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De: kale (Mensaje original) |
Enviado: 17/10/2015 00:43 |
Para encontrar la luz, es preciso golpear fuerte la piedra y descubrir, así, el fuego que arde dentro de ella. Si preguntas al mundo por todas sus angustias te responde un silencio de estatuas. Es preciso andar solo, consultar con el fuego que arde en la chimenea, extasiarse en las tardes que acarician los vientos contemplando el paisaje.
Para encontrar la luz es preciso primero internarse en las sombras que habitan dentro tuyo y escuchar la voz en vuestro propio ser donde apura el torrente de la sangre bermeja, interrogar al viento que murmura en las puertas en las noche de invierno.
Para encontrar la luz es preciso pisar con los desnudos pies el cristal de la escarcha para comprender luego al aterido que duerme en los portales de la indiferencia donde la riqueza muestra un rubor de angustia cínica. Entonces comprenderás que aquella luz siempre estuvo dentro tuyo pero que surge ahora esplendorosa en la aurora de tu nuevo ser.
Juan Manuel Olveira (El Viajero) Buenos aires, 27 de enero de 2010.- |
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Gracias Kale por traer tan hermoso poema de Manuel... y quiero acompañarte con este otro poema de Francisco A. Hidalgo que mucho le gustó siempre a Viajero ....
Si una mitad se va Nunca nos queda la mitad de todo lo que hemos aportado. Si uno se va, parece que se lleva todo el calor, la luz, el arrebato, dejando hielo, sombra, y abandono; y si no se lo lleva, en el naufragio lo absorbe el mar, perdiéndose con idéntico, triste resultado. Todo parece igual: Ventea, llueve, a la primera luz cantan los gallos, se abren las rosas o se caen las hojas, nieva en las cumbres, se endurece el barro; se repiten los ciclos de la vida a toques de bondad, o a machetazos. Pero será atropello en nuestro entorno, cicatrices, cerrojos, cenotafios. El ángel del dolor tiende sus alas sobre los corazones solitarios, pero no les consuela, les confunde, les obliga a brindar con vino amargo por las aberraciones de la vida, y el enmudecimiento de los cantos. Todos hemos perdido algunas veces, todos hemos sentido nuestras manos perforadas a golpes de martillo por los siniestros clavos del abandono, el fraude, la insolencia, de falso amante o de fingido hermano. Y cuando descendemos por fin de ese calvario, vemos la brecha abierta en nuestra entraña, por donde huyeron pétalos y pájaros, todo cuanto fue bello, por donde ingresan soledad y llanto. Queda el recuerdo, es cierto, aunque a menudo maltrecho, envenenado. Nunca nos queda la mitad de todo; si una mitad se va, se lleva tanto… Los Angeles, 7 de febrero de 2010 |
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De: kale |
Enviado: 17/10/2015 04:22 |
LINDO , GRACIAS RUBEN.
KALE |
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Hermosos poemas para que los relea Leo ....tal vez luego de hacerlo les encuentre mayores dimensiones .....
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