Un grupo de investigadores de la Universidad de California han resuelto uno de los grandes misterios de la historia: por qué se desabrochan siempre los cordones de los zapatos. Ya a finales de los 80 Robert Zemeckis quiso poner fin a esta ley creando unas zapatillas que se abrochaban solas en Regreso al futuro II, pero eso no resolvía el problema de fondo.
El equipo que llevó a cabo el estudio —el profesor de Ingeniería mecánica Oliver O'Reilly y los estudiantes de doctorado Christine Gregg y Christopher Daily-Diamond— demostraron cómo la fuerza que se ejerce sobre el calzado cuando se golpea el talón contra suelo —que afloja el nudo— combinada con el balanceo del pie al caminar —que hace que los extremos del lazo vayan tirando hasta desanudar los cordones— conduce al fatal final: que se abran sin previo aviso.
Llevaron a cabo horas de ejercicios prácticos: "Pasamos fines de semana enteros caminando por los pasillos, arriba y abajo", explicaron a The New York Times. Y grabaron a cámara lenta todos los movimientos que realizaron de forma controlada. Además, sometieron los cordones anudados a diferentes experimientos con máquinas que simulaban la dinámica de la carrera, el pedaleo o el paso al caminar. En concreto, aplicaron tres etapas en la investigación: estudio topológico —una aproximación matemática a las propiedades de las cosas independientemente de su tamaño o forma— de los cordones, modelos físicos y análisis de los udos de sutura que se realizan en cirugía.
La conclusión va mucho más allá de su obvio enunciado. Había que razonar cuáles eran los movimientos concretos que llevaban a los cordones a desanudarse. Por supuesto, la forma de caminar influye, pero sobre todo afecta el tipo de lazo que se haga.
Sí, existe un nudo firme y otro endeble. La diferencia entre ambos radica en la segunda vuelta. Pongamos que usted a la hora de hacer el nudo de los cordones hace un círculo con el extremo del cordón derecho; luego rodea este lazo con el izquierdo y lo pasa por el hueco que dejan ambos para hacer un segundo nudo.
Hasta aquí todo parece sencillo. Pero la clave está en por dónde se pasa el extremo izquierdo, si por delante o por detrás del lazo que hemos hecho con el derecho, entendiendo por detrás la parte más pegada a nosotros y por delante el lado que da a la puntera del zapato. Es más fácil de ver si se usa un cordón de cada color, como en la imagen de abajo. Tras el primer cruce, los extremos de los cordones se sitúan en el lado contrario de donde nacen, como es lógico. Si el lazo que formamos con el extremo derecho se rodea por delante, el círculo que se forma al anudar el extremo izquierdo queda en el mismo lado. Error: este es el modo débil de anudar los cordones. El extremo izquierdo debe rodear el lazo por detrás, de modo que al cerrar el nudo quede en el lado derecho, es decir, el mismo de donde nacía esa parte del cordón.
Puede ensayar con esta imagen extraída del estudio, donde comienzan la lazada por el lado izquierdo, aunque la dinámica es la misma.
Si el tema de los nudos de los cordones se le resiste y es usted de los que tiene que parar a atárselos de nuevo mientras va corriendo o se tiene hacer un doble o triple nudo y ni por esas, el mercado no lo tiene olvidado: las zapatillas de running tienen ya versiones sin cordones y Nike incluso lanzó el año pasado el modelo con el que todos alucinamos en Regreso al futuro II. Si lo que busca es un calzado de performance, pero con un aspecto más urbano y menos deportivo, la nueva colección YOU de Skechers tiene varios modelos que no llevan cordones y además, cumplen todas las recomendaciones de la Universidad de Harvard para elegir un buen zapato: suela flexible, talón mullido y algo elevado y un diseño de horma lo suficientemente holgada para que el pie no sufra.