¡Ha! de los años en que estuve en el jardín de niños, en realidad son pocos los recuerdos que me quedan; estudié en el jardín de niños Pestalozzi, y a mí me gustaba jugar mucho en el cajoncito de arena y además quería mucho a mi maestra Charito, una mujer todo amor y dulzura (y pecas) con una paciencia a prueba de niños, además no me gustaba que me regalaran galletas y dulces por aquello del ogro que engordaba a los niños para comérselos, ¿recuerdan ese cuento?
De mi paso por la escuela primaria, recuerdo que nunca fui un estudiante brillante aunque tampoco era una papa enterrada, lo que más me gustaba y creo que aún más les gusta a los niños de primaria, era el recreo, pues era el momento para dejar desbocar ese potrillo que todo niño lleva dentro, carreritas, saltos, juegos de la roña y muchos más que seguramente ustedes también han de recordar, fueron parte importante en mi formación.
Lo que fluye en estos momentos en mi mente en referencia a ese tiempo, es el recuerdo de varios amiguitos de la escuela que de alguna manera influyeron en mí, como por ejemplo, el de un chiquillo que desafortunadamente me olvidé de su nombre, pero que por él me interesé desde muy temprana edad por el canto, ya que lo que observaba en él era su gran popularidad entre maestros y alumnos y en especial entre las alumnas a pesar de no ser bien parecido, también me gustaba mucho dibujar, lo que me valía la felicitación de mis maestros y la envidia de mis compañeros, recuerdo en especial al Profesor que me tocó en el 3er año, Mario Mota, un profesor consecuente y amable con sus alumnos y un impulsor del talento que veía en ellos, como por ejemplo, motivar a mi hermano Mario para construir aviones de madera balsa con o sin planos, a mí, a dibujar, y a muchos otros, en las diferentes aptitudes en las que destacaban. Es indudable que mi paso por la escuela primaria fue muy importante para conocer cosas que con el tiempo me serían de gran utilidad en mi desarrollo.
Después vino el tiempo de estudiar la secundaria, tiempo que recordamos más por el simple hecho de que nuestra mente ya se encuentra en un nivel de recepción más elevado que hace, que todo lo que aprendamos a partir de ese momento nos vaya preparando para entender de manera muy diferente la forma de ver nuestra vida, ya que en ese tiempo es cuando empezamos a esconder nuestros sueños infantiles y nos esforzarnos por penetrar ese nuevo mundo que se abre en forma espectacular ante nuestros ojos, y empezamos a adoptar moldes de acuerdo a como piensan los jóvenes de más edad, y queremos dejar atrás las enseñanzas de comportamiento que recibimos en la escuela primaria, y sobre todo, las que recibimos en el seno familiar por considerarlas impositivas, por lo que deseamos que se respete nuestra nueva forma de ver las cosas, que, indudablemente no es la más adecuada, pero que va haciendo comenzar a aprender a reflexionar en lo bueno y malo de nuestra nueva forma de pensar, y nos va dando, inexorablemente, la pauta para asimilar, a veces de manera violenta en lo físico y sentimental, las respuestas a las preguntas que nos hacemos a esa edad, y esa situación nos debería hacer pensar y razonar mejor las cosas para ir avanzando correctamente en nuestro desarrollo como personas, sin embargo, muchos jóvenes que no tienen el ejemplo paternal de lo que ellos mismos ( sus padres ) reclaman, toman como agresión personal los regaños y las observaciones hechas a su comportamiento, y como no obtienen el reconocimiento que quisieran, dan por hecho que sus padres son la causa de lo que ellos mismos rechazan; por otro lado, hay chicos que creen que sus padres piensan que todo lo que ellos hacen está mal, aunque esto no sea verdad, y sus razonamientos se desvían de tal manera, aunque no en todos los casos por fortuna, que empiezan a consolarse con otros amigos que sienten y piensan de igual manera, y no falta quien se aproveche de esta confusión y los empiece a involucrar en las drogas y en la prostitución.