Nostalgia que se apodera, que enmascara la realidad, que pone una tela para no ver dónde llegar. Sentimientos que se apoderan de nosotros dando rienda suelta a nuestro corazón, sin parar, sin control, solamente un algo sacar.
¿Cuántas veces hemos errado por nuestro impulso? ¿Cuántas veces hemos dicho “si volviera a pasarme, actuaría de otra manera”?
No es fácil el control cuando la persona está habituada a realizar una manera de actuar; pero se puede aprender a cambiar, a dejar de errar, a hacer mejor, a ser mejor. Lo importante de todo es darse cuenta del error y tener la voluntad de cambio.
¡Cuán grande es el regalo de cambiar a mejor, de mejorar! ¡Qué difícil es pero vale la pena!
En la mayoría de las ocasiones es más fácil acomodarse a un tipo de actuación, quejarse, lamentarse y culpar a otros. En la mayoría de la ocasiones, es más cómodo decir “no puedo”, “no sé”, … porque esto supone un esfuerzo, supone dejar nuestra manera cómoda y empezar una forma diferente que nos abre las puertas para poder decir “puedo”, “sé”, … y sobre todo “quiero”.
A menudo decimos “quiero pero no puedo”; es posible que alguna vez sea verdad, pero la mayoría de las veces resulta más atractivo decir y pensar así parra actuar de manera cómoda ante cualquier situación que nos sea difícil.
Anclarse en nuestros pensamientos pasados, en nuestras actuaciones pasadas, en nuestros pensamientos que pueden o no ser objetivos es algo muy pero que muy difícil de dejar; pero aseguro en primera persona que es lo más sano y lo realmente reconfortante.
Cuando hago balance sobre cómo me ha ido, ya sea a final de año como a final de mes como a final del día, me cuestiono qué he hecho diferente o qué he pensado diferente o qué he visto de manera diferente. Es una verdadera pena caer en el hábito, en la rutina, pues la armonía requiere diferencia, impulso, deseo, esperanza.
Es más que importante tener motivación. Cuando no existe ni para uno mismo, el principio a tener en cuenta es hacer, actuar. Cuando se llega a la des-motivación, des-ilusión, no hay que repetirse una y otra vez la ausencia de las mismas sino romper, cortar el des- y mirar de forma diferente lo que acontece alrededor nuestro.
Es muy importante observar cómo miramos, cómo vemos las cosas, a las personas, si escuchamos, si somos capaces de escuchar, de sentir, de transmitir.
Es más que necesario utilizar nuestros sentidos, nuestros ojos, nuestros oídos, nuestro tacto, nuestra piel, el gusto, y sentir el roce de la vida por nuestro cuerpo.
Y si hay algo muy claro es que la ilusión y la motivación nacen únicamente de uno; nada ni nadie es responsable de la ausencia o falta de ilusión o motivación.
Y solamente dejando de anclarse en la queja y el lamento, en la compasión, quizás sea posible lograr salir de uno mismo y hacer a nuestros sentidos su paso dar.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester