No sé cuál es la cara que me mira
cuando miro la cara del espejo; no sé qué anciano acecha en su reflejo
con silenciosa y ya cansada ira.
Lento en mi sombra, con la mano exploro mis invisibles rasgos. Un destello
me alcanza. He vislumbrado tu cabello que es de ceniza o es aún de oro.
Repito que he perdido solamente
la vana superficie de las cosas. El consuelo es de Milton y es valiente,
Pero pienso en las letras y en las rosas. Pienso que si pudiera ver mi cara
sabría quién soy en esta tarde rara.
Jorge Luis Borges
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