Hola, amiga Inge.
Vuelvo a saludarte con mucho gusto.
Sí, por supuesto, sin dudarlo ni un solo instante,
yo te ayudo, yo quiero ayudarte.
La ayuda, sabes y sabemos, es simbólica, de signo o
tipo espiritual e inmaterial, pero verdadera y real,
o ... virtualmente real.
Desde aquí me es imposible regar el rosal o cubrirlo
con una tela espesa o un plástico si llega a producirse
una tormenta feroz de rayos, relámpagos y lluvias, pe-
ro, amiga Inge, te repito, cuenta con mi ayuda y con
mi colaboración.