afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias y fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones”. Bergoglio, que reconoció los avances logrados por un país cuyo PIB ha crecido a un ritmo superior al 4% anual en la última década, resaltó, no obstante, la necesidad de que el progreso alcance también a los más vulnerables. “Para esto, señor presidente, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia”.
Liderazgo de Obama
Durante el vuelo entre Roma y Quito, Bergoglio saludó uno a uno a los 75 periodistas presentes en el vuelo papal fletado por Alitalia y que en los próximos días cubrirá más de 25.000 kilómetros entre Ecuador, Bolivia, Paraguay y el regreso a Roma el próximo lunes. Además del liderazgo moral reconocido por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y de su capacidad para corregir la derrota de la Iglesia, el Papa demostró tener más paciencia que el santo Job. Unos enviados se conformaron con saludarlo o intercambiar algunas palabras, pero otros se apuntaron sin complejos a los cansinos autorretratos con el móvil, las largas confidencias familiares o los ya habituales encargos para que bendiga el retrato de la abuela o una colección de rosarios. Una periodista le dijo que se tomará con calma un viaje tan largo y que incluye una etapa en La Paz, a más de 4.000 metros de altura. “No pasa nada”, le contestó Bergoglio, “mascaré coca”.
El Ecuador que recibe la visita del papa Francisco no es solo aquel país que cuenta con un 81% de católicos —según el Instituto Nacional de Estadística y Censos—. El Estado andino vive una polarización acentuada por las recientes movilizaciones en contra del presidente Correa, que han durado casi un mes. Los intentos por gravar las herencias y la plusvalía extraordinaria de bienes inmuebles activaron a la población, y aunque el primer mandatario retiró temporalmente estos proyectos de ley, el malestar ciudadano persiste. En su camino desde el aeropuerto de Quito al centro de la ciudad, decenas de personas rodearon el autobús en el que viajaba el Papa gritando consignas contra Correa.
La crispación de una parte de la población ha puesto en peligro la imagen de Ecuador que Correa quería vender al mundo durante la visita del Papa. Tan seguro estaba de su éxito como anfitrión que el 2 de junio invitó a sus homólogos de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños a la misa campal en Quito. Ahora se ha bajado el perfil a estas invitaciones y según el Ministerio de Exteriores solo los presidentes de Honduras y Haití asistirán, informa Soraya Constante.