¿Qué es la lactosa?
La lactosa es un azúcar (disacárido) que se encuentra en la leche humana, de vaca, de cabra, oveja y otros productos lácteos. Sin embargo, no todos estos productos contiene la misma cantidad de lactosa.
¿Qué es la intolerancia a la lactosa?
El proceso de digestión de los alimentos comienza en el tubo digestivo, donde la acción de determinadas sustancias, llamadas enzimas, descompone los alimentos en moléculas más sencillas para su absorción y asimilación.
La lactosa, como hemos comentado anteriormente, es un disacárido que se encuentra en la leche. Para ser digerido es necesario que se descomponga, a su vez, en dos monosacáridos (galactosa y glucosa), que posteriormente serán absorbidas a nivel intestinal. Para que se produzca esta transformación es necesaria la acción de la enzima específica llamada lactasa.
Las personas que tienen déficit o ausencia de lactasa tienen dificultades en la digestión de la leche y de todos aquellos productos que contienen lactosa, manifestando síntomas relacionados con la digestión: náuseas, distensión del abdomen, flatulencia, diarrea y en el peor de los casos desnutrición y crecimiento lento en niños.
La intolerancia a la lactosa NO es una afección grave y la mayoría de las veces se puede corregir con algunos cambios en la pauta alimenticia o sea tomando alimentos sin lactosa.
¿Cuándo aparece la intolerancia a la lactosa?
El intestino de los humanos produce lactasa durante los primeros años de vida permitiendo la digestión de la leche materna.
No existe una edad concreta en la que se deja de producir esta enzima. Hay bebés que nacen con carencia de lactasa, otras veces comienza a disminuir a partir de los 3-5 años, otras personas lo acusan durante la edad adulta, siendo muy frecuente en personas de origen asiático, africano y norte americano y menos frecuente en el norte de Europa.
¿Se debe evitar el consumo de leche?
De todo lo anterior se podría concluir que sencillamente eliminando todos aquellos alimentos que contiene lactosa de la dieta se eliminarían todos los problemas derivados de la intolerancia a la lactosa.
En primer lugar es muy importante entender el valor nutricional de la leche como elemento fundamental en la dieta:
- Cada ración de leche contiene una alta cantidad de nutrientes en comparación con otros alimentos
- La leche asegura una gran biodisponibilidad de proteínas de alto valor biológico, es decir, aquellas que contienen aminoácidos esenciales
- Proporciona un gran aporte de riboflavina, vitamina C, vitamina B12 y vitamina D
- Contiene minerales fundamentales como el zinc, fósforo y sobre todo calcio.
- La leche es por otro lado un alimento de gran aceptación entre la población, fundamentalmente infantil y mayor.
La eliminación indiscriminada de un alimento tan completo, nutricionalmente hablando, puede provocar la privación de los beneficios que se obtienen con su consumo, sobre todo en determinados momentos de la vida en la que los requerimientos nutricionales pueden verse comprometidos como en la niñez y el envejecimiento.
¿Cómo evitar los síntomas de la intolerancia a la lactosa?
En aquellas personas que manifiestan déficit de lactasa o intolerancia a la lactosa podemos reducir el consumo de leche y derivados, si bien en la mayoría de los casos no sería necesario eliminar por completo y de ser necesario, habría que complementar los requerimientos proteicos, calcio y vitaminas con otros alimentos en las proporciones adecuadas.
Se debe reducir el consumo de leche entera, semidesnatada y desnatada, todos aquellos postres o productos elaborados con leche, quesos frescos, nata, etc. Se aconseja la utilización de productos lácteos sin lactosa, leche de soja, de arroz, leche fermentada como el yogur o quesos curados por su menor contenido en lactosa.
No obstante, en personas con déficit de lactasa, generalmente el consumo de estos alimentos en pequeñas cantidades e ingeridos acompañados de otros alimentos, reduce o elimina las molestias derivadas de su consumo.
Es aconsejable el consumo de frutas y verduras tanto frescas como congeladas, zumos no envasados, cereales, legumbres, hortalizas, huevos, las carnes y los pescados, aceites, hierbas, infusiones y en general todos los productos naturales que no son elaborados y que por supuesto no pertenecen al grupo de los lácteos no contienen lactosa.