Una mente abierta y un corazón humilde me ayudan a crecer y a aprender.
Aprender juega un papel vital en mi desarrollo espiritual. Abordo mi crecimiento espiritual como si fuera un estudiante novicio. Al hacerlo, cultivo cualidades espirituales importantes como mantener una mente abierta y ser humilde.
Veo hasta las situaciones más difíciles como regalos que me brindan lecciones de vida importantes. Cada persona y cada circunstancia me enseñan algo invaluable acerca de la naturaleza del Espíritu y de mi propia alma. Estudiar material referente al mundo puede ser entretenido y ayudarme a lidiar con la vida diaria. Sin embargo, nada me satisface más que crecer en sabiduría espiritual. Expreso gozosamente mi naturaleza divina según gano conocimiento y habilidades.
Lo guardé en mi memoria; lo vi, y aprendí una lección.—Proverbios 24:32
La sabiduría antigua dice que un recipiente lleno no tiene espacio para nada más. Esto también es cierto con respecto a mi conciencia. Cuando me aferro a los problemas y a los agravios soy un vaso lleno. Mantener el corazón abarrotado hace difícil que más abundancia fluya a mi vida.
Creo espacio al dejar ir toda falta de perdón. Llevo un diario, oro y hablo con personas en quienes confío. Suelto resentimientos y temores y limpio mi corazón con oración. Ahora soy un canal con espacio para recibir más amor y bendiciones. La gracia de Dios me llena. Soy sano. Vivo partiendo desde una nueva conciencia y soy feliz. Comparto mi gozo con mis seres queridos. Al permanecer abierto y receptivo, vivo abundantemente.
Y cuando oren, si tienen algo contra alguien, perdónenlo.—Marcos 11:25
Buscar satisfacción en lo externo puede crear caos en mi vida. Tal vez cambie de trabajo, de relaciones personales o de casa. Sin embargo, quizás todavía sienta inquietud. Entonces, cambio la perspectiva de mis deseos hacia el interior y descubro que lo que busco ya está allí. Las circunstancias externas no pueden brindarme paz y satisfacción, mas el amor sí.
Al entrenar mi mente para encontrar satisfacción en mí, un manantial de alegría y deleite me espera. Encuentro gozo en las cosas sencillas como un cielo azul, el aroma de la tierra y la bondad que recibo de otros. Más que todo, aprecio mi vida tal como es. Vivo en un estado constante de gratitud.
¡Que el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en la fe, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo!—Romanos 15:13