Hoy pensaba lo solas que estaban las estrellas.
Allá lejos, una a una, con una existencia incluso no real ya;
iluminando pasiones, alumbrando ilusiones o clareando
amarguras para los que estamos abajo.
Pensaba también, que al igual que ellas,
realmente ser diferente equivale a prepararnos para la soledad
porque de algún modo la diferencia no se perdona,
pocas veces se admira y la mayoría se envidia.
La gente que brilla gusta a muy pocos y sobre todo,
lo peor es que no encuentran su lugar entre los demás.
Les llaman incomprendidos, soñadores y hasta locos.
Pero a todos nos gustaría tener un mundo diferente
en el cual viésemos y sintiésemos lo que otros no ven ni sienten.
Un trocito de locura en la que poder perdernos
cuando todo va mal o cuando va muy bien.
Un pedazo de cielo o un mordisco de infierno
para saborear otras sensaciones diferentes que no nos maten en la rutina.
Las estrellas no tienen edad o la disimulan muy bien.
Siempre vemos las mismas o eso nos parece.
Todas tan similares y tan distintas.
Todas tan lejanas y tan brillantes.
Todas al alcance de la mano y sin embargo a tanta distancia, en realidad.
Si conoces una estrella disfruta de su luz.
No pueden atraparse, ni poner un candado a su brillo. Solo gozar de ella.
Si conoces a una persona especial, haz lo mismo.
Tal vez no entiendas muchas cosas de las que hace o dice,
tal vez no comprendas sus silencios o su distraída forma de ver la vida
pero lo que es seguro es que si está cerca de ti es la tuya;
esa que absolutamente libre te ha elegido.
VÍ A MIRAR LO QUE NO SE VE
d/a