Buenos días María Jimena, me presento: soy Jorge Enrique Pizano y te escribo porque estoy interesado en conversar contigo. Yo me desempeñé en los últimos 8 años como controller (auditor) de la Ruta del Sol II, en representación del Grupo Aval. Hay varios e interesantes temas que nadie, nadie, conoce y creo que tú debes saber sobre la verdad de Odebrecht, tanto en el contrato de Tunjuelo-Canoas como en el de la Ruta del Sol II. Mira y discúlpame de antemano; con esto que te puedo contar me juego la vida, sobre todo con temas de la Ruta del Sol y lo de su socio minoritario…cuando te escribo esto me tiembla el pulso”.
Ese fue el primer mensaje que me envió por WhatsApp Jorge Enrique Pizano, el 28 de mayo de este año, sin saber que le quedaban solo seis meses de vida. Lo vine a conocer personalmente a los pocos días cuando concretamos la primera cita en medio de advertencias muy precisas: “Nadie puede saber que estamos en contacto”, me previno por el chat.
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Pizano llegó seriamente atribulado a esa cita. Venía de una semana de convalecencia de su última sesión de quimioterapia. Padecía un cáncer linfático detectado a finales de 2017, semanas después de que había sido apartado de su puesto como controller de Corficolombiana en la concesionaria Ruta del Sol II. “Esto me ha dado muy duro”, me aseveró sin que yo le preguntara. Sobre su despido el Grupo Aval aclaró que no fue desvinculado porque para esa fecha ya había finalizado el contrato de la concesión.
"Sé que están intentando hacerme un montaje para amañar testimonios en la Fiscalía, Pizano".
Sin mucho preámbulo me dijo que quería entregarme una serie de documentos porque no confiaba en la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez.
“Sé que están intentando hacerme un montaje para amañar testimonios en la Fiscalía y acusarme de que yo recibí un soborno de Odebrecht cuando yo era gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado”, me dijo en un WhatsApp, después de nuestra primera cita, tratando de explicarme su desamparo. “Te cuento mira: yo no realicé ni modifiqué pliego alguno cuando fungía como gerente general de la EAAB no participé en el comité de evaluación de las propuestas del túnel Tunjuelo Canoas, no participé ni dirigía la audiencia de adjudicación y no firmé el contrato. Por si fuera poco, el fiscal Zettien, que tiene el caso, está siendo investigado por la Corte Suprema de Justicia por fraude procesal. Cumplí a cabalidad y con honestidad mi gestión como gerente de la EAAB y no puedo aceptar que me acaben la vida junto al cáncer que tengo con falsos testimonios”, me escribió en el chat. Y remató con esta frase: “A mí me van a hacer lo mismo que a Luis Fernando Andrade y no me voy a dejar”.
Esa primera cita fue el preludio de muchos encuentros que sostuve con Jorge Enrique hasta su sorpresiva muerte. En la segunda reunión me hizo entrega de todos los documentos y de varios correos electrónicos que, de acuerdo con Pizano, demostraban cómo Odebrecht y el Grupo Aval sabían desde 2013 de la existencia de contratos falsos en su contabilidad. “El Grupo Aval no fue víctima de Odebrecht, como insisten en decir, porque ellos sabían que había mucha cosas raras pasando desde 2013”, me dijo en una de esas citas. Estaba tan asustado en nuestros primeros encuentros que me dijo que no quería que apareciera su nombre porque él creía que los documentos hablaban por sí solos. A la tercera cita me reveló la existencia de unos audios que él mismo había grabado en agosto de 2015 con varias personas de Corficolombiana y con el hoy fiscal Néstor Humberto Martínez quien en ese momento era abogado del Grupo Aval.
En esos audios, según él, quedaba claro que el hoy fiscal general, encargado de la investigación de Odebrecht, sabía de la gravedad de los hallazgos hechos por Pizano desde 2013. Me dejó oír los audios con recelo y no me quiso dejar ninguna copia porque los consideraba como su última carta. “Estos audios son mi seguro de vida”, me dijo.
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