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General: Macri sube precios de sectores básicos hasta dos mil por ciento y aumenta males
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 13/07/2016 01:51 |
Macri sube precios de sectores básicos hasta dos mil por ciento y aumenta malestar en Argentina
12 julio 2016 |
Los precios de sectores básicos como el gas y el transporte han aumentado a niveles exhorbitantes durante el mandanto de Macri. Foto: AFP.
El “tarifazo” de los servicios públicos en Argentina, con incrementos de más del mil por ciento, se transformó en una de las crisis más graves para el presidente Mauricio Macri a siete meses de haber comenzado su gobierno.
Los abruptos incrementos en gas, agua y luz decretados por Macri fueron acompañados, además, por frases desafortunadas del presidente y de sus funcionarios que indignaron a muchos ciudadanos.
“Cuando de golpe ustedes se encuentran en su casa en invierno y se vean que están en remera (camiseta) o en patas es que están consumiendo energía de más, en invierno debes estar abrigado aun en tu casa”, convocó el mandatario.
El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, ya había advertido que en la Patagonia “la gente andaba de remera porque era prácticamente gratis el servicio (de gas)” y desperdiciaba la calefacción, lo que le valió duras críticas porque en esa región hubo alzas de hasta el dos mil 700 por ciento.
La víspera, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, anunció modificaciones en el “tarifazo” y reconoció: “voy aprendiendo esto, como estamos aprendiendo esto todos ahora del tema del gas”.
Desde abril se decretaron aumentos de hasta el 500 por ciento en la luz, de más del 300 por ciento en agua, de más de mil por ciento en gas, del 66 por ciento en el metro y del 100 por ciento en transporte colectivo y trenes de Buenos Aires y la zona metropolitana.
Aunque hubo reclamos al inicio, las protestas estallaron cuando los usuarios comenzaron a recibir sus boletas y las postearon en las redes sociales para denunciar que los nuevos costos eran impagables.
Por ejemplo, usuarios que pagaban 300 pesos de gas por el bimestre recibieron boletas de más de tres mil pesos y otros que pagaban cuatro mil pesos de luz abrieron facturas con montos de 18 mil pesos.
La situación es insostenible porque desde que Macri asumió la Presidencia hubo despidos masivos, una inflación estimada acumulada del 40 por ciento y las alzas salariales apenas si superaron el 30 por ciento en los gremios más favorecidos.
Para ahorrar luz, algunos teatros apagaron sus marquesinas y algunos clubes de barrio lograron reducciones, pero otros negocios, sobre todo locales pequeños, de plano tuvieron que cerrar porque los costos son impagables.
El gobierno se vio obligado a replantear su estrategia después que miles de usuarios ganaran amparos en todo el país que frenaron las alzas y fallos de tribunales que ordenaron la aplicación de las tarifas anteriores.
Peña, el ministro de Energía, Juan José Aranguren, y el de Justicia, Germán Garavano, anunciaron modificaciones sólo en las tarifas de gas y firmaron que el tope del incremento será del 400 por ciento y no llegará a más del dos mil por ciento que registró en La Patagonia.
Sin embargo, miles de personas mantienen la convocatoria a un “cacerolazo” nacional para el próximo jueves en rechazo al “tarifazo”.
(Con información de Notimex)
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LO ESTOY SUFRIENDO RUBEN, NO ES FACIL PRIVARSE DEL GAS Y LA LUZ, PARA BAJAR EL CONSUMO, PERO CREO NADIE PUEDE DAR LO QUE NO HAY, Y ESTO HAY QUE COMPRENDERLO...
NO TENEMOS ENERGIA....NI PLATA PARA SEGUIR COMPRANDOLE A OTROS PAISES EL GAS Y ELECTRICIDAD, LOS ARGENTINOS NO TENEMOS EXTRUCTURAS PARA PRODUCIRLOS Y CANALES PARA REPARTIRLOS...DURANTE MUCHOS AÑOS NO SE HICIERON OBRAS...
NO SE TRATA DE HACERNOS SUFRIR PORQUE SI, NO HAY....Y TAMPOCO SE PUEDE SEGUIR EN EL TREN QUE VENIAMOS DE CREER QUE OCULTANDO ESTA VERDAD IRIAMOS MUCHO MAS LEJOS.
SE QUE DUELE...SE QUE SI QUEREMOS RECONSTRUIR EL PAIS HAY QUE HACER SACRIFICIOS, NO DARLE A LA MAQUINITA DE HACER PLATA Y CREAR ESTA INFLACION GALOPANTE EN LA QUE CAIMOS, LA VERDAD DUELE, PERO SI SOMOS SABIOS TENEMOS QUE ACEPTARLA Y DEJARNOS DE VIVIR EN UN ESTADO DE FANTASIA INTERIOR.
LEO |
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EL PAIS › DUDAS SOBRE EL PRIMER PARO GENERAL A MACRì EN UN DENSO CLIMA SOCIAL
Disciplin-AR
La transferencia de recursos de los más a los menos es el objetivo central de la política económica y el disciplinamiento de los trabajadores para que se resignen a la pérdida de 12 por ciento de sus ingresos, la principal estrategia política. Pero la profundidad de la crisis y la magnitud de la resistencia social son inocultables y aproximan el primer paro general. La tentación teológica ante el vacío de la política. Tras el tarifazo energético, la nueva dolarización de la economía.
Por Horacio Verbitsky
El reconocimiento de que se preparan nuevos despidos de trabajadores estatales, encubierto como búsqueda de una dotación óptima; la negativa a la reapertura de paritarias aunque la inflación duplica los pronósticos oficiales y la ausencia de cualquier ofrecimiento del Ministerio de Trabajo ante los reclamos de la CGT y las CTA; la importación, inclusive puerta a puerta, de productos que se fabrican en el país, lo cual está destruyendo industrias y puestos de trabajo; el incremento de la desocupación que alcanzó el 10,5 por ciento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuya Dirección General de Estadística y Censos nunca fue vandalizada por Guillermo Moreno; el proyecto de ley de precarización laboral que con el pretexto del empleo joven crea una subespecie de trabajadores inferiores, con menor remuneración y derechos; la continuidad de la detención arbitraria de Milagro Sala y otros diez militantes de la Organización Tupac Amaru y la instalación de un equipo de trabajo en el Ministerio de Defensa que busca habilitar la participación de las Fuerzas Armadas en cuestiones de seguridad interior forman parte del proyecto oficial de disciplinar a los trabajadores para que consientan la pérdida del valor adquisitivo de su salario, que ya llega al 12 por ciento desde la asunción del presidente Maurizio Macrì.
Agua y masas secas
La pérdida de empleos y de valor de los salarios es la contracara buscada de la transferencia de ingresos dispuesta por los decretos oficiales que redujeron o eliminaron retenciones a las ventas externas de productos mineros y agropecuarios y reanudaron el ciclo del endeudamiento externo, que no financia la inversión productiva sino la fuga de capitales, el consumo suntuario y gastos corrientes de los gobiernos de la Nación y de las provincias. El ministro de Trabajo Jorge Triaca recibió en audiencias sucesivas a la conducción tripartita de la CGT y al liderazgo bifronte de la CTA. Esta política de puertas abiertas se agota en agua y masas secas pero no ofrece respuestas. Hace una semana, Triaca dijo que la imponente Marcha Federal era política, un discurso que evoca los de Juan Carlos Onganía. Al dejar el despacho ministerial tanto cegetistas como ceteistas anunciaron medidas de fuerza a corto plazo. Este viernes marcharán sobre la Usina del Arte al comenzar la audiencia pública por las tarifas del gas y el viernes siguiente el Congreso Central Confederal de la CGT dispondrá la fecha y modalidad de la respuesta. Las CTA instalaron la propuesta de paro general pero como dijo Hugo Yasky sólo lo harán en coordinación con la CGT para que no permita interpretaciones capciosas por parte del gobierno sobre el porcentaje de adherentes. Con el mismo propósito la CGT dispuso una serie de reuniones con distintos sectores, comenzando por los movimientos sociales de influencia eclesiástica que protagonizaron la marcha de San Cayetano y sus aliados chinoistas. También las CTA analizaron con los mismos movimientos sociales la convergencia de la convocatoria. La CGT también se verá con el ministro político de la Iglesia Católica, Jorge Lozano, y no se descarta que participe su segundo, Alcides Jorge Pedro Casaretto. Ambos han sido los operadores del Papa Francisco para instalar la cuestión del narcotráfico como el eje de la problemática argentina, a lo que adhirió primero el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti (quien esta semana volvió a Roma para otro encuentro con Jorge Bergoglio), y luego con creciente entusiasmo el presidente Macrì, con el beneplácito del gobierno de Estados Unidos. El vicepresidente Joe Biden planteó esta semana que los puntos centrales del acercamiento de su país con la Argentina son energía y seguridad. El asesor de la Conferencia Episcopal en la materia que designó Bergoglio es el vicealmirante (R) Horacio Florencio Néstor Reyser, ex agregado naval en Washington, cuyo enfoque sobre las drogas es el que predica el Comando Sur de las Fuerzas Armadas estadounidenses, donde tomó cursos, es decir una cuestión de seguridad. Su hijo Horacio Reyser Travers es el secretario de relaciones económicas internacionales de Macrì. Con zalamerías y millones de dólares pagados en cancelación de deudas a las obras sociales, el gobierno consiguió retrasar la respuesta sindical a sus decisiones, que ya parecía inminente en abril, pero el caldeado clima social no deja demasiado espacio para vacilaciones, si la nueva dirigencia no quiere poner a prueba uno de los más famosos apotegmas juanperonistas sobre la ubicación de sus cabezas durante la marcha. Luego de la reunificación se ha ido fortaleciendo un eje interno constituido por Juan Carlos Schmid y Héctor Daer, que han alcanzado un apreciable entendimiento. Además, los dos hijos de Hugo Moyano asistieron al cierre de la Marcha Federal y el que conduce el sindicato de camioneros, Pablo, quien también es secretario gremial de la CGT, anunció que propondrá el paro para octubre, si bien dejó abierta la posibilidad de que sea una movilización sobre la Plaza de Mayo. Pero su hermano Fcuendo dijo que la CGT no se dejaría arrastrar por la CTA, a la que envió al rincón del maldito kirchnerismo. Las centrales sindicales son sensibles a un malestar social que también inquieta a los intendentes y gobernadores, temerosos de que sus interminables roscas políticas por alianzas, bloques y candidaturas sean interrumpidas por los resplandores y el estrépito de lo que ocurre afuera, una experiencia que varios vivieron y nadie olvida. La crisis de los partidos y los liderazgos, que no dan respuesta a esa problemática, abre el camino para el desplazamiento de la política por la teología, una ensoñación medieval sin destino duradero.
Los bloopers del securitismo
En su afán por naturalizar el desplazamiento de las necesarias políticas de seguridad por la obsesión con el narcotráfico y el terrorismo, el oficialismo no perdona bloopers. La ministra federal Patricia Bullrich, quien disputa su espacio a brazo partido y golpes bajos con el suspendido aduanero castrense Juan José Gómez Centurión, anunció la detención en la Triple Frontera de un narcoterrorista libanés con pasaporte falso, que resultó ser apenas un consumidor libio experto en cheques sin fondos y con un documento auténtico. Su segundo, Gerardo Milman, y el ministro bonaerense Cristian Ritondo informaron la detención de una banda internacional de narcotraficantes de la Mara Salvatrucha de El Salvador. Esto fue desmentido por el periodista Carlos Martínez, de la prestigiosa revista salvadoreña El Faro, quien explicó que no se conoce caso alguno de vinculación de ninguna mara con ese delito, que a lo sumo sus miembros reclutados en los sectores marginales de la sociedad son consumidores que revenden al menudeo. Estas hipérboles no son casuales, sino parte del plan oficial por tornar creíble el paradigma de las Nuevas Amenazas diseñado por el Comando Sur que, por supuesto, ofrece toda la colaboración que el gobierno acepte, porque esa política permite a Estados Unidos supervisar a los países de la región y al gobierno argentino controlar a los sectores sociales y políticos golpeados por sus decisiones. No es algo original: en la edición de abril de este año, la revista Harper’s publicó una entrevista que el periodista Dan Baum realizó con quien fue el principal asesor de Richard Nixon cuando instalaron la nefasta “guerra contra las drogas”. Richard Haldeman fue condenado por Watergate y luego desapareció. Baum lo encontró en 1994 en una empresa de ingeniería en Atlanta. Sin vueltas Haldeman le dijo que los enemigos de Nixon eran “la izquierda que se oponía a la guerra [en Vietnam] y los negros [que luchaban por sus derechos civiles]. Sabíamos que no podíamos ilegalizar la oposición a la guerra o el ser negro, pero los quebraríamos si lográbamos que el público asociara a los hippies con la marihuana y a los negros con la heroína y luego las criminalizáramos con dureza. Podíamos arrestar a sus líderes, allanar sus casas, interrumpir sus reuniones y vilipendiarlos día tras día en los noticieros de la noche. ¿Sabíamos que estábamos mintiendo sobre las drogas? Claro que lo sabíamos”. El primero que recitó aquí el discurso de las nuevas amenazas fue Ricardo López Murphy en 2000: ellas serían la pobreza extrema, la superpoblación y las migraciones masivas, el terrorismo internacional, el narcotráfico, el fundamentalismo religioso y las luchas étnicas y raciales. Esto ha “revalorizado el poder militar dentro de las estructuras de las naciones, al tener que asumir nuevos roles”, dijo en cuanto De la Rúa le encomendó el ministerio de Defensa.
Las reiteradas referencias de Macrì a las Fuerzas Armadas y su rol en relación con esos mitos son parte de una programación diseñada con cuidado para vencer resistencias y anular las disposiciones de la ley de Defensa Nacional, de 1988, promulgada por Raúl Alfonsín, su decreto reglamentario de 2006, de Néstor Kirchner, y las leyes de Seguridad Interior, sancionada en 1991 bajo el gobierno de Carlos Menem, y de Inteligencia Nacional, que Fernando De la Rúa promulgó en 2001. Si pasaron 18 años antes de que se reglamentara la ley de Defensa, ello se debió a que Horacio Jaunarena, quien fue ministro de Alfonsín, De la Rúa y el senador Eduardo Duhalde durante su interinato, no estaba de acuerdo con la tajante separación que establece entre la Defensa Nacional y la Seguridad Interior. Así lo confesó el propio Jaunarena durante una conferencia que dictó en 2002 en la Escuela de Posgrado Ciudad Argentina que creó Roberto Dromi. Acompañado por el jefe del Ejército Roberto Brinzoni, ambos plantearon la intervención castrense en el conflicto social, con la creación de un superministerio de Defensa y Seguridad que también se encargaría del control de la criminalidad callejera, la documentación personal, las aduanas y las migraciones. Brinzoni expuso estadísticas sobre el incremento de delitos en zonas urbanas y vaticinó que volverían a producirse saqueos y desórdenes. Identificó un área crítica, entre el sur de La Plata y el norte de Rosario, en la que viven 10 millones de pobres. Jaunarena consideró anacrónica la distinción entre defensa y seguridad. “Pedirle a las Fuerzas Armadas que se hagan cargo de la seguridad interior si las fuerzas policiales y de seguridad son desbordadas, pero no permitirles que se entrenen y capaciten para ello es como decirle a un cirujano que debe operar pero sin dejarle que se ejercite”. En realidad, este punto forma parte de la ley de seguridad interior, en la que las Fuerzas Armadas sólo pueden actuar:
- dentro de la propia “jurisdicción militar” en caso de una agresión armada;
- prestando apoyo logístico, a pedido del Comité de Crisis y por disposición del Ministerio de Defensa.
- con unidades de combate, y previa declaración por el Congreso del estado de sitio, ante algún hecho excepcional que desborde al sistema de seguridad interior policial. Aun así, este empleo subsidiario de las Fuerzas Armadas se considerará “excepcional” y no incidirá en la “doctrina, organización, equipamiento y capacitación de las Fuerzas Armadas”.
Es decir, no se trata del médico que debe operar, sino de los bomberos que vienen a rescatar a médico y paciente si se incendia el hospital.
Ahora que el radicalismo ha vuelto a formar parte del gobierno, Jaunarena ha conseguido que se forme en el ministerio de Defensa una comisión que debe proponer modificaciones no a la ley, dado que la Alianza Cambiemos no tiene fuerza política para tanto, sino al decreto reglamentario de 2006, en el que Kirchner y su entonces Ministra Nilda Garré incluyeron la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, según la cual por agresión externa sólo puede entenderse un ataque armado por fuerzas regulares de un país extranjero. Nadie piensa en eso en el gobierno, donde cada conflicto social es atribuido a lo que ahora llaman el kircherismo extremo (sic), al que se le atribuyen propósitos desestabilizadores para mejor disciplinar al conjunto de una sociedad que debe despertar de un placentero espejismo y resignarse a la amarga realidad.
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De: ALIPIA |
Enviado: 12/09/2016 00:54 |
QUE TERRIBLES NOTICIAS nos llegan de Argentina..pais bello .... Alipia
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"Macrismo recargado, y las tareas que nos esperan"
(Por Atilio A. Boron) La inobjetable victoria del macrismo a nivel nacional plantea un enorme desafío para el conjunto de fuerzas que bregan por un país justo, democrático y soberano. Hoy, debido al lento pero irresistible –irresistible por ahora, como una vez dijera Hugo Chávez- ascenso de la derecha la Argentina se ha convertido en un país más injusto, menos democrático y más dependiente. ¿Qué hacer ante tamaña involución? ¿Cómo enfrentar a esta conjura de la plutocracia local, sus mandantes en Washington y su ejército de publicistas y propaladores de eficaces “posverdades” que lograron que un 41.7 % de la población votase alegremente por quienes han demostrado que gobiernan para los ricos y con los ricos y que están dispuestos a llevar hasta sus últimas consecuencias una suerte de eutanasia de los pobres, los viejos, los jóvenes, los excluidos? Para responder a esta pregunta es preciso primero reconocer exactamente la fortaleza del adversario y, autocrítica mediante, nuestras debilidades. Ambas se combinaron para producir esta nueva derrota del espacio progresista y de izquierda nucleado en torno a la figura de Cristina Fernández de Kirchner.
Una celebración desmesurada
La gritería de la derecha ha incurrido en toda clase de hipérboles para celebrar el triunfo del macrismo. Victoria “enorme”, “histórica”, “¡hazaña histórica!” dijo uno, “arrasadora”, “líder de otra galaxia” según uno de los principales consultores políticos, son algunas de las expresiones utilizadas para caracterizar lo ocurrido el pasado domingo. ¿Cómo calificar entonces la victoria de Raúl Alfonsín en 1983, que consagró la primera derrota presidencial del peronismo a lo largo de su historia? ¿O, sin ir más lejos, el 54 % de CFK en el 2011? Es obvio que un desbordante optimismo campea en las filas de la derecha. Sin embargo, el analista no puede dejarse llevar por ninguno de estos excesos, que con signo contrario también se escucharon luego de conocido el veredicto de las urnas en el bunker de CFK en Sarandí. Una actitud más sobria, menos propensa a esa “desmesura” que muchos de los operadores macristas le achacaban con exclusividad al kirchnerismo demuestra que los guarismos obtenidos por Cambiemos son prácticamente idénticos a los que Néstor Kirchner cosechara en su primera elección parlamentaria luego de llegar a la Casa Rosada: 41.7% para el macrismo, 41.6% para el santacruceño en el 2005. En ambos casos, quedan por debajo de lo conseguido por Raúl Alfonsín en las legislativas de1985 cuando se alzó con el 42.3 % de los votos. En ambas ocasiones, 1985 y 2005, el reconocimiento de la victoria oficial ahorró la grandilocuencia imperante en estos días. En suma: muy buena elección del macrismo, pero lejos de ser un triunfo sin precedentes en la política argentina.
Va de suyo que lo anterior no tiene por objeto restar los méritos del adversario sino calibrarlos en su justo término. La subestimación conduce inexorablemente a la derrota, como lo prueba la temeraria ingenuidad del kirchnerismo al “elegir” como un rival fácil de doblegar, aún por Daniel Scioli, al por entonces jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Se lo despreció y ridiculizó durante años –desoyendo a quienes advertíamos el peligro- hasta que se produjo el amargo despertar de Noviembre del 2015 y para sorpresa de propios y ajenos el rival despreciado terminó entronizado en la Casa Rosada. En línea con esta actitud es preciso reconocer que Cambiemos prevaleció en 13 distritos: Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Neuquén, Salta, Santa Cruz, Santa Fe, mientras que el justicialismo –en sus múltiples variantes, algunas más cercanas a Macri que a Cristina- obtenía la victoria en once, una vez establecido el triunfo del kirchnerismo en Tierra del Fuego y, por un puñado de votos, en la provincia de La Pampa, otrora bastión inexpugnable del peronismo. El macrismo mejoró su representación en diputados y senadores nacionales, y si bien no tiene quórum propio en ninguna de ambas cámaras la irresistible atracción de la chequera que maneja la Casa Rosada y la volubilidad de sectores y líderes políticos que se presentan como “oposición” hace prever que a partir del 10 de Diciembre Macri contará con mejores chances de aprobar la legislación necesaria para viabilizar la segunda, y más radical, fase del ajuste. A lo anterior súmesele que al día de hoy Cambiemos es la única fuerza de alcance nacional y que triunfó en los cinco distritos (Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza) donde se concentra el 70 % del electorado nacional. Una gran victoria, sin duda, pero que en la historia de nuestra democracia reconoce varios precedentes como para ser calificada como “hazaña histórica”. Raúl Alfonsín y Carlos Menem así lo demuesran.
En una nota publicada en la Revista Anfibia Alejandro Grimson señala tres factores explicativos de la victoria macrista. Uno, la eficacia movilizadora del relato de Cambiemos con el cual la población fue bombardeada día y noche a lo largo de casi dos años gracias a la formidable, diría inédita y profundamente antidemocrática, concentración oligopólica en la prensa, la radio y la televisión que hace que la Argentina viva, mediáticamente hablando, bajo una “cadena nacional permanente”. En los temas fundamentales los dos principales medios gráficos del país tienen tanta diferencia entre sí como la que existía entre el Pravda y el Izvestia en el apogeo de la extinta Unión Soviética, pese a lo cual los exégetas de la derecha siguen diciendo que “antes”, es decir durante el gobierno de CFK, la libertad de prensa estaba amenazada. En este funesto escenario mediático el mensaje transmitido por el relato de la derecha era claro: “el kirchnerismo es el pasado, y fue una perversa combinación de incompetencia y corrupción que creó una falsa ilusión de bienestar que demostró ser insostenible. El país sobrevivió a aquella pesadilla y ahora debe afrontar, con esperanzada resignación, los sacrificios necesarios para retornar a la normalidad”. La interminable repetición de este mensaje, taladrando día y noche el cerebro de los argentinos, más la sistemática supresión de voces disidentes realizada por los autoproclamados custodios de la república –eliminación de Telesur de los canales de cable, purgas en Radio Nacional, “apriete” en emisoras y televisoras privadas para acallar voces molestas, manejo arbitrario de la pauta oficial para perjudicar a los medios disidentes- unido al infame desplome de lo que había sido el aparato mediático del kirchnerismo más la oportuna sucesión de citaciones de la justicia federal a altos personeros del gobierno anterior durante la campaña terminaron por instalar un sentido común ampliamente compartido en la sociedad, no exento de ribetes tragicómicos. Ante la observación de que ahora el salario se deteriora día a día, el desempleo crece inconteniblemente y el país se endeuda de manera exorbitante por varias generaciones la respuesta estandardizada de la víctima suele ser algo así como: “sí, pero se robaron todo”. En otras palabras, la ilusión de un futuro mejor (que no la esperanza) así como la execración del pasado fue hábilmente inoculada en la población por la pléyade de inescrupulosos “marketineros” contratados por aún más inescrupulosos líderes de la derecha. El dato de que hay muchos más miembros del gabinete de Mauricio Macri que de Cristina Fernández procesados por la justicia no hizo mella en aquel sentido común. Tampoco tuvo efecto alguno el conocimiento de que Mauricio Macri llega a la Casa Rosada estando procesado por la justicia; o que se encuentra involucrado en negocios turbios detectados en los Panamá Papers (que originaron la renuncia del Primer Ministro de Islandia), situación compartida por varios miembros de su entorno como Claudio Avruj, Esteban Bullrich, Gustavo Arribas y su primo, Jorge Macri entre otras figuras de Cambiemos. La prensa (dizque) “independiente” se encargó de blindar meticulosamente el tema y la noticia se la tragó la tierra y jamás fue examinada en profundidad por la opinión pública. Lo mismo ocurrió con la escandalosa iniciativa del presidente de perdonar una deuda contraída por su padre, Franco Macri, durante su gestión al frente del Correo Argentino, cosa que ante el clamor de la opinión pública finalmente tuvo que ser revertida y enviada a la justicia en medio de un fuerte escándalo que, sin embargo, no tuvo consecuencias políticas. Lo mismo que una dirigente social, Milagro Sala, fuese enviada a la cárcel y retenida allí por casi dos años sin condena y, cual “estado canalla”, desoyendo la medida cautelar emitida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y las recomendaciones de varios comités de Naciones Unidas exigiendo su inmediata liberación. El caso de la desaparición forzada de Santiago Maldonado a manos de la Gendarmería fue tan sólo el último escandaloso eslabón de esta trama de mentiras, ocultamientos y desinformación premeditada. Un proceso en donde la perversidad de una de las “candidatas estrella” del macrismo, Elisa Carrió, llegó a extremos pocas veces vistos en la Argentina al proferir tal cantidad de exabruptos (“20 % de posibilidades que esté en Chile”, “como Walt Disney”, etcétera) que no sólo exhiben el lado oculto de sus convicciones supuestamente republicanas y humanitarias y su desenfrenada búsqueda de protagonismo en los medios sino también del triste retroceso cultural de la ciudadanía porteña (que por décadas había sido un baluarte en la exigencia de juicio y castigo para los culpables de la represión de los años setentas) que ahora premia con el 51 % de sus preferencias a un personaje que dijo tales aberraciones.
A lo anterior nuestro autor agrega dos otros factores: por una parte el papel de la ya anotada concentración mediática que impidió que el relato macrista pudiera ser críticamente examinado ante el gran público. Pocas veces en nuestra historia hubo tal nivel de “unanimismo mediático” como el que hoy asfixia a la Argentina. Esto es una nefasta innovación en nuestra vida política, pero hay que recordar que siempre, aquí y por doquier, las fuerzas políticas de izquierda y progresistas debieron luchar contra ese enemigo atrincherado en los medios de comunicación, y a menudo lo hemos derrotado. Y en segundo lugar, la gran fragmentación de la oposición y, sobre todo, la implosión del peronismo en una multiplicidad de organizaciones políticas construidas sobre las frágiles arenas de diversos liderazgos provinciales o locales que impidieron se pudiera enfrentar la ofensiva de la derecha con eficacia. Obviamente, esto remite a la crucial cuestión de lo que es hoy el peronismo. ¿Es Cristina, como lo reafirmó claramente en la reciente campaña senatorial, o es ella junto con todos, o algunos, de los siguientes: Gioja, Insfrán, Pichetto, Verna y Rodríguez Saa junto a los perdidosos Urtubey, Massa, Randazzo, Menem, Alicia Kirchner, Schiaretti y De la Sota ¿Puede este heteróclito conjunto converger en una propuesta común? De hecho no pudo, y esa dispersión llevó aguas al molino del gobierno. Lo más probable es que muchos de estos personajes ya estén en conversaciones con el gobierno nacional para asegurar la “gobernabilidad” en los próximos dos años y “un lugar bajo” el sol del presupuesto nacional en los nuevos tiempos que se avecinan.
¿Cómo construir una alternativa?
El exitismo oficial encuentra un sorprendente paralelismo en ciertos miembros del entorno del cristinismo. La autoproclamación ser de “la única oposición real”, reiterada en cuanta ocasión se pueda, tropieza con los duros datos de la realidad. Los poco más de cinco millones de votos obtenidos a nivel nacional constituyen sin la menor duda un piso importantísimo para futuras competencias electorales. Pero como lo hemos dicho en múltiples ocasiones, el problema de CFK no es su piso –sólido, confiable, leal- sino su techo, carente de elasticidad para captar nuevas voluntades todo lo cual conspira contra su capacidad para lanzar una propuesta atractiva no sólo para los kirchneristas sino también para quienes no lo son, tanto dentro y especialmente fuera del peronismo. Si algo enseña la historia reciente de la Argentina es que con el peronismo sólo ya no se ganan elecciones a nivel nacional. El triunfazo de Cristina en el 2011 es impensable en nuestros días, porque la trama política y cultural del país cambió en una dirección contraria a la esperada. La Argentina hoy es un país más conservador que antes, más refractario a las interpelaciones progresistas o de izquierda, anatemizadas como un irresponsable “populismo”; además, el ancho y heteróclito campo de la izquierda y el progresismo se encuentra profundamente fracturado. Por ello, sólo una convocatoria amplia que avance por izquierda mucho más allá de los límites del contradictorio universo peronista estará en condiciones de canalizar las “energías nacionales” como decía Antonio Gramsci y derrotar al proyecto macrista. Si esta empresa de creación política no se lleva a cabo la derecha podría llegar a gobernar por largo tiempo en la Argentina. Una banca en el Senado no es precisamente el mejor instrumento para plantear una oposición eficaz al macrismo. En ese ámbito Cristina seguramente terminará conformando un monobloque, porque sus antiguos aliados peronistas no parecen demasiado entusiasmados con su incorporación a la Cámara Alta. Dada esta realidad, su capacidad para inclinar el fiel de la balanza a favor de sus propuestas o de arrastrar tras su liderazgo una mayoría de senadores para poner coto a la virulencia de Cambiemos es por lo menos dudosa. No sólo eso: el Frente para la Victoria que había sido el instrumento político-electoral del kirchnerismo durante doce años fue despachado a mejor vida sin ofrecérsele a sus deudos el beneficio de un modesto funeral para explicarles las razones de tan súbito e inesperado deceso. Lo mismo cabe decir de la creación de la Unidad Ciudadana: ¿qué asamblea de militantes y dirigentes aprobó su creación, con qué fundamentos, cuál es su programa, quiénes son sus autoridades, cuál será su política de alianzas? Nada se sabe al respecto.. Sólo que ambas cosas, la disolución del Frente para la Victoria como la creación de Unidad Ciudadana expresan un estilo de conducción política –desde arriba, vertical, personalista- que la historia demuestra que en la sociedad actual termina en el fracaso. Lamento decirlo porque se trata de una tradición fuertemente arraigada en el movimiento popular y quizás tuvo eficacia en el pasado. Pero hoy ya no funciona. Fracasó en el 2013, en el 2015 y de nueva cuenta el pasado domingo. Nada peor que ocultar lo que hoy es una conclusión irrefutable; ese estilo de conducción es un anacronismo político, seguro padre de nuevas derrotas.
La tarea de derrotar al proyecto de la derecha requerirá de todas nuestras fuerzas y toda nuestra inteligencia. Vuelvo a Gramsci con aquello de pesimismo de la razón pero acompañado por el optimismo de la voluntad. Sin una profunda autocrítica, reclamada insistente pero infructuosamente por muchos sectores dentro y fuera del kirchnerismo desde el 2015, no se podrá encontrar el rumbo para construir un gran frente de liberación nacional y social, claramente anticapitalista y antiimperialista. Las políticas de corrimiento hacia el centro político están condenadas a terminar en una nueva frustración. Hay una ley sociológica que dice que los pueblos prefieren el original a la copia. Si una coalición progresista “suaviza” su discurso (en un país tan flagrantemente injusto y saqueado por la CEOcracia como la Argentina) y adopta uno más centrista lo más probable será que la ciudadanía elija votar por la derecha original y no por un progresismo que modere su discurso y sus propuestas y se vaya pareciendo cada vez más a la derecha. Si de administrar al capitalismo se trata, nadie mejor que la burguesía y sus representantes políticos para hacer esa tarea. No le ayudó a Cristina guardar silencio ante el crimen de Santiago Maldonado; o referirse sólo al pasar al escándalo judicial en torno a la detención de Milagro Sala, equiparar a ésta con un sedicioso como Leopoldo López en Venezuela y decir que en ese país no hay un estado de derecho, o abstenerse de felicitar a Nicolás Maduro por la magnífica victoria cosechada en las elecciones regionales. Todo eso, a la vez que se optó por imitar el estilo de campaña, y la escenografía new age del PRO, lo cual no le agregó un solo voto a CFK. Los que llegaron no procedían de esos territorios sociales donde prevalece el eclecticismo y el nihilismo posmoderno, que es el lugar en el que Cambiemos cosecha sus votos.
La nueva construcción tendrá que trascender el plano electoral e internarse en la creación de un amplio espacio político-cultural. Este deberá ser la culminación de un proceso de diálogos sin exclusiones entre todos quienes saben que al macrismo no se le combatirá con promesas de un “capitalismo serio o racional”. La tercera vía es, digámoslo de una vez, una vía muerta. Sólo podrán librar una efectiva batalla en contra de Cambiemos quienes estén dispuestos también a luchar contra el capitalismo (y no sólo el neoliberalismo) y el imperialismo y puedan comunicarlo socialmente de modo eficaz. En la nueva construcción política que necesitamos las propuestas de los críticos del capitalismo y el imperialismo deberán ser las que le asignen una “tonalidad ideológica” a la nueva propuesta. Para lo otro, para hablar de un capitalismo inclusivo y racional, está Cambiemos. Seamos claros: sólo desde la izquierda se podrá disputar la hegemonía político-cultural del macrismo, de la cual se desprende su preponderancia electoral. Es debido a ello que la elaboración de un programa político con nítidos contenidos democráticos, anticapitalistas y antiimperialistas será indispensable para cimentar la unidad de acción de un amplio conjunto de fuerzas políticas y movimientos sociales procedentes de distintas tradiciones y suficientemente vigoroso como para enfrentar las batallas que se avecinan y derrotar a una derecha organizada como nunca antes en su historia. Si fracasamos en este empeño tendremos macrismo para rato. Es una cuestión que remite tanto a la necesidad de crear una real alternativa que así sea percibida por una ciudadanía castigada por los rigores del ajuste neoliberal como de simple aritmética política. Sin esa gran coalición de signo anticapitalista y antiimperialista no podrá construirse una mayoría electoral.
El papel de Cristina
Tras la ratificación del rumbo actual en las elecciones del pasado domingo el gobierno acelerará la marcha hacia una restructuración regresiva del capitalismo argentino. Será necesario impedir que se consume un proyecto que retrotraería nuestro país a la situación imperante en las vísperas de la aparición del peronismo en 1945. Lo que ocurre en Brasil despierta la admiración de la Casa Rosada. El ataque al salario, a los trabajadores y al sindicalismo combativo será inminente. El endeudamiento tan irresponsable como desenfrenado y el desmantelamiento de la legislación protectiva de los trabajadores y, en general, de los pobres, de los adultos mayores, de los jóvenes será implacable. Los argentinos haríamos bien en mirarnos en el espejo brasileño para advertir lo que nos espera: congelamiento de los gastos en salud y educación, fin de la jornada de ocho horas, derogación de las principales piezas de la legislación laboral y jubilación sólo para el titán que venciendo indecibles contingencias y todo tipo de enfermedades pueda hacer aportes jubilatorios durante 49 años y llegar a su ancianidad con restos como para disfrutar de una modestísima pensión antes de despedirse de este mundo y disfrutar de un módico funeral. Ante ello una construcción debilitada por un arcaico verticalismo sólo serviría para acelerar la destrucción de la ciudadanía económica, social y política que se propone el macrismo y que con tanto esfuerzo fuera conquistada en años pasados. Será necesario crear una suerte de Frente Amplio, como el uruguayo; o un movimiento tan plural y heterogéneo como lo fuera el 26 de Julio en Cuba. Y el liderazgo deberá enriquecerse del diálogo, la discusión, el debate de ideas. Ya no hay lugares privilegiados de conducción porque todos, absolutamente todos, hemos sido derrotados. Eso es precisamente lo que nos une: la derrota.
Y esta nueva construcción tendrá que librar una batalla organizacional, política y cultural. Deberá ser aquel “Príncipe Colectivo” del que hablaba Antonio Gramsci para desde su novedad y frescura llegar a sumar millones de voluntades que, sin duda, cuando se disipe el espejismo hábilmente creado por Cambiemos, estarán a la búsqueda de una ruta de escape que no puede ser volver al pasado. Que quede claro: el liderazgo de Cristina no está en discusión; ningún otro político del campo de la oposición tiene su estatura y sus votos como para disputarle su lugar. Lo que sí está en cuestión es su estrategia de construcción política, como lo demuestran las recientes derrotas electorales, los sonados fracasos del FPV, la Cámpora y Unidos y Organizados y, más recientemente, su empecinamiento en no aceptar ir a las PASO para competir con Florencio Randazzo, que probablemente le hubiera permitido alzarse con la victoria nada menos que en la provincia de Buenos Aires. Una Cristina que escuche (“dicen que Cristina escucha poco”, anotaba Norberto Galasso en una entrevista para Zoom), que confíe menos en su intuición (que la ha traicionado muchas veces), que valore positivamente a quienes disputan sus argumentos con la intención de colaborar en su empeño y no con el ánimo de erigir obstáculos. Una Cristina que descrea de los adulones que le dicen que es infalible y que cuando ven que se encamina al abismo no le dan la voz de alerta. Una Cristina que recuerde el consejo de Evita, cuando le recomendaba a Perón desconfiar de los alcahuetes y gentes de confianza que lo rodeaban. ¿Cuántos de ellos, que parecían kirchneristas “de paladar negro”, no se pasaron al bando contrario ni bien CFK dejó de ser presidenta? ¿Qué lecciones deben extraerse de ello?
Para concluir, sólo con el “vamos a volver” no va a ser suficiente para seducir a esos contingentes sociales agredidos y ofendidos por el macrismo pero atrapados por los traicioneros efluvios de un relato científicamente concebido para desmovilizar y estimular la pasividad y la resignación. Esto es así porque la campaña propagandística del macrismo ha sido muy efectiva y, además, porque las asignaturas pendientes luego de doce años de gobierno kirchnerista son inocultables. Se hizo mucho y bien, pero no lo suficiente; y muchas cosas se hicieron mal y otras ni siquiera se hicieron (por ejemplo: una reforma tributaria, o la nacionalización del comercio exterior). Y, lo que se hizo bien se comunicó mal. Ensimismado en la engañosa seguridad de su indisputada hegemonía el gobierno perdió capacidad de leer lo que estaba ocurriendo en la sociedad, y especialmente lo que le estaba sucediendo a las propias bases sociales del electorado kirchnerista. Tampoco supo entender sus nuevas demandas económicas y sociales y tomar conciencia del vertiginoso cambio cultural que tornaba a las clases y capas populares impermeables a la interpelación del progresismo y críticas de las políticas asistencialistas del gobierno. Fenómeno epocal, no exclusivo de la Argentina. En Bolivia, Ecuador y Venezuela ha ocurrido lo mismo, si bien no tan intensamente como entre nosotros.
Será preciso elaborar un programa político que sistematice las propuestas de transformación social que llevará a cabo la nueva coalición política. Un programa de “desmercantilización” de la salud, la educación y la seguridad social, convertidas por el actual gobierno en infames mercancías cuando en realidad son derechos humanos. Un programa de recuperación de la democracia en el espacio público, hoy férreamente controlada por la oligarquía mediática. De preservación de los bienes comunes; de efectiva reforma del estado, para que pueda regular al mercado y no al revés, como ocurre en estos días. En suma, a partir de esta nueva construcción política realizar efectivamente un tránsito desde el gobierno al poder y, de ese modo, elevar el bienestar material y espiritual de millones de argentinas y argentinos. Un programa, en suma, que sea totalmente ajeno al eclecticismo de la “tercera posición” o la ilusión de un “capitalismo serio”. Un programa, en suma, tendencialmente orientado hacia el socialismo.
Estamos en vísperas de un nuevo comienzo, desde el llano, con aliados titubeantes, o desconfiados, y enemigos envalentonados. Será una marcha cuesta arriba y difícil, pero si tenemos el rumbo claro y la organización adecuada, podríamos evitar lo peor en el 2019. Es más, diría que si actuamos con inteligencia y sin desmayos podríamos revertir el revés del 2015. Para ello será preciso creer en nuestras propias fuerzas y contar con un programa político de avanzada: antioligárquico, anticapitalista y antiimperialista. No hay que olvidar que el gobierno de Macri se enfrenta a un complejo panorama económico que sin un desenlace catastrófico a la vista; es decir, sin un 2001 en el horizonte, igual será muy duro para la gestión. La crisis general del capitalismo y el descrédito del neoliberalismo global, ahora condenado por el amo imperial, serán fuente de innumerables obstáculos para el éxito del proyecto de Cambiemos. Pero dejemos que nuestros enemigos hagan lo suyo, y no soñemos que van a trabajar para nuestra victoria. Somos nosotros quienes debemos aprestarnos adecuadamente para la batalla, y no esperar que ellos se equivoquen o caer nuevamente en el error de subestimar su vocación de dominio. El clima cultural los favorece, pero eso puede cambiar si se actúa con decisión y de cara a la verdad. El programa macrista acarreará enormes sufrimientos a nuestro pueblo. Debemos ser capaces de mostrar que hay otro camino, que otro mundo es posible, y que la nueva construcción política en ciernes podrá ser el instrumento idóneo para construir esa alternativa, superadora de las inexorables lacras del capitalismo en cualquiera de sus versiones.
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Elecciones en Argentina, triunfo de Cambiemos. Nacimiento de Unidad Ciudadana
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La Bolsa de Buenos Aires se desploma un 9 %
Publicado: 27 jun 2018 22:50 GMT | Última actualización: 28 jun 2018 09:54 GMT
Miércoles negro para la economía argentina. El Merval, el principal índice bursátil de Buenos Aires, se desplomó casi un 9% ante los temores de una nueva recesión. Esta es su cuarta caída consecutiva.
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¿Caída libre? La bolsa argentina cae casi un 10 % y se dispara el riesgo país
Publicado: 28 jun 2018 04:48 GMT | Última actualización: 28 jun 2018 04:55 GMT
Según especialistas, después del financiamiento solicitado por Buenos Aires al FMI, los inversionistas temen por los "duros deberes económicos" que tendrá que enfrentar el país.
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El fin de la era del 'dólar barato' provocó la caída del mercado bursátil en Argentina, que retrocedió este miércoles en 9,78 %.
Este es el cuarto desplome consecutivo del índice Merval, que acumula un retroceso de 15,88 %. Un especialista consultado por Reuters aseveró que ese comportamiento es producto del temor que tienen los inversionistas ante los "duros deberes económicos" impuestos a Argentina por el FMI para tener acceso a un financiamiento de 50.000 millones de dólares.
A este panorama se suma un aumento superior al 3 % en la tasa de riesgo país, que ubica a Argentina en un nivel máximo de ese indicador. Tal comportamiento no se había registrado desde octubre de 2015, cuando la nación austral estaba en la víspera de sus elecciones presidenciales, destaca La Nación.
"Es evidente que hay menor apetito emergente ante un clima financiero global más desafiante. Pero a eso se suman, en el caso argentino, los duros deberes económicos del FMI, así como sus implicaciones políticas", estimó el economista de la consultora Estudio Ber Gustavo Ber.
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