Hay un 10% que nunca conocerás de mí. Puedes esforzarte lo que quieras pero nunca conseguirás descifrarlo. De hecho, hay un 5% de mí, al menos que nunca conoceré y eso que, sin ánimo de que suene pretencioso, llevo más años conmigo que tú.
Que no conozcas esa parte no significa que sea mala o perversa o que carezca de sentimientos o empatía. Simplemente, nunca va a parecerte lógica ni racional, nunca la vas a poder predecir.
Perdona si me río a veces cuando intentas conseguirlo y te desespera, es que tengo la sensación de que eres ese niño pequeño que intenta alcanzar el paquete que está envuelto en la balda más alta… O quien intenta de todas las formas posibles encajar una pieza del rompecabezas y prueba con todas, cuando la única que encaja se ha caído debajo de las faldillas de la mesa.
Espera. Crecerás y, aunque no seas lo suficiente alto como para alcanzarlo, sí serás lo suficientemente fuerte como para poder con la escalera que te permita llegar. O quizás, entonces no quieras llegar porque has preferido vivir con la realidad que eres capaz de percibir o ya no te inquieta.
Ya, entiendo. Temes que esa parte de mí te cause sufrimiento. Con la ventaja que te llevo a la hora de conocerme te diría que no, con el resto solo te puedo decir que me gustaría que te arriesgases.
No puedo obligarte, ni pedírtelo, solamente expresarte mi deseo, pero ni siquiera sé si esto es justo porque creo firmemente que yo me llevo la mejor parte si lo haces.
Mi parte impredecible puede dañarte, pero también es una de las razones importantes por las que estás conmigo. Es la que te sorprende y la que me hace Wally en un mundo de personas más parecidas que diferentes.
… y tú quieres a Wally…
…y yo quiero a quien todos los días busca a Wally…
…Es decir, a ti…
Mi compromiso es ayudarte a vivir con ella, algo en lo que quizá no he sido demasiado hábil… Pero lo cierto es que nadie nace aprendido y, como te he dicho antes, me resultas entrañable cuando pataleas por el paquete envuelto.
Tienes muchas cosas que decir sobre mi vida, pero déjame tener la última palabra aunque no estés de acuerdo, déjame elegir con quién me relaciono y la forma en la que lo hago. Deja que puedas quererme como soy o como seré, y no como una sombra de lo que soy o seré.
No pruebes con todos los moldes para intentar encajarme, porque no hay molde para mí. Lo tendrás que construir y aún así siempre habrá bordes que nunca encajarán.
No te plantees si soy normal o no. Ya te digo que no lo soy, que no encajo en tu patrón de persona típica, al igual que no encajo en patrón de persona típica de nadie.
No reclames como derecho la necesidad de descifrar ese 10%, porque lo único que sucederá es que quedará silenciado y escondido y…dejaré de ser Wally y tú dejarás de buscarme cada día.
Dejarás de amarme y yo me quedaré profundamente triste.
Ese 5% es una parte minúscula y pequeñita, aunque tú no sepas dimensionarla porque solo alcanzas a ver el borde.
Sigue jugando por el resto de la casa. No merece la pena que pierdas un instante por lo que los dos desconocemos. En cambio, creo firmemente que sí merece dos vidas lo que hemos imaginado juntos.
Así, de alguna manera te pido que seas cómplice, conmigo, de mi propia ignorancia, para que juntos y sin prisa comencemos a hacernos preguntas… Y como hilo de esperanza piensa que lo último que ha caído de esa balda que no alcanzas es esta carta que te escribe un persona enamorada…
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