Amiga
No llores por mí, compañera mía,
sonríe por esta amistad bien nacida,
evocas reflejos de nuestra vida
de la pena pasada ya sombría.
Atravesaste el umbral de armonía,
incluyendo el afecto y bienvenida,
traspasaste la silueta translúcida,
discerniendo como una sinfonía.
Con tu presencia das la seguridad,
provienes fausto de un sueño de verdad,
fascinas con la claridad de ensueño.
Con el corazón enaltecido estoy;
contemplo la ternura por donde voy,
y el ángel custodio, que no es su dueño.