En una entrevista que el periodista Raúl Pérez Peña le hiciera a Delio Gómez Ochoa, publicada en el Listín Diario, el Comandante de uno de los grupos de la heroica Expedición de Constanza, afirma que al ser sorprendidos durmiendo a la orilla de un arroyo, fueron llevados a la presencia del General Juan Tomás Díaz, quien "habló con nosotros de una manera bastante afable", manifestándole: "usted no tenga temor ninguno. Yo los voy a presentar". Nos llevó a Constanza. Allí estaba la gente de la Legión Extranjera. Entre ella, unos cubanos. Vimos a José María Salas Cañizales, al Coronel Chez "El Ungaro", Miguelito "El Niño". Un cubano que era unos de los asesinos más connotados de Cuba. Luego llegamos al Cuartel de Constanza. Allí Juan Tomás cambió de vehículo y nos llevó en un Mercedes hasta cerca de la pista de aterrizaje donde nos recogerá un avión. Hasta allí habíamos estado con las manos sueltas sin atar. Entonces se nos acercaron gente de la Legión en una actitud peligrosa con los fusiles palanqueados".
"Juan Tomás tuvo unas palabras fuertes con ellos: ustedes son una pila de pendejos, los quieren matar aquí mansitos y no se atrevieron ir a buscarlos a la montaña "El episodio narrado por Gómez Ochoa trajo a mi memoria un hecho que me impresionó profundamente: Discurría el mes de junio del año 1959 y una tarde llegué a la casa de Juan Tomás que en aquella época comandaba la Brigada del Ejército Nacional en la ciudad de La Vega. Al preguntarle a su esposa Chana, dónde él se encontraba, me dijo que en su aposento, física y mentalmente destruido y cuando lo vi evidentemente deprimido, traté de saber lo que le sucedía. Me dijo que estaba avergonzado de lo que pasaba en todo el país, asqueado de los crímenes y de la sangre que se estaba derramando a costa de la juventud dominicana. Dijo esto con tal expresión, que denotaba las huellas de algún suceso que lo hubiera impresionado mucho y al tratar de saber la razón de su actitud, me informó que en la mañana de ese día había sido llamado desde Jarabacoa donde fueron conducidos tres jóvenes expedicionarios capturados en sus inmediaciones y vivamente emocionado, me dijo que se trataba de jóvenes valerosos, altos, fuertes, simpáticos y que ordenó le quitaran las amarras, le buscaran comida y cigarrillos, pero que le ordenaron enviarlos a Constanza, donde están siendo sometidos a torturas y que luego lo fusilan.
Cuando le pregunté sus nombres, el primero que mencionó fue el de Leopoldo Jiménez Nouel y al yo reaccionar con asombro y preguntar: Leopoldo? Me dijo: tú lo conoces? Si, Si, le contesté, es sobrino de mi cuñado Germán Brugal, amigo de mi hijo Franklin. Su madre es Luz Nouel y su padre Juan Jiménez Rosa.
Ese triste día hablé extensamente con Juan Tomás, le pregunté si él ya contaba con suficientes recursos militares para iniciar una acción destinada a la liberación de la tiranía. Me contesté que solamente contaba con una brigada y media y en tales condiciones, y que con ese apoyo, una acción significaría un suicidio. Ya en el año 1958, lo hemos afirmado antes, se habían hecho contactos para la organización de una conjura y quien escribe llevó al Doctor Homero Hernández Almánzar a la finca de mi primo Modesto Díaz en Villa Mella, para entrevistarse con él y con Juan Tomás y luego en compañía del, Doctor Hernández Almánzar, visitó al Licenciado Don Rafael Augusto Sánchez.
Después del episodio que me narrara Juan Tomás, debido al estado físico de los expedicionarios, su captura era más frecuente y la gente comentaba muy reservadamente lo que sucedía y asombrada hablaba de los inenarrables sufrimientos a que eran sometidos los héroes.
Por esa razón con la necesaria precaución, informe a la familia de Leopoldo y todos deploramos su crítica situación.
Recientemente ha sido publicado el interesante libro titulado CONSTANZA, MAIMÓN Y ESTERO HONDO, y su autor el Ingeniero Anselmo Brache Batista, al narrar el final del grupo Jimenes Moya, afirma que "otros cuatro expedicionarios, disgregados en las proximidades de Jarabacoa, entre La Cabirma y el Corocito, pasaba la carretera de Manabao, con intenciones de seguir a Santiago para reunirse con los otros del desembarco marítimo, llegan hambrientos y exhaustos".
Afirma el autor, que el primero en entregarse fue Juan Cárdenas (venezolano), joven de fuerte contextura," quien informó la disposición de los otros de hacerlo, también. Eran Leopoldo Jiménez Nouel, Alcibiades Tavárez, con un balazo en un glúteo desde Constanza, y Víctor Mainardi Méndez (jovencito cubano)”. Alrededor de la 10 a.m. fueron llevados todos amarrados al local del "Partido Dominicano"... La Señora Lucila Rodríguez de Concepción, abriéndose paso entre las personas que se habían aglomerado allí, llevó sopa para todos. A duras pena consiguió pasársela y esto fue por la humana intervención del General Juan Tomás Díaz, quien a su vez amonestó a un Oficial que propinó una pezcosada a uno de ellos… También le ofrecieron cigarrillos".
El autor del libro Brache Batista -agrega- que "la población y las Autoridades se comportaron con dignidad. Al momento de llevarse a los expedicionarios, el pueblo pudo apreciarlos:
Estaban con la ropa desgarrada, las botas rotas, los pies hinchados, los ojos hundidos, las manos y el cuerpo con cortaduras, barba de varios días, pelo desaliñado y emocionalmente afectados por el hambre y la situación sicológica... en resumen parecían Cristos".
Una actitud similar a ésta la asumió el General, Díaz, cuando Mayobanex Vargas, uno de los pocos sobrevivientes se entregó hecho que coincidió con la llegada del general Díaz al sitio donde se encontraba el héroe.
En el libro CONSTANZA, MAIMÓN y ESTERO HONDO se narra que "ordenó a Mayobanex acercarse para hablarle. Vargas sintió temor, luego sorpresa, porque el General lo invitó a sentarse sólo con él debajo de un árbol y preguntó por el estado de salud de sus compañeros de guerrilla. La entrevista terminó cuando le dijo: Ya ustedes están listos. A los que vinieron en barco los liquidaron. Al igual que al grupo de Jimenes Moya. En el momento en que decía la suerte de los compañeros de expedición (Mayobanex) tuvo la impresión de que el General Díaz se iba poniendo triste”.
Es necesario exponer que Leopoldo Jiménez Nouel no era nativo de Jarabacoa, como erradamente se ha afirmado. Este joven estudiante, con apenas 18 años de edad, no quiso oír los consejos de sus padres y un día, acompañado de otros quijotes de los ideales patrios, intentando contribuir a la redención de su pueblo esclavizado, voló de Venezuela a Cuba para reunirse a los hombres que desde el exilio, mantuvieron muy en alto la bandera de la libertad, con el calor y el entusiasmo de sus puros sentimientos cívicos.
El joven Jiménez Nouel fue el único varón del ejemplar hogar de Juan Jimenez Rosa y Luz Nouel de Jiménez y su inmolación, como la de aquélla pléyade de jóvenes que vinieron a ofrendar sus vidas para liberar a la patria, no dejó huellas, desapareció en aquella vorágine de odios, de torturas y de crímenes. Sus familiares no han tenido ni el consuelo de poder derramar lágrimas sobre su tumba porque se desconoce el destino de sus ilustres despojos.
Hemos ofrecido estos datos, para poner de relieve, que diversos testimonios, consignados en libros sobre los hechos históricos de Constanza, Maimón y Estero Hondo así como el Movimiento del 14 de Junio reflejan la actitud del Gral. Díaz durante un largo período, puesta de manifiesto en la conjura que culminó con la portentosa gesta del 30 de Mayo.
Nota:
Este artículo, según información que me fuera suministrada personalmente por Miguel Báez, sobrino - nieto de Tomás Báez Díaz, fue publicado entre los meses de mayo y junio de 1985.
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