Hablar con los niños sobre alcohol y drogas es algo que hay que hacer tarde o temprano y que no debería suponer ningún problema. El alcohol y las drogas son una realidad a la que los niños están expuestos -y cada vez más pronto-.
Para hablar sobre consumo de alcohol y drogas hay que hacerlo antes de que el niño esté en una situación de riesgo, con el primer signo de curiosidad o dudas. Si el niño no encuentra respuestas en casa o en la escuela las buscará fuera, por no hablar de la posibilidad real de que las preguntas y las respuestas se crucen en su camino sin más.
Tratar el tema de las drogas y el alcohol adecuadamente funciona como una vacuna contra su uso. No garantiza la ausencia de problemas, pero sí ofrece al niño estrategias para enfrentarse a las dudas y propuestas poco saludables con las que se encontrará.
En su afán por explorar el mundo y por encontrar su propia identidad, los jóvenes, al llegar a la preadolescencia y a la adolescencia, querrán saber qué hay y qué pasaría si probaran todo lo que se les ofrece. Cuanto más secretismo y prohibición encuentren más interés tendrán por saber y por experimentar. Si solamente lo asocian con lo prohibido, contemplaran este camino como una posible alternativa a aquello que sí está permitido y quizás no les gusta.
Consideraciones previas
El modo de abordar el tema del alcohol y las drogas depende de muchos factores, como la edad del niño, su grado de madurez, su nivel de riesgo e incluso de la relación que exista entre el niño y el adulto que plantea el tema o resuelve dudas, entre otros.
Aunque resulte obvio, es importante recordar que el ejemplo del consumo de alcohol y drogas en presencia del niño con total libertad e impunidad no favorece la comprensión por parte del menor de los daños que estas sustancias pueden producir, incluido el consumo de tabaco.
En este sentido, es fundamental que el niño reciba la información y las recomendaciones de personas que tengan un estilo de vida saludable y que apliquen completamente los consejos que dan. Decirle a un niño “haz lo que digo y no lo que hago” no funciona nunca.
Cuándo empezar a hablar con los niños sobre alcohol y drogas
Según los expertos, lo mejor es desarrollar un diálogo permanente con los niños, si es posible, a partir de la edad preescolar. La mejor forma de hacerlo es a partir de situaciones cotidianas espontáneas así como en “momentos de enseñanza” en los que se vayan sentando las bases de una comunicación abierta y honesta sobre estos temas.
En este sentido, cabe destacar que las investigaciones muestran que los niños que escuchan los datos sobre las drogas y el alcohol de sus padres son significativamente menos propensos a usarlas. La duda ahora es cómo abordar el tema a cada edad. A continuación vemos algunas formas de hacerlo.
Durante los años preescolares, los niños tienen fuertes lazos con su familia y buscan la aprobación de sus padres. Este es un buen momento para hablar con los niños sobre la importancia de una buena nutrición, la higiene adecuada y el desarrollo de un estilo de vida saludable. Es también un buen momento para ayudar a los niños a desarrollar la toma de decisiones y habilidades para resolver problemas.
Entre los 3 y los 5 años es importante hablar con los niños sobre las alegrías de la vida sana, incluyendo la comida saludable, el descanso suficiente y el cuidado del cuerpo. En este sentido, es recomendable que los niños tomen algunas decisiones sencillas para que aprendan a ser responsable y experimenten el placer de hacer buenas elecciones.
Entre los 3 y los 5 años también hay que animar al niño a ser responsable de su salud y su bienestar a través de la realización de rutinas de higiene, de cuidado de otros (como mascotas), de realización de tareas domésticas (como recoger sus juguetes). Esto, entre otras cosas, favorecerá su capacidad para tomar decisiones y de autocontrol.
Hablar sobre las sustancias peligrosas en el medio ambiente también es muy importante para que el niño sea consciente de que no todo lo que hay a su alrededor es seguro. Esto incluye productos de limpieza, productos sanitarios y medicamentos. Con los medicamentos hay que tener un cuidado especial, ya que el niño debe entender que solo pueden tomarse cuando es necesario y en la medida justa.
Hablar sobre alcohol y drogas con niños de 5 a 8 años
A medida que los niños avanzan en la escuela y pasan más tiempo con sus compañeros la influencia de los iguales es mayor. Lo mismo ocurre con la información recibida a través de los distintos medios de comunicación. Entre los 5 y los 8 años, los niños están abiertos a nuevas ideas y mensajes, pero necesitan ayuda para dar sentido a toda esta información.
Por eso, entre las edades de 5 y 8 años es importante informar a los niños de los efectos del tabaco, el alcohol y las drogas, manteniendo conversaciones sobre hechos presentes. Las consecuencias futuras no son algo que a los niños de esta edad les interese. Así ,se debe abordar el tema desde cuestiones como las dificultades para hacer algo tras el consumo de estas sustancias o efectos directos (como mal aliento o peligro de lesión).
Aprovechar los mensajes ofrecidos por los medios de comunicación es una buena manera de abordar el tema del alcohol y las drogas, así como de sondear la opinión del niño sobre el tema. Es también una buena manera de mitigar dudar y compartir la preocupación sobre el tema.
Aunque puede parecer algo precoz, entre los 5 y los 8 años se deben empezar a establecer las reglas sobre el consumo de drogas y alcohol. No es el momento de prohibir, sino el de dar ejemplo y hacer visible el autocontrol y responsabilidad de los adultos.
Al margen de uso del alcohol y las drogas, la edad comprendida entre los 5 y los 8 años también es la apropiada para ayudar a los niños a desarrollar habilidades para resolver problemas. Estas habilidades le serán muy útiles cuando se enfrenten en el futuro a tener que elegir lo que le ofrecen sus amigos y a lidiar con los problemas que surgirán cuando diga que no.
Hablar sobre alcohol y drogas a partir de los 8 años
A partir de los 8 años, los niños pueden empezar a hacer valer su independencia y cuestionar la autoridad de los padres, pero necesitan más que nunca su opinión y consejos. Cuando se trata de la cuestión del consumo de drogas y alcohol, este es uno de los momentos más importantes para el niño.
Por eso, a partir de los 8 años hay que asegurar de que los niños conocen las reglas sobre el consumo de tabaco, alcohol y drogas. A esta edad, lo niños pueden entender el porqué de las reglas y entender que tienen límites. En este sentido, cabe destacar que las investigaciones muestran que los niños son menos propensos a consumir tabaco, alcohol y otras drogas si sus padres han establecido un patrón de reglas y consecuencias claras.
A partir de los 8 años es el momento de enseñar a los niños a decir “no” a las drogas, es decir, de mostrarles la respuesta clara que deben decir. Esto evitará situaciones de duda que los hará vulnerables a la influencia de terceros.
Pero decir “no” puede ser problemático para los niños a partir de los 8 años. Por eso es importante reforzar la autoestima del niños, ya que la pubertad es un momento que puede erosionar la confianza en sí mismo de los jóvenes. Esto conlleva inseguridad, duda y vulnerabilidad ante la presión del grupo.
También es fundamental que los niños de más de 8 años sepan tomar decisiones responsables y se sientan capaces de hacerlo libremente. Es más, los niños deben ser autosuficientes a la hora de elegir en algunos temas y no pedir permiso simplemente para tomar la decisión.
Otra cuestión importante que hay que abordar a partir de los 8 años es la separación de la realidad de la fantasía. Los niños deben aprender a diferenciar entre lo que es real y lo que es ficción, así como a distinguir estos aspectos en los mensajes publicitarios.
Por último, es importante que los niños a partir de 8 años realicen actividades saludables y recreativas que promocionen valores humanos, que fomenten la amistad, la cooperación y la búsqueda del interés común. Estas actividades, además de ser muy positivas para su desarrollo, les ofrecerán alternativas positivas para ocupar su tiempo libre. Un joven aburrido es un joven vulnerable.
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