Dile a las olas todo cuanto te ocurre,
el mar está bravo, ¿por qué será?;
¿será acaso que arrecia fuerte temporal?.
Dile a ese mar bravío, de tus ansias, anhelos,
él quizás no comprenda pero te acompaña fuerte.
El mar siempre está ahí, esperándote, oyéndote,
tan sólo tienes que acudir a él a poderte refugiar,
él nada tiene contra tu presencia, mas su furia,
es que quiere el silencio y la paz para poder escuchar.
Dile a ese mar que te espera, que quizás no ves,
pero sabes de su azul limpio, hermoso, cálido,
dile que te levantas con ganas de verlo también,
que deseas que su delicadeza, de su entender.
El mar, tan enorme, a veces remanso, a veces bravo,
espuma de las olas que rompen en la orilla a su paso,
el mar, que marineros día a día van a su encuentro,
que saborean el alma de la mar y a Dios rezan de lleno.
Dile a ese mar, a ese intenso mar que nos rodea,
que quisieras abrazarlo pero que es tan inmenso,
pero te conformas con dedicarle estas palabras,
porque el mar, aun salado, es dulce en su encuentro.
Mar, eres tan puro, tan bravo, tan a veces, quieto,
que mis palabras para ti cortas se van a quedar,
pero quiero que sepas, mar, tanto el de mis adentros,
como el que tan precioso paisaje nos dejas mirar,
que puedes romper tus olas y dejar un gran temporal,
pero siempre estaré aquí, esperando esa llegada,
de ese mar tan hermoso y dulce que a mí me hace suspirar.
Dile a ese mar, que lo llevo metido en el alma,
y que su encuentro me hace a mí pureza abrazar,
que su presencia es tan vital y fundamental en mi vida,
que sin él, estas palabras no serían ahora mi cantar.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester