El otro día, una persona joven me preguntó: ¿qué sentía al ser viejo?
Me sorprendió mucho la pregunta, ya que no me consideraba viejo.
Cuando vio mi reacción, inmediatamente se apenó, pero le expliqué que era una pregunta interesante. Y después de reflexionar, concluí que hacerse viejo es un regalo.
A veces me sorprendo de la persona que vive en mi espejo. Pero no me preocupo por esas cosas mucho tiempo.
Yo no cambiaría todo lo que tengo por unas canas menos y un estómago plano. No me regaño por no hacer la cama, o por comer
algunas “cositas” de más. Estoy en mi derecho de ser un poco desordenado, ser extravagante y pasar horas contemplando un paisaje.
He visto algunos queridos amigos irse de este mundo, antes de haber disfrutado la libertad que viene con hacerse viejo.
¿A quién le interesa si elijo leer o jugar en la computadora hasta las 4 de la mañana y después dormir hasta quién sabe qué hora?
Es verdad que a través de los años, mi corazón ha sufrido por la pérdida de un ser querido, por el dolor de un niño, o por ver morir una mascota. Pero es el sufrimiento lo que nos da fuerza y nos hace crecer.
Un corazón que no se ha roto, es estéril y nunca sabrá de la felicidad de ser imperfecto. Me siento orgulloso por haber vivido lo suficiente como para que mis cabellos se vuelvan grises y por conservar la sonrisa de mi juventud, antes de que aparezcan los surcos profundos en mi cara.
Ahora bien, para responder la pregunta con sinceridad, puedo decir: ¡Me gusta ser viejo, porque la vejez me hace más sabio, más libre
A muchos de nosotros nos concierne.No es de mi autoria,lo encontre en el periodico La Republica de Uruguay y es una verdad absoluta.Hay veces que no rechazo la idea que el sufrimiento pasado me hace aceptar y celebrar lo bueno que me pueda pasar en el future.
Vivi