La Habana, 28 de noviembre 2016
Sr. Donald J. Trump
Los cubanos hemos leído con atención su reciente, grosero y desafortunadomensaje, después que se conoció la muerte del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro.
Con toda intención, usted ha ofendido, no solo a 11 millones de cubanos, sino a cientos de millones de seres humanos en todo el mundo, que reconocen, a diferencia suya, la grandeza de Fidel y su enorme estatura política, ideológica y humanista.
Le confieso que no guardaba esperanza alguna que usted tuviera palabras de condolencias, pero pensé que tendría la ética y la moral de, por lo menos, guardar silencio ante el adversario muerto. Pero olvidé que sus códigos de ética, moral y vergüenza, distan mucho de los que practicamos la mayoría de las personas de bien.
Pero no le escribo para cuestionarle sus insuficiencias. Lo hago para dejarle saber, como respuesta, cómo piensa un cubano de a pie de ese hombre inmenso que acaba de morir, y qué esperanza nos deja para el futuro.
Sus conocimientos de historia se ve que son limitados, señor Trump. Es probable que haya pasado tanto tiempo explotando a seres humanos para construir esa inmensa fortuna que tiene, que no le quedó tiempo para iluminarse en la historia de los países vecinos.
El legado de Fidel Castro es inmenso, señor Trump. La historia de la segunda mitad del siglo XX y estos años del XXI están marcadas por su pensamiento, por su lucha permanente por dar voz a los que no la tienen, por defender a los desposeídos de esta tierra, por alcanzar un mundo más equitativo y justo, donde, sin dudas, no tendrán espacios personajes como usted.
Usted demuestra una absoluta ignorancia cuando dice en su mensaje que Fidel Castro negó los derechos humanos fundamentales a los cubanos. Lástima que no haya tenido tiempo de visitar Cuba y ver con sus ojos lo alcanzado hasta aquí, gracias a la obra revolucionaria de Fidel.
Cuando usted dice que Fidel violó los derechos humanos fundamentales de los cubanos, olvida que gracias a la guía política de la revolución que él dirigió, Cuba es el único país de América sin desnutrición infantil, según un reporte de UNICEF, quien además calificó a esta pequeña isla que ahora usted ofende, como un paraíso internacional de la infancia.
Cuba tiene, además, la tasa de mortalidad infantil más baja de América, ha graduado a más de 130 mil médicos en 55 años, el sistema de salud cubano es un ejemplo para el mundo, y ninguno de los 200 millones de niños que duermen en las calles, es cubano.
Aunque usted lo desconozca, mi país emplea el 54 por ciento del presupuesto nacional en servicios sociales –educación, salud pública, cultura-, tiene uno de los mayores índices de desarrollo humano, a pesar del criminal bloqueo económico, comercial y financiero que su país aplica a esta isla desde hace más de 50 años, y que usted defiende y persiste en mantener.
Señor Trump, ¿cómo usted se atreve a decir que el comandante Fidel Castro negó los derechos humanos fundamentales a su pueblo? ¿Quién le dijo tamaña mentira?
Una vez más, se equivoca cuando piensa que con la muerte de Fidel Castro, la Revolución que él fundó y consolidó, se venga abajo. No se deje engañar por los malos asesores que tiene a su lado.
El día de hoy, a diferencia de lo que usted piensa, marcará una reafirmación de las ideas de Fidel, un compromiso de seguir adelante, corrigiendo errores, e intentando construir una sociedad más justa y perdurable. Ese será el único futuro maravilloso que esperamos los cubanos, y no el que usted supone.
Si fueran realidad las “tragedias, muertes y dolor” causado por Fidel Castro, como usted dice en su mensaje, ¿cómo se explica entonces el sentimiento de tristeza que hoy comparten tantos cubanos? , o cómo se explican las lágrimas de los estudiantes universitarios al conocer de su muerte?, cómo explicaría los millones de mensajes de solidaridad recibidos desde muchas partes del mundo.
No tengo dudas que usted está mal asesorado en el tema de Cuba. Me convenzo cuando veo que usted solo escucha a esos cubano-americanos veteranos de la Brigada mercenaria 2506, que fueron derrotados en solo 72 horas por el pueblo cubano, y dieron extensas muestras de cobardía cuando fueron capturados.
No siga creyendo las historias de esos que andan por Miami, viviendo de los contribuyentes estadounidenses, que han hecho una industria de la nostalgia, esperando que algún presidente de Estados Unidos les haga la tarea para la que ellos no tuvieron el valor de hacer.
No escuche a los que, por más de 50 años, han sembrado terror y muerte en el pueblo cubano, y se esconden de la justicia en varias ciudades norteamericanas.
Perdone usted, señor Trump, que no le diga presidente. Todavía no lo es y restan muchas dudas por aclarar antes de su investidura en enero próximo. Pero le propongo se ocupe más por las enormes diferencias sociales que hay en Estados Unidos, de mejorar los sistemas de salud, de elevar la calidad de la educación pública, de respetar a los jóvenes y a las mujeres y también a los inmigrantes, pieza fundamental en la historia de ese gran país.
Deje a Cuba tranquila señor Trump, que aquí, como decía Fidel, no les tenemos ningún miedo. Si abre sus manos para construir nuevas rutas de entendimiento, con respeto, los cubanos estaremos con los brazos abiertos.
Pero si se le ocurre agredirnos, correrá la misma suerte que los 11 presidentes que le antecedieron, y chocará con un pueblo digno, dispuesto a defenderse hasta las últimas consecuencias.
Reciba mis más altas muestras de consideración personal,
Miguel Fernández Martínez
Uno más entre los 11 millones de cubanos.