EL CANTO DEL CISNE
Cuando está a punto de morir, el cisne canta de una manera armoniosa y casi mágica. El sonido de ese canto puede escucharse a 5 ó 6 kilómetros de distancia en los espacios abiertos, y se parece, por momentos, a la música de un corno. En la agonía, aquel sonido cambia misteriosamente y se asemeja mucho al tañer de unas campanas graves.
Aquella música es un conjunto de armonías semejantes a un lamento, pero también a un himno de alegría. El resto de los cisnes saben de qué se trata, y guardan una suerte de respetuoso reconocimiento. Ni siquiera la pareja del moribundo lo acompaña en aquel increíble rito. Permanece en silencio a su lado. La escena puede durar unos minutos, después de los cuales el cisne muere.
La pareja del cisne muerto se aleja del lugar, separándose de todos los que fueron sus compañeros, y nunca más se vuelve a saber de ella.
¿Listo para nadar?
Nadar como cisne. Ojalá muchos lo intentaran. No hay que perder la esperanza. Seguramente habrá otro que quiera nadar al mismo ritmo. Basta con apropiarse del “intenso compañerismo y el entusiasmo sexual”. Póngase a prueba, quizás ha hecho poco al respecto. Eso sí, si su pareja no nada con el estilo que usted lo hace, vuele. Nada saca tratando de convertir un hipopótamo, que también vive en los lagos, en un cisne. No se eche cuentos.