En muchas ocasiones nos cuesta crecer interiormente porque nos han educado no para ver con nuestros propios ojos, sino para juzgar – comparar – censurar – aprobar – valorar a partir de unos presupuestos que, en su mayoría, nos han sido dados desde fuera y que hemos admitidos sin más. Los tenemos tan asumidos, que ni tan siquiera se nos ocurre ponerlos en duda.
Cuando decimos que pensamos, lo que realmente hacemos es calcular lo que se nos dice (o la situación en la que nos encontramos), en base a unas creencias predeterminadas. De esa manera vamos catalogándolo todo, introduciéndolo en compartimentos estancos: “verdadero-falso; mejor-peor; bueno-malo”. Una vez que hemos metido algo en alguno de esos cajones, a partir de ahí ya no vemos otra cosa que la propia etiqueta del cajón. Nuestra mente comienza a discurrir por una vía de tren, sin darnos cuenta que la realidad siempre es muchísimo más amplia. Si por ejemplo a una persona le hemos colgado el cartel de “mala”… ¿podemos identificar en ella cosas buenas? cuesta ¿verdad? Ya dejamos de ver a la persona en sí misma, para ver sólo la etiqueta, como si de un filtro se tratara. Piensa que de la misma manera que tú no eres 100% algo… los demás tampoco.
Este ejemplo que hemos hecho en relación a una persona, solemos hacerlo también con todos los acontecimientos que nos ocurren e incluso con cómo nos percibimos a nosotros mismos. Si nos sentimos mal, ya sólo somos capaces de ver nuestro malestar y en muchas ocasiones además, nos identificamos con ello. Tú no eres tu ansiedad, tú no eres tu depresión. Puede que estés experimentando un malestar, pero es sólo eso, una experiencia, no tu ser como persona. Salte de las vías del tren.
Conseguir la serenidad es también darse cuenta de qué origina el sufrimiento y para ello, hemos de dar un paso más allá de lo que sentimos. No quedarnos estancados en nuestro malestar, ampliar nuestro punto de vista. Cuando llegamos a comprender eso y ponerlo en práctica… nuestra zona de calma se sitúa fuera de toda circunstancia adversa.
Al crecimieinto personal no se llega por férreas vías, se llega a través de la apertura, dejar que se haga presente lo que somos, lo que cada uno es. Sólo desde esa transparencia, sin filtros ni pre-juicios… iremos acercándonos a la serenidad
|