Vi tu enérgica protesta delante de las cámaras de TV en la reciente manifestación en favor de la Reagrupación de presos y su transferencia a cárceles cercanas a sus familiares y con mejores prestaciones.
Vi cómo te quejabas de la distancia que te separa de tu hijo y de lo que supone económicamente para ti, ir a visitarlo como consecuencia de esa distancia.
Vi también toda la cobertura mediática que dedicaron a dicha manifestación, así como el soporte que tuviste de otras madres en la misma situación y de otras personas que querían ser solidarias contigo, ya que contabas con el apoyo de algunas organizaciones y sindicatos populistas, comisiones pastorales, órganos y entidades en defensa de los derechos humanos, ONGs etc. etc.
Yo también soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación.
Enorme es la distancia que me separa de mi hijo.
Trabajando mucho y ganando poco, idénticas son las dificultades y los gastos que tengo para visitarlo.
Con mucho sacrificio sólo puedo visitarlo los domingos, porque trabajo incluso los sábados para el sustento y educación del resto de la familia.
Felizmente, también cuento con el apoyo de amigos, familia, etc.
Si aún no me reconoces, soy la madre de aquél joven que se dirigía al trabajo con cuyo salario me ayudaba a criar y mandar a la Escuela a sus hermanos menores y que fue asaltado y herido mortalmente a balazos disparados por tu hijo.
En la próxima visita, cuando tu estés abrazando y besando a tu hijo en la cárcel yo estaré visitando al mío y depositándole unas flores en su fría tumba, en el panteón sin siquiera poderlo abrazar y besar.
¡Ah!... Se me olvidaba: ganando poco y sosteniendo la economía de mi casa, a través de los Impuestos que pago..., tu hijo seguirá durmiendo en un colchón y comiendo todos los días.
O dicho de otro modo: yo seguiré sosteniendo a tu hijo malhechor.
Qué ironía de la vida, yo que siempre crié a mis hijos como la mamá más mala, para que ellos fueran los hijos más buenos y sí que lo era, mi hijo era honesto, trabajador, excelente amigo, esposo padre e hijo y sin más, un mal hijo de una buena madre le quitó la vida y nos destrozó toda ilusión a la familia entera.
Ni a mi casa, ni en el cementerio, vino nunca ningún Representante de esas entidades que tan solidarias son contigo, para darme apoyo ni dedicarme unas palabras de aliento.
¡Ni siquiera para decirme cuales son MIS DERECHOS!
¡LOS DERECHOS HUMANOS SON PARA... LOS HUMANOS DERECHOS!